Ciudad de México, 28 de agosto (SinEmbargo).– Un raro panorama adorna el año tenístico mientras el último Grand Slam del año comienza en Queens. Roger Federer, leyenda viva de este deporte, no ha ganado ningún Grande en este 2013. El suizo ha provocado un debate sobre el cambio generacional normal en cualquier aspecto de la vida, melancólico en el ámbito deportivo. A sus 32 años, Federer es ahora el 7 del ranking de la ATP, con serias posibilidades de terminar esta temporada fuera del Top 10. Un grande como él, lucha por mantenerse vigente.
A la par de esta situación, Novak Djokovic corre el riesgo de perder el 1 del mundo con la amenaza seria que representa el regreso sorprendente de lesiones de Rafael Nadal. "Es el paso del tiempo, no se puede estar siempre a un máximo nivel", se defendía el serbio ante los cuestionamientos por su recaída tenística. Mismo argumento utilizan los que defienden a Roger luego de perder dos partidos con jugadores rankeados fuera de los primeros 100 del mundo. Su nivel preocupa a su entorno y a sus millones de seguidores.
La gracia de Roger no es la explosión ni la agresividad de Rafael Nadal. Sus fortaleza no es la condición física de Novak Djokovic. Federer construyó un legado histórico en base a la asombrosa capacidad para estar en el lugar correcto siempre. Como un mago, anticipaba el destino de la pelota que salía de la raqueta de su oponente para sorpresa de la grada. Fiel aptitud de un agente secreto, Roger entendió el juego siempre teniendo un plan de acción por delante de su rival. Para muchos, es el mejor jugador de la historia. En la actualidad, los que lo defienden menosprecian el ranking que no entiende de emociones.
Ganador de 17 Grand Slams en su carrera, esta sequía que le ha dejado el 2013, ha servido para dinamitar una ola de rumores sobre el posible fin de una carrera que será repasada en los libros históricos del deporte blanco para siempre. Para contrarrestar los tiempos actuales lleno de dudas, el mago ha terminado por someterse a las bases. Adelgazar ha sido la estrategia. Exigido por la joven velocidad de los nuevos oponentes, Roger se niega a claudicar sin dar una pelea digna de su estatus.
La pérdida de kilos le dará un poco más de alcance donde en los últimos torneos le ha costado estar. Empecinado en no claudicar, se ha enfocado en un estricto control alimenticio mientras la intensidad de los entrenamientos ha aumentado considerablemente. A la par de lo físico, nuevas herramientas han llegado a su mano derecha. Roger ha intentado cambiar de raqueta para tratar de sentirse más cómodo. El experimento no ha funcionado como lo esperaba, el problema está en otra parte.
Resuelto lo físico, a un esbelto Federer la lluvia le impido debutar el lunes en el abierto de los Estados Unidos. Es la parte mental la que sigue preocupando a su gente. La desconcentración del suizo ha sido evidente sobre todo en el último semestre. De aquel chico de pelo largo enjundioso, quedan las ganas de seguir mejorando. Generosa la actitud de un tipo que hoy solo contabiliza los torneos grandes como parte de su legado. El elegante y fino suizo, busca reconvertir el mal momento para continuar extendiendo el camino trazado. Ayer, en su debut, venció al esloveno Grega Zemlja dando buenas sensaciones de recuperación. Todo el tenis, lo desea.