Luis Suárez, sensible y goleador, se queda en Liverpool por la gente

15/08/2013 - 12:00 am
Foto Twitter
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Ciudad de México, 15 de agosto (SinEmbargo).- En abril de este año, Mike Tyson comenzó a seguir la cuenta de Twitter del uruguayo Luis Suárez después de que el futbolista mordiera el brazo izquierdo del serbio Branislav Ivanović en medio del partido de la Liga Premier inglesa entre Liverpool y Chelsea. La prensa inglesa, dura como pocas, se alimentó del nuevo episodio polémico del charrúa. La Federación del futbol británico, abrió de nuevo el expediente del 7 rojo.

En Liverpool, ciudad apacible con su bello puerto, el ex jugador del Ajax es un ídolo, un emblema de rebeldía mezclada con talento. Los aficionados Reds, únicos en sus cánticos, han repartido sus corazones entre Gerrard y Suárez. En Anfield, donde nunca se camina solo, hay una grada que le canta canciones de rock con la letra cambiada al uruguayo que poco entiende de formas establecidas en suelo acostumbrado a la aristocracia de la realeza.

Luis Suárez nació en el Salto, una pequeña población uruguaya. Repleto de talento, el futbol le daba un poco de calma a su vida que su inestable cabeza no le generaba. La pelota fue un escaparate hasta que un día el amor se le interpuso y sus habilidades hicieron una pausa mientras él vivía en constante fiesta desenfrenada. Suárez tenía 15 años cuando Delfina, su novia, se fue a vivir a Barcelona por una cuestión familiar. El delantero juvenil no quiso saber nada más, sin su inspiración cerca.

Los entrenadores del Nacional de Montevideo le pusieron un ultimátum. De pronto, el talentoso atacante comprendió que la única manera de volver a ver a su amada era mediante la pelota. Así, en poco tiempo y con un tremendo rendimiento, fue fichado por el Ajax de Ámsterdam. En el viejo continente, se reencontró con Delfina para casarse mientras su nivel iba en aumento. La liga holandesa le quedó chica. En 2011, fichó por 26 millones de Euros por un gigante dormido como el Liverpool.

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El uruguayo tenía fama de problemático, algo que poco le importó al equipo de Anfield por la urgencia de un emblema ofensivo que ayudara a ganar por fin la liga Premier. A los 17 minutos de su debut, marcó su primer gol. La afición se le entregó. Luis Suárez es un futbolista distinto a la media. El gol es la única carta de presentación que le es válida. Con derecha, zurda, de cabeza o de tiro libre, sus 51 goles en tres años, le han hecho forjar una idolatría que el pueblo Red manifiesta en cada partido.

Al lado de lo deportivo, sus desplantes que molestan a la solemne Federación Inglesa (FA), le han hecho perderse muchos partidos por suspensiones debido a casos de toda índole. Desde Racismo a Patrick Evra y negarle el saludo en un partido posterior antes de iniciar el cotejo entre Manchester United y Liverpool, la mordida a Ivanovic, además de numerosas reclamaciones a árbitros, le han terminado por hartar en lo que él considera una persecución. Este verano, pidió su salida innegociable del club inglés.

Tras varias semanas de especulaciones sobre distintos rumbos que tomaría el delantero, el cariño de la gente se le manifestó con muchos mensajes de apoyo y de súplica para que se quedara. Como aquella vez cuando comprendió que el amor que sentía lo haría triunfar pateando una pelota, este miércoles decidió poner fin a especulaciones y anunció que no se iba del Liverpool por el cariño de la gente. Lo que era una marcha inminente, ha terminado con una propuesta de renovación. Luis Suarez, tan goleador, tan sensible.

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