Ciudad de México, 4 de agosto (SinEmbargo).- Javier Hernández llegó por menos de 10 millones de libras esterlinas al Manchester United. En la ciudad, los aficionados comenzaron a googlear el nombre del desconocido ariete mexicano que se había convertido en una sensación nacional con su olfato goleador en Chivas. El Chicharito provocaba dudas a la par que dificultades para pronunciar su apodo con acento británico. Los más puristas lo llamaron Little Pea, mientras los más prácticos se encargaron de facilitar el problema nombrándolo “Chico”.
Un jugador bajito, de endeble físico y con cara del mejor alumno de la clase, arribaba a la exigente mejor liga del mundo. Ahí, en canchas europeas donde rara vez se simula una falta, y donde el ritmo vertiginoso dura los 90 minutos de juego, se terminaría de formar un futbolista anónimo que con sus goles se ganaría a una de las aficiones más acostumbradas a ganar títulos en el mundo. Hernández fue víctima de severas críticas por parte de un sector de la prensa inglesa al considerar su fichaje como algo meramente comercial. El mercado mexicano garantizaba números altos y redondos con la contratación de la principal figura. Pronto, para sorpresa de propios y extraños, el mexicano se convirtió en un fenómeno.
La tienda central del Manchester United está en el mismo Old Trafford, frente a la estatua de la Santa Trinidad. Ahí, George Best, Bobby Charlton y Denis Law, conmemoran una época dorada de los Diablos Rojos. Dentro del inmueble comercial, la camiseta 14 con “Chicharito” estampado, fue la más vendida durante 2011. El efecto de un chico goleador, mucho más pequeño que los defensas, no tenía techo. Regularmente entrando de cambio, aprovechaba los pocos minutos que le daban. Se convirtió en un artillero letal frente al marco. El gol frene al Chelsea, su cliente favorito, a los 35 segundos de haber empezado el partido, fue el inicio de la fiesta de campeonato del United.
Su segunda temporada inició mal debido a una lesión que le hizo perderse muchos partidos. La llegada del holandés Robin van Persie le restó miutos de juego. Durante cada época de transferencias, a Chicharito se le ha relacionado con un sinfín número de equipos que necesitan un delantero. El mexicano ha sabido aguantar la situación de suplente y los rumores. Javier tiene 50 goles en el equipo inglés. Una cifra nada despreciable en tres temporadas. Este año, envuelto en el declive del accionar mexicano en selección, tiene una nueva oferta, tal vez la más seria que se le ha presentado de todas con las que se le ha vinculado.
Su primer gol en Champions League lo hizo de zurda después de un control rápido dentro del área del Estadio Mestalla en Valencia, España. El conjunto naranjero, inmerso como casi todo el balompié ibérico en problemas económicos, se acaba de deshacer de su máxima figura Roberto Soldado por el que el Tottenham inglés pagó 30 millones de Euros. En busca de un centro delantero, las miradas españolas se fijaron en Chicharito, un nueve que sabe estar en el momento adecuado y en el lugar correcto. Muy distinto de las cualidades del ariete español, pero perfecto para el estilo de juego que Miroslav Đukić, entrenador valencianista, espera plantear en su equipo.
David Moyes, sustituto de Sir Alex Ferguson, le ha dejado en claro a Javier que su rol seguirá siendo el de suplente de lujo. Una posible marcha de Wayne Rooney podría cambiar todo. En Valencia quieren sí o sí al mexicano en calidad de préstamo, más aun cuando el pase del portugués Helder Postiga se les cayó cuando todo parecía estar cerrado. El equipo “Che” espera convencer a Hernández para que sea el segundo azteca en sus filas tras la contratación de Andrés Guardado. Soldado se fue criticando el actual proyecto de su ahora ex equipo, al que no le veía ni pies ni cabeza. Chicharito tendrá que elegir si seguir arrancando los partidos bien abrigado en el banco de lujo, o sumergirse en un volátil futuro que le garantiza titularidad en suelo español.