Ciudad de México, 27 de julio (SinEmbargo).- Ismael llegó a las 20:25 al número 27 de la calle Lancaster de la Zona Rosa y se paró frente al bar Heaven, de donde hace dos meses desaparecieron sus tíos Aarón y Josué Piedra Moreno.
Los ventanales obscuros del antro ubicado en el segundo piso del inmueble, lucían sombríos en medio del silencio y la quietud de la noche en un viernes que, antes de la desaparición de los 12 jóvenes originarios del Barrio de Tepito y de la colonia Moctezuma, evocaba diversión, vicio, fiesta y bullicio.
Distante de lo que ocurría hace dos meses, las rejas blancas del Restaurante-Bar Bicentenario, la única entrada y salida al “After Heaven”, continuaban cerradas y esperaban el reclamo de Ismael, un niño de 9 años, y de las 11 madres de familia, tíos, primos, hermanos, hermanas, hijos, sobrinos y amigos.
A Ismael lo separaba el ancho de la calle Lancaster de la entrada del Heaven. Con sus manitas sujetó el extremo de un pendón, donde su tío Aarón de 20 años lucía sonriente, mientras que su tío Josué, de 29, miraba fijamente hacía la nada.
Frente a él, las mamás de los 12 jóvenes se enfilaban una a una para encender su veladora blanca, mientras otros parientes pegaban pancartas de cartulina y fotografías de los desparecidos sobre el enrejado del Heaven.
Entonces Leticia Ponce, mamá de Jersy Eslí Ortiz Ponce, de 16 años, habló.
“Esta velada es para darle luz a los muchachos, para que su camino se ilumine, para que sepan que los estamos esperando”, dijo mientras encendía su veladora.
Los ojitos de Ismael se nublaron y pronto empezó a sollozar, al tiempo que trató de esconder las lágrimas detrás del pendón que sostenía con sus pequeñas manos.
Escondió la cara tras las enormes fotos de sus tíos y lloró. Su madre lo consoló, pero no sirvió de nada el niño en unos segundos, estaba ahogado en sollozos.
Con Aarón jugaba X-box y con Josué solía ver películas de acción y de terror. Vivían en la misma casa y el niño los admiraba.
Sus dos tíos jóvenes, llenos de vida, impetuosos. Ismael sonrió ligeramente al recordarlo. Pero luego, cuando sus familiares trataron de elevar al cielo el globo de cantoya con el nombre de Aarón, volvió a llorar, esta vez con más desesperación. La luz que elevaba palabras de amor y de aliento a su tío cayó al sueño, rodó unos segundos por el pavimento y se quemó.
¿CUÁNDO REGRESARÁ MI MAMÁ?
El día que Jennifer Robles González, de 23 años, desapareció del Heaven, su hijo Chuchín de seis años, llegó apresurado a la casa de su abuela y le preguntó por su mamá.
“Entra corriendo y me dice ‘¡abuela abuela! ¿Dónde está mi mamá?’, No sé hijo, le dije. ‘¿Por qué no sabes abuela’, me contesta y le digo: que crees hijo, la policía anda buscando a tu mamá porque se la robaron y la anda buscando la policía. Se me queda viendo y me contesta ‘¿Qué se robó mi mamá?’ No hijo, es que se perdió, se la robaron a ella”.
Desde entonces el niño sueña constantemente a su mamá. En ocasiones bañada en sangre y otras, muy bonita.
“Cuando empezó esta pesadilla, mi nieto la veía llena de sangre en lado izquierdo, ahora dice que la ve muy bonita”, dijo Julieta González Díaz, madre de Jennifer.
En la casa de Julieta, donde vivía también Jennifer, hay cinco niños. El hijo de la joven desaparecida y cuatro de sus primos.
Desde hace dos meses, el hogar no es el mismo. Los pequeños están agresivos y Julieta sólo desea estar sola y llorar.
“Son 60 días de no ver a mi hija, ya bajé 16 kilos, no como, no trabajo, tengo principios de parálisis facial. El día primero voy a deber tres meses de renta. Ya cortaron la luz. Una de mis hermanas también está muy afectada, vamos a ir al psiquiatra, nos sentimos muy mal. Hay momentos que quisiera estrellarme en la pared, no encuentro consuelo”.
A la par de su sufrimiento, Julieta tampoco accede a la justicia, pues las autoridades capitalinas, hasta la fecha no han dado resultados.
“Estamos igual que hace un mes. Nos dicen que tienen gente, luego que ya los soltaron y que si no quieren hablar, no los pueden obligar. Nos dicen que están trabajando, pero lo que todos queremos, es que nos regresen a los muchachos, los queremos vivos, los queremos ya en nuestras casas”, dijo.
El resto de las mamás coincidieron. A dos meses, los resultados son desalentadores. Son las mismas respuestas de hace un mes, pero ahora, aderezadas con más desesperación.
GLOBOS AL AIRE
“¡Los queremos vivos! ¡Los queremos vivos! ¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, gritaron al unísono alrededor de 100 personas entre familiares y amigos de los 12 jóvenes desaparecidos durante el trayecto del Ángel de la Independencia hacia al bar Heaven.
Una vez enfrente del inmueble, lanzaron decenas de globos blancos al aire y después globos de cantoya con los nombres de cada uno de los muchachos desaparecidos.
El primero que se elevó fue el Said Sánchez García, de 19 años. Su madre sonrió cuando el globo escaló los edificios de la calle Lancaster y se fue iluminando el cielo con el vaivén del viento.
Los mensajes de amor hacia Monserrat Loza, de 28 años, fueron los que volaron en segundo lugar. Luego los de Guadalupe Karen Morales, de 24 años y en seguida los de Jennifer Robles.
Antes el globo de Aarón fracasó y el de Jennifer se enredó por unos momentos entre las ramas de la copa de uno de los árboles.
Su mamá y su tía se lamentaron, pero gritaron que había que tener fe. Las frases de consuelo y esperanza hacia la joven, se elevarían.
Así fue, el globo de cantoya con el nombre de Jennifer grabado con letras negras, salió de entre las ramas y se fue al cielo.
Aquella luz blanca hizo el milagro en cada una de las mamás, papás, hermanos, tías, tíos, hijos, sobrinos y amigos. Les arrancó una sonrisa.