Ciudad de México, 24 de julio (SinEmbargo).- Casi a la tercera semana de competencia, la Copa Oro tiene por fin su fase de semifinales definitoria. Cuatro equipos que han llegado por caminos distintos dibujando realidades muy distantes entre ellos. En una sola sede se sabrán los finalistas de esta edición que entrega al campeón medio boleto para disputar la Copa Confederaciones de 2017 en Rusia. México llega a esta instancia con una deuda muy grande con una afición que exige sentirse orgulloso de su equipo.
Ha sido un semestre para el olvido desde que las supuestas eliminatorias asequibles se convirtieron en una pesadilla. El estadio Azteca ya no asusta a los rivales de la zona en parte por el paupérrimo accionar de una escuadra que durante muchos partidos parece no tener ni pies ni cabeza. Después del fracaso de la Confederaciones, se especuló sobre la marcha del timonel “Chepo de la Torre”. Sin embargo, la decisión de aguantarlo con la Copa Oro encima, ha terminado por enrarecer más el ambiente.
Con una selección alterna, México debutó frente a una Panamá que salió a comerse cada pelota disputada en cancha. El equipo de Chepo fue una calca del que disputó el torneo en Brasil. Las variantes no llegaban en medio de jugadores que iban solos en busca de salvar la decepción evidente. Los panameños ganaron el partido lo que provocó una euforia en el país caribeño y severas críticas en territorio azteca hacia el encargado del representativo nacional.
El torneo máximo de la CONCACAF es tan bizarro en su nivel como en su organización. Entre fase de grupos y cuartos de final hubo una semana de pausa. Un letargo que, con el inicio del torneo de liga, molesta a entrenadores de la primera división. El partido frente a Trinidad y Tobago profundizó aún más en la preocupación generalizada del pobre accionar tricolor. Un gol en los últimos minutos de Raúl Jiménez, le permitió al cuerpo técnico seguir con el discurso de una mejora que solo ellos pueden ver.
Hoy el camino vuelve a cruzar al Tri frente a Panamá que ha ido de menos a mas en su nivel de juego. La prensa de aquel país retrata la euforia que el futbol está generando en un territorio meramente beisbolero. Con una confianza sin precedentes, esperan eliminar al históricamente llamado “Gigante de la CONCACAF”. Luego de la primera versión en la inauguración del torneo, y con lo mostrado en e paso de los partidos, Panamá es favorito para ganarle a México.
En la otra llave, un equipo arrollador estadounidense es el candidato serio para ganar el torneo que está organizando. El cuadro del alemán Jürgen Klinsmann juega bien de la mano de Landon Donovan, probablemente el mejor jugador en la historia de los Estados Unidos. En semifinales enfrentarán a la selección de Honduras que supo dejar fuera a Costa Rica en un duelo clásico de la región, apenas 1-0.
Este miércoles, en el espectacular estadio de los Vaqueros de Dallas, con toda su tecnología, se definirán los finalistas de un torneo largo y carente de un nivel superlativo como en otras justas internacionales se puede apreciar. José Manuel de la Torre se defiende tras no golear al cuadro trinitario en cuartos de final, “las goleadas son circunstanciales”, dice. Al día siguiente, el equipo de las barras y las estrellas arrolló a El Salvador 6-1. Con los organizadores soñando con una final entre México y Estados Unidos, la favorita Panamá intentará romper los pronósticos para dejar en claro que el futbol mal jugado no puede premiarse, por muy CONCACAF que sea la región.