La espera de Marion Bartoli, la francesa que sorprendió a la aristocracia inglesa de Wimbledon

07/07/2013 - 12:00 am

 

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Ciudad de México, 7 de julio (SinEmbargo).- Marion Bartoli toca con su raqueta el muro verde donde los jueces de silla están en posición atentos a cualquier pelota. Lo hace de espalda a la cancha, da dos pequeños saltos, abanica el viento simulando un golpe a la pelota y se da vuelta hacia la cancha de superficie verde del All England Club. A la francesa de 29 años le costó seis años regresar a la final de Wimbledon. Aquella ocasión, perdió frente a Venus Williams. Bartoli, siguió firme con su sueño.

Con las dos manos tomando con fuerza la raqueta, disputó el torneo británico con argumentos pocos convencionales. La francesa salta entre cada punto y saca sin botar ni una vez la pelota. Tiene un leve sobrepeso que acompaña a su estatura baja, haciéndola ver lenta. Sin embargo, el drive a dos manos que recuerda a Mónica Seles, encuentra espacios a gran velocidad que son difíciles de contrarrestar. Bartoli, que se encerraba con su equipo a comer en la dos semanas que dura el torneo, apartándose del ritual de convivencia, cambió este año su comportamiento.

Acompañada de Amelie Mauresmo, ex jugadora francesa, Marion se adaptó a la vida detrás de la cancha mientras su juego avanzaba ronda tras ronda. La concentración evidente en sus gestos, la colocaron en el partido decisivo frente a Sabine Lisicki, una alemana que dejó fuera a la gran favorita Serena Wlliams. El récord de enfrentamientos entre ellas, era de 3-1 a favor de la teutona. Una de esas victorias fue en 2011, en los cuartos de final del mítico torneo grande británico. El mote de favorita estaba del lado de Sabine, pero la experiencia la tenía Bartoli.

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El partido que comenzó con una doble falta de la francesa. En la cancha había más nervios que concentración, Lisicki jugaba su primera final londinense y sus golpes eran traicionados por el temblor de su pulso acelerado. Con su muñeca fuera de control, las pelotas no iban donde ella quería mientras su gesto se desencajaba conforme avanzaba el partido. Marion, que supo sobrevivir a aquella derrota frente a la mayor de las Williams, supo controlar lo que disputar un partido definitorio provoca.

El partido duró apenas 81 minutos, el primer set fue un batacazo para Lisicki que no podía controlarse. El segundo set iba encaminado a una aplastante victoria cuando Sabine, que veía todo perdido, sacó fuerza y concentración desde el sentimiento extremista de sentirse derrotada, sin embargo, el trabajo estaba hecho. Bartoli acabó el partido con un As que la hizo ponerse de rodillas con las manos en la cara mientras el llanto no le salía.

La 15 del mundo, arribó a este año al Grand Slam británico con el recuerdo de aquel 2007. Las circunstancias le permitieron acceder a la gran final sin enfrentar a una jugadora sembrada en el top 10 del torneo. La francesa se convirtió por primera vez en campeona de un torneo mayor tras disputar 47 competiciones de dicha condición. Con un estilo de juego distinto al resto, la peculiar ganadora cumplió el sueño que tuvo desde los seis años, cuando imaginó sostener el Venus Rosewather Dish. Esta tarde londinense, lo cargó emocionada con la sonrisa intacta de aquella niña.

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