Ciudad de México, 21 de junio (SinEmbargo).- "I got this", era lo que gritaba Lebron James mirando a la grada efervescente, después de sufrir una falta en el tercer cuarto. El "Rey" se puso el traje de protagonista principal que sus seguidores le pedían y lo que sus detractores dudaba que tuviera. El jugador emblemático del Miami Heat disfrutó de un ambiente tenso en el que los jugadores normales se pierden devorados por la presión de un séptimo juego de finales en la NBA.
La remontada apoteósica del sexto juego dejó en estado de shock a los San Antonio Spurs que vieron revivir a un equipo enorme que sucumbía en su propia casa. La victoria del Heat dejó la estadística contundente de estar en presencia de una serie como no se había visto en los últimos años. Victorias alternadas desde el primer partido sin que algún conjunto pudiera tomar ventaja considerable. Una batalla digna de un escenario boxístico.
El séptimo juego en el American Airlines Arena, casa del Heat, tenía una grada blanca que se vistió igual que su equipo haciendo un collage a la altura de las circunstancias. Miami jugó como ese equipo hambriento de historia. Un conjunto con un talento que ningún equipo en la liga tiene. Las armas del equipo del sur de la Florida son piezas que logran engranar una maquinaria que se vuelve imbatible cuando el Heat sale concentrado con la dureza defensiva que su físico les invita a usar. La actuación del equipo del coach Erik Spoelstra fue espectacular.
De la mano siempre de Lebron James, el Heat venció a un durísimo rival como San Antonio Spurs que tuvo en sus manos la gloria hace 48 horas en esa misma duela. Pero la gloria es de aquellos que entienden esos momentos en los que el basquetbol pone a tiro un campeonato tan disputado como lo es el de la NBA. Este año, el equipo tejano no supo interpretar los minutos vitales y dejó vivir un monstruo como Lebron James que no estaba dispuesto a perder el tren que pasaba frente a él.
Hace tres años en la ciudad de Miami, se construyó un equipo con etiqueta de futura dinastía. Tras el primer tropiezo en 2011, el año pasado el Heat puso su nombre a la altura de los equipos que ganaron algún campeonato. Esta temporada Miami dominó de principio a fin la temporada regular. Con complicaciones naturales que históricamente los Playoffs ponen en escena, James y compañía diseñaron un juego con muchísima carácter para revertir todo momento adverso que vivieron en este camino hacia el título mientras el mundo disfrutaba del mejor basquetbol del mundo.
Wade y James pusieron sus mejores actuaciones hoy por la noche ante la falta de Chris Bosh que se ausentó del escenario principal con problemas de faltas y falta de ritmo. Fue Chris Andersem quien tomó su lugar. El estrafalario jugador que colecciona tatuajes, incomodó toda la noche a Tim Duncan. Lebron acabó con 37 puntos y cinco triples en diez intentos. Wade, con sus rodillas destrozadas puso 24 puntos y 10 rebotes para el tercer campeonato de Miami en la historia.
Más allá de números, es la explosividad de un equipo que tiene en sus filas al mejor jugador del mundo. Con todos los argumentos puestos a su alrededor, el Heat tiene hoy su segundo campeonato consecutivo y el panorama para convertir esta liga en su patio personal durante mucho tiempo. Lebron le gritó a la grada que tenía controlado toda la situación. Al final fue premiado como jugador más valioso de las finales.
Al final del partido se acercó a Tim Duncan y le dio un abrazo. En el último campeonato de los Spurs, cuando vencieron a los Cleveland Cavaliers de un joven James, Duncan se acercó la figura efervescente mientras le decía al oído que la NBA sería suya en pocos años. Hoy el abrazo se lo regreso quien, como lo predijo la figura de los Spurs, es quien manda sin ningún tipo de dudas, el mejor basquetbol del mundo.