Ciudad de México, 21 de junio (SinEmbargo).- Aquel día cumplía 31 años. El mejor jugador Francés en la historia repartía una de sus últimas cátedras en una calurosa tarde en la Guadalajara mundialista de 1986. Michel Platini (Jœuf, 1955) dibujó sonrisas mientras dedicó cuerpo y alma a patear una balón de futbol. El fino francés de estampa delgada es un emblema galo con la diez en su espalda dignificando todo equipo en el que jugó.
El futbolista Platini estaba enamorado del juego. Un deporte que detiene el mundo fue siempre homenajeado por el romántico francés que se adelantó a su época con un estilo de regate lento que ponía siempre el partido a su favor. Michel fue determinante para que Francia diera un salto de calidad importante que en el futuro daría sus frutos. Un fiel armador de juego con gran habilidad en el golpeo de pelota brilló en Europa con una carrera medio trastabillada.
En 1978, debutó con el Nancy y empezó a sobresalir con gran estruendo con la mirada de los grandes equipos del continente afilando sus miradas sobre la joven promesa. Un año padecería de un mal que lo perseguiría por el resto de su carrera para la mala fortuna de los aficionados de la época que gozaban con el tacto de Platini. Una lesión seria en la pierna izquierda lo alejó de las canchas, su equipo descendió. La fidelidad del jugador prevaleció y se convirtió en figura en la segunda división francesa logrando el regreso a primera de su equipo.
En 1976, firmó su primer contrato como profesional. Francia vio como en dos años, el pequeño equipo ganaba la Copa francesa dos años después ante el inminente final de su contrato. El jugador versátil se convirtió en la principal codicia del verano de 1979. Un grande de aquel tiempo se hizo de las joyas que el francés dibujaba en el rectángulo verde. El Saint-Étienne fichó por tres años donde revolucionó a nivel doméstico. Con su nuevo club ganó liga y copa en temporadas distintas. Francia le quedaba chica.
El temperamento de Platini era lo más sensible que tenía. Sus exquisitos pases iban acorde con su manera de ver al futbol. Siempre la pelota como prioridad. El discurso futbolístico francés generó afición en todo el mundo por el guerrero número “10” que tenía en el terreno de juego dibujando asistencias imposibles o tiros libres de ensueño. Un jugador distinto que pronto fue considerado para ocupar el papel de Johan Cruyyf como máximo baluarte del deporte más popular del planeta.
A principios de los años 80, Platini, hijo de inmigrantes italianos, se enlazó a la vieja sangre y emigró a un gigante del mundo. En 1983, la Juventus de Turín recibió con los brazos abiertos al delgado francés de pelo largo. Fue un amor bipolar. La Vecchia Signora ganó todo de la mano del genio Michel. La serie A italiana tuvo aires frescos con el juego delicatesen del “10” de la Juve. Conseguir Liga, Copa y la Intercontinental fueron momentos de suma alegría para Michel.
Fue la obtención de la Copa de Europa (futura Champions League), la que le dejó en la memoria un doloroso recuerdo victorioso. El 29 de mayo de 1985, la Juve enfrentó al Liverpool en la final de Heysel. Minutos antes del partido, 39 aficionados murieron en una avalancha provocada por los proyectiles que los aficionados “Reds” aventaban hacia la grada italiana. La final se jugó a pesar de la negativa de la escuadra de Turín. Platini anotó el único gol del partido.
Con su selección jugó tres mundiales. Aquella tarde jalisciense fue testigo de uno de los mejores partidos en la historia de las copas del mundo. Los aficionados que tuvieron la oportunidad de ver a Zico y Platini en cancha narran con melancolía el juego de ritmo estrepitoso que rindió tributo al futbol. Ese partido lo ganó Francia en penales para después obtener un decoroso tercer lugar. Alemania siempre fue su verdugo. En 1982 y en aquel mundial mexicano, los germanos acabaron con la ilusión del genio galo que nunca ganó una copa del mundo. Fue la Eurocopa de 1984, en casa donde Francia de la mano de Platini comenzó a construir un status importante como potencia al ganar el torneo.
Fue ganador de tres balones de oro consecutivos de 1983 a 1985. Fue el culpable de que el calcio se convirtiera en la mejor liga del mundo en aquella década. Sus viejas peleas con su entrenador en la Juventus, Giovanni Trapattoni, siguen siendo anécdotas imborrables que definen perfecto al franés. Aquellos días, Platini quería divertirse y jugar mientras que el italiano solo tenía en mente el Catenaccio eficiente para tener su arco en cero. La llegada de Maradona al Napoli supuso una rivalidad histórica que tuvo sus puntos altos en diversas ocasiones casi siempre dando ganador al francés que tenía un equipo de respaldo muy fuerte. En 1987, perseguido por malestares físicos, la leyenda gala se retiró a los 32 años diciendo que ya no disfrutaba lo que hacía.
Hoy, el presidente de la UEFA, sigue enamorado del juego. Desde la parte dirigencial, Michel Platini sigue mostrando su amor por el futbol. En el recién debate sobre si la tecnologíadebería entrar de lleno al futbol como lo hace en otros deportes como el tenis o el basquetbol, el francés tiene una pequeña “pelea” cantada con Sepp Blatter, presidente de la FIFA. El suizo, que nunca pateó una pelota ni supo tener la gloria de anotar un gol importante quiere modernizar el juego. Platini se aferra a la esencia de aquel juego que supo disfrutar y hacer disfrutar. “El único que no quiere tecnología es Michel”, ha declarado Blatter. El francés es un romántico empedernido.