Italia-Brasil: Una nueva edición de un clásico que ha sido pieza clave en la historia del futbol

21/06/2013 - 12:00 am
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Ciudad de México, 21 de junio (SinEmbargo).– Cuando Roberto Baggio mandó su tiro por encima del arco que defendía el mítico arquero brasileño Taffarel en la final del Mundial de Estados Unidos 94, la revancha de un pueblo quedó pendiente. Italia, que protagonizó una semifinal de ensueño en México 70 frente a Alemania, llegó disminuido a la final del estadio Azteca donde fueron derrotados por aquel mítico equipo comandado por Pelé con un contundente 4-1. Estilos tan distintos engendraron una rivalidad que chocaba con argumentos tan distanciados.

Salvador de Bahía será la sede de una nueva edición de los clásicos más importantes del futbol mundial. Brasil juega en casa frente a una Italia que en los últimos años se abrió al nuevo estilo romántico de jugar a la pelota gustando a la gente que lo observaba. Un partido histórico con tintes de semifinal mundial que ha perdido el brillo con el paso perfecto de los dos equipos que están ya clasificados a las semifinales de la Copa Confederaciones. Conseguir la victoria para evitar a España es el principal aliciente.

La pelota corre por el campo mientras once italianos se entregan al eco de su recorrido. Tocar y moverse es la nueva filosofía italiana que le da la espalda al rígido sistema defensivo de antaño capaz de suprimir el paso del aire si fuese necesario. La escuela italiana de Prandelli tiene a su mejor alumno en Andrea Pirlo. Un viejo lobo de barba ancha con cuerpo de cualquier profesión menos de futbolista. Con su baja estatura, el punto de gravedad de su cuerpo le permite manipular un esférico a su antojo sin mayor dificultad mientras el resto de los mortales suspira. Pirlo mueve los hilos de una selección que quiere tener la pelota en sus pies para dejar el aire correr a su favor.

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La necesidad de acoplarse a los nuevos tiempos le ha dado dividendos a la Azurra. Una final de Eurocopa merecida en 2012 fue el premio a tan revolucionaria forma de pensar. El conflicto viene de la península ibérica con una selección española dueña de la patente del buen juego que sin navegar miles de kilómetros en barco como en los tiempos de conquista, domina el mundo con pases verticales desde su medio campo que promueve el ego inconmensurable de los suyos y la envidia que corroe en el resto de las nacionalidades.

A los italianos se les une Brasil. El dueño de la melancolía histórica, con sus cinco copas del mundo, está dispuesto a recuperar el lugar perdido por méritos de otros y desidia propia. La Verde-amarela tiene como bandera a un chico de 21 años con un look estrafalario en la cabeza pero es el despliegue de talento de otro mundo que posee en los pies lo que roba los sentidos de los aficionados alrededor del mundo. Neymar acaba de firmar un contrato por casi 60 millones de euros al FC Barcelona. Con el entorno protestando tanto despilfarro económico destinado al futbol mientras mucha gente carece de lo elemental, la figura brasileña se puso del lado de su gente a diferencia de Pelé que con un tono casi de mandato, pidió que las protestas democráticas cesaran. Debajo de ese peinado raro, hay un cerebro que piensa. La afición lo adora.

Un duelo de nuevos bríos ambientará el previo a la fase definitoria de la Copa Confederaciones. El aroma de las viejas imágenes que definieron este juego saltan a la memoria refrescando la lucha con un balón de por medio. En tiempos tan cambiantes como convulsos, la dinámica de este partido pretende revitalizar de igual modo al futbol, “lo más importante de lo menos importante” como lo definió Cesar Luis Menotti. 22 de los mejores actores de este deporte, entran en escena con la pelota en los pies para el deleite del mundo futbolístico.

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