Ciudad de México, 20 de junio (SinEmbargo).- Cerca de 83 mil 500 australianos entonan canciones de Oasis en el ANZ stadium dentro del complejo olímpico de la ciudad de Sidney. Los Socceroos juegan su pase a la Copa del Mundo de Brasil 2014 y en la grada saben que una victoria les da el pase a la justa más importante del futbol. El rival es Iraq, un país asiático en territorio de Oceanía. Algo habitual desde 2006 hasta que lo deportivo se impuso al ego.
El 11 de abril de 2001, el futbol profesional regido por FIFA vio cómo un nuevo récord se establecía ante el asombro del mundo. Una estadística que sigue vigente hasta la fecha y que se antoja muy complicado poder romperlo. Australia recibía a Samoa Americana por la clasificación al mundial de Corea-Japón 2002. Al final de los 90 minutos, el marcador quedó con un 31-0 dejando la estadística de la victoria más holgada en la historia. Esto provocó el debate sobre lo que sucedía en Oceanía.
La Confederación de futbol de Oceanía se creó en 1966 con la necesidad de abarcar cada región del planeta por parte de la FIFA. Con un rezago importante, aquella parte del Pacífico no goza con un cupo completo para una justa mundialista. Durante muchos años, el país campeón de la fase eliminatoria tenía que encararse en un repechaje con diversos equipos de distintas confederaciones. El rezago se hacía evidente con la diferencia en el nivel entre los equipos en disputa.
El futbol tenía históricamente un segundo lugar de preferencia en el plano deportivo australiano detrás del Rugby. Las habilidades físicas de sus atletas provocaron un éxodo hacia países europeos donde poco a poco empezaron a figurar en ligas importantes del mundo. Los análisis de especialistas vislumbraban un futuro prometedor en competencias importantes de selecciones nacionales. Australia tenía en nombres un conjunto serio para competir.
Sin embargo, las concentraciones australianas perdían sentido cuando rivales isleños no presentaban una mínima oposición ante el nivel de juego europeo aprendido durante todo el año. Cuando Australia dominaba y se coronaba campeón de su confederación, el cruce de repechaje lo dejaba sin opciones futbolísticas frente a un equipo con mayor embalaje construido desde unas eliminatorias infinitamente más competitivas en comparación con las de Australia.
Para la Copa del Mundo de Francia 98, el repechaje contra Irán dejó sin opciones mundialistas a los Socceroos que no supieron competir contra los iraníes. Para el primer mundial asiático en 2002, Uruguay enfrentó al equipo australiano para dejarlo fuera en Montevideo con argumentos contundentes. El camino injusto de Australia, que siempre moría en la orilla, fue puesto en la mesa de la federación australiana de futbol. El crecimiento popular del deporte más popular del mundo en suelo australiano, implicaba una decisión importante para el futuro.
El 1 de enero de 2006, la FIFA oficializó el cambio de Australia a la Confederación asiática de futbol. La necesidad de mayor competencia dinamitó el nuevo rumbo australiano que provocó diversas opiniones en torno a la nueva geografía futbolística. El camino se puso pesado con visitas a países donde el futbol reina el ambiente deportivo. Con el pronóstico de que Australia dejaría de asistir a copas mundiales, los jugadores entendieron la nueva responsabilidad e incrementaron su nivel.
Con gol de John Kennedy, Australia venció a Iraq para acceder a su tercera Copa del Mundo consecutiva. El futbol asiático, en evidente mejoría desde hace años, adoptó a la Selección Australiana que pronto se estableció como una potencia del continente fuera de él. Hace siete años, una decisión deportiva cambió para siempre el panorama deportivo en el país del sur del mundo. El futbol ganó terreno equiparando popularidad con el Rugby. La organización brasileña del próximo mundial, ya empieza a buscar las canciones de Oasis. Los aficionados de los Socceroos ambientarán la grada con su selección compitiendo en cancha.
