Ciudad de México, 17 de junio (SinEmbargo).- Con el "3" en la espalda, Ricardo Bochini entró por Jorge Burruchaga en pleno nacimiento de una tarde calurosa en el Distrito Federal. Era el 25 de junio de 1986, Argentina ganaba 2-0 a la sorpresiva Bélgica en las semifinales de la segunda copa del mundo mexicana. A cinco minutos del final, uno de los mitos vivientes del futbol argentino jugaba su primer mundial a sus 32 años. Cuando "Bocha" entró al partido, Diego Armando Maradona cumplía el sueño de jugar con su ídolo en la máxima competencia. El "10" se le acercó y despacio le dijo: "Dibuje, maestro".
Bochini era hincha de San Lorenzo de Almagro. Cuando intentó entrar en las divisiones menores del club Cuervo, un inepto empleado lo dejó ir al no verle condiciones. Resignado llegó a Avellaneda para volverse ídolo. El club atlético a Independiente acogió al talentoso jugador de pases precisos y se hicieron uno mismo. El equipo rojo revitalizó la forma de jugar en Argentina con "Bocha" y su diez bien tatuada en la espalda.
El club que se creó en 1905, se afianzó como uno de los más populares de la Argentina. El "Rojo" partió desde Avellaneda para conquistar el mundo. La historia de Independiente se contruyó en lo internacional. La libertadores fue el escenario estelar donde los Diablos Rojos dejaron claro que su grandeza pasaba por el futbol mientras en la gente seguía creciendo su fiel afición de la mano del equipo de Avellaneda.
Son siete copas libertadores las que Independiente llevó a su palmarés. Un récord que sigue hasta la fecha vigente. "Rey de copas", fue el mote que se le dio al equipo argentino. A principios del siglo XXI, el apodo fue patentado para que quedara en los registros y que ningún otro club lo pudiese usar. El registro se debió a la difícil situación que el equipo vivía pero sobretodo al futuro oscuro que se los visionarios hinchas del Rojo preveían aunque no querían aceptar.
El 15 de junio de 2013, la realidad ganó como siempre a la ilusión. Tras numerosos torneos para el olvido, Independiente de Avellaneda descendió a la B Nacional (segunda división) por primera vez en 108 años de historia. El aficionado fue alcanzado por la ineptitud y las malas formas de sus dirigentes. Los Diablos Rojos perdieron la categoría en su pleno estadio al perder por un gol solitario que bastó para condenarlos.
La noticia recorrió el mundo como en 2011 cuando River Plate fue sepultado en el Monumental de Nuñez al no poder superar a un equipo hambriento de nuevos bríos que mostraba el pequeño Belgrano de Córdoba. La epidemia de los dos últimos grandes vislumbra cambios en las canchas pasionales del país sudamericano. El futbol y las malas decisiones de directivas son una bomba molotov lenta que explota masivamente, puntual.
Bochini es Independiente e Independiente es Bochini. El maestro que vivió de pases para gol, nunca sintió como suyo el Mundial que ganó Argentina en el 86. Bocha jugó cinco minutos mundialistas pero para Independiente es su bandera. Hoy Ricardo Bochini está en la “B”, con su grandeza, esa que no desciende nunca, esperan volver pronto al lugar del que nunca debieron irse. El sábado no hubo violencia, no hubo agresión. La hinchada llorando cantó de lamento, prometiendo volver.