Ciudad de México, 7 de junio (SinEmbargo).- María Sharapova grita constantemente durante los partidos que disputa debido al esfuerzo. La rusa de belleza elogiosa va y viene con el golpeo dando cátedra cuando los nervios no la traicionan. Roland Garros se viste de gala con su refrescante e impertinente lluvia para recibir a las mejores tenistas del mundo. La arcilla hace juego a la gala de las vestimentas usadas por las atletas.
El año pasado, Sharapova iluminó París al ganar su primer Roland Garros. María se hizo ver en París como la gran atleta que el mundo del tenis espera ver siempre sin distracciones que la hagan cometer dobles faltas en momentos claves o errores no forzados infantiles que la hagan retroceder en su progresión de juego. El 2012 fue un buen año para la rusa que dominó la arcilla roja y se afianzó como una de las mejores del mundo.
Con expertos en imagen a su alrededor, Sharapova se ha convertido en un ícono a seguir por sus habilidades atléticas y su influencia en diversos sectores de la moda deportiva. Este 2013, Roland Garros se le presentó diferente a la bella tenista. El tener que refrendar el campeonato de un Grand Slam fue algo nuevo que amenazaba con hacer revivir los fantasmas de inseguridad a la hora del saque o de un punto definitorio. Sin embargo, el temple y la garra de una jugadora que hipnotiza cuando entra a la cancha, la posicionó en la final de este sábado.
Enfrente estará su némesis. La jugadora más potente de todo el circuito a la que María no vence en los últimos 12 enfrentamientos. Serena Williams sabe el talento que tiene y lo explota al por mayor sin piedad alguna. La estadounidense es la número uno del mundo por derecho propio basando su juego en la fortaleza que ninguna otra tenista del circuito tiene. Esta fuerza mezclada con el talento para poner bolas precisas inalcanzables la hacen inmensurable.
En 2012, Serena lloró desconsolada al quedar fuera en la primera ronda de Roland Garros. El amor de la norteamericana por París no es un secreto. La tenista tiene un departamento en la capital francesa donde va cada vez que tiene un descanso. El Grand Slam parisino es un torneo que ha ganado sólo en 2002, pero al que siempre quiere volver por sentirse como en casa. Este año, impulsada por una racha espectacular de 30 victorias consecutivas, se clasificó a la final del glamouroso torneo.
Este sábado, las dos mejores jugadoras del mundo se enfrentarán en busca de alzar la Copa Suzanne Lenglen. Dos jugadoras que ya saben ganar en París. Serena con el recuerdo lejano pero con un dominio total en los enfrentamientos directos. María con su actitud competitiva que le permitió ganar el año pasado y tener la posibilidad de refrendar lo obtenido. Con el favoritismo del lado de la estadounidense, Roland Garros despide a sus dos codiciadas mujeres que han sabido querer la arcilla roja como nadie y llegar hasta aquí.
