Ciudad de México, 6 de junio (SinEmbargo).- "¿Quieres que te cuente una historia? Cuando yo era niño tenía una prima con la que siempre jugaba al papá y a la mamá.Un día nos encerramos en un clóset y ella me plantó un beso. Me recuerda mucho a Yaseli, una niña coqueta que la noche del 4 de junio le confesó a su mamá que le gustaba Jonathan y que cuando creciera, se iba a casar con él. Pero ella no creció, al día siguiente se fue con su sonrisa. ABC nunca más".
Nick, un joven de la Escuela Nacional de Arte Teatral, narró este episodio a través de un tubo azul con el que recitaba poesía en voz baja antes de dar inicio la marcha silenciosa en conmemoración del incendio de la guardería de Hermosillo, Sonora, donde murieron 49 niños.
Como la historia de Yaseli, 15 jóvenes contaban la de alguno pequeño que tuviera cierta semejanza con su infancia.
Frente al Ángel de la Independencia ondeaban 25 banderas rosas y 24 color celeste en memoria de las niñas y niños fallecidos el 5 de junio de 2009. Sobre las escalinatas, 49 voluntarios sostenían la fotografía en blanco y negro de cada una de las víctimas de aquella tragedia y frente a la prensa Abraham Fraijo, padre de la pequeña Emilia lloraba y exigía justicia.
"Los culpables están libres en total de impunidad en Hermosillo, a una de ellas la exoneraron de responsabilidad por ser prima directa de Margarita Zabala, la ex Primera Dama. (Felipe) Calderón el ex Presidente no hizo más que encubrir de una manera insensible por proteger a los dueños de la guardería y a los culpables del incendio. Hay una nueva línea de investigación, pero eso no libera a los demás responsables", dijo Fraijo.
Tragó saliva y advirtió "cuando un país no puede proteger su futuro, a su infancia está condenado a la muerte".
ABRAHAM RECORDÓ A EMILIA, SU HIJA
"Emilia no debió morir. Debió vivir, debía estar aquí conmigo. Para mí, no hay reparación de daños. Lo que le hicieron a mi hija y a los niños de la Guardería ABC no es reparable, pero el gobierno tiene la obligación de reparar al país. Este caso hubiera sucedido en cualquier otro lugar tumba presidentes, tumba gobernadores y si no renuncian. Pero aquí no pasa nada", dijo.
Después, casi a las 6:00 de la tarde los manifestantes se encaminaron hacia el Zócalo capitalino. Los voluntarios cedieron las fotografías a un grupo de actores ataviados de negro entre los que se encontraban Luis Roberto Guzmán, Miguel Rodarte y Mario Iván Martínez.
Las banderas ondearon durante el trayecto, el silencio privó y el sonido fúnebre de los tambores parecía llevar al cementerio. Había luto en los rostros de los que marchaban y también en los espectadores que hacían valla a los costados de la Avenida Paseo de la Reforma.
El mutismo se quebraba en algunos puntos con el pase de lista que poco a poco se realizó durante el camino al Zócalo.
¡Andrea Figueroa! ¡No debió morir! ¡Valeria Muñoz! ¡No debió morir! ¡Axel Angulo! ¡No debió morir! ¡Andrés Alonso García! ¡No debió morir! ¡Ana Paula Acosta! ¡No debió Morir!
Luego, al arribar al Centro Histórico, el grupo silencioso tomó la calle 5 de mayo y pronto apareció en la plancha del Zócalo.
Las fotografías en marcos negros desfilaron alrededor de la Plaza de la Constitución, mientras la bandera ondeaba a media asta.
Julio César, Emilia, Fátima, Lucía y decenas más pronto estaban frente a Palacio Nacional. Sonrientes, con los ojos centelleantes y sus poses graciosas. Pero Abraham, el padre de Emilia y los manifestantes tenían el rostro desencajado.
Se asomaba coraje, impotencia y dolor al mismo tiempo. Todos gritaron al unísono una y otra vez ¡justicia! y ¡nunca más ABC!
Después de unos minutos, se encaminaron a la plancha del Zócalo y justo debajo del asta donde el viento agitaba al lábaro patrio, colocaron las fotografías y pronto aquello, se tapizó de luto.
