Yelena Isinbáyeva cumple 31 años con miras a su último mundial de atletismo; el retiro está cerca

03/06/2013 - 12:30 am

 

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Ciudad de México, 3 de junio (SinEmbargo).- Los ojos celestes iluminan una sonrisa que cientos de flashes captan para acompañar la crónica de una una proeza deportiva más. La atleta se levanta del colchón donde acaba de caer tras elevarse poco más de cinco metros ayudada por una garrocha. Es el estadio olímpico de Beijing en 2008. Yelena Isinbáyeva (Volgogrado,1982), mide 1.72m lo que le impidió cumplir el sueño de ser gimnasta. Una frustración personal que el mundo agradece.

Yelena cautivó al planeta con la belleza exterior que irradia con su sola presencia en la pista de atletismo. Los rasgos físicos le dieron un plus que ha sabido manejar. Su historia ha idealizado la imagen de la atleta ganadora. Su altura la dejó afuera de barras y expresiones artísticas en la gimnasia. Su capacidad física la llevó a una disciplina que revitalizó e hizo suya. El salto con garrocha se volvió global gracias a Isinbáyeva.

"Voy a ser la mejor del mundo, y campeona olímpica", le dijo la pequeña Yelena a su madre Natalia Petrovna. Entusiasmada por sus habilidades en la gimnasia, Isinbáyeva estuvo cinco años entregada a la disciplina artística. A los 15 años tuvo que dejarla. En medio de la frustración, Alexandr Lisovói (su entrenador),  tuvo la visión necesaria para entender que estaba frente a una atleta de alto rendimiento en potencia. Lisovói presentó a Yelena y a su amigo Evgeny Trofimov, entrenador de salto con garrocha.

La bella rusa debutó con la seriedad de quien busca la gloria deportiva a los 15 años, garrocha en mano. Era 1998 en Moscú. Isinbáyeva ganó su primer título en los juegos internacionales juveniles con sólo seis meses de entrenamiento. La fortaleza de su cuerpo y los cinco años de entrenamientos gimnásticos, hacían ver a Yelena manteniendo la postura mientras cruzaba la barra alzada entre cuatro y cinco metros.

LA RUSA DE GRAN FIGURA

Los límites de Isinbáyeva nunca fueron claros. Competencia tras competencia, su nombre fue plantándose con argumentos entre los mejores de la historia. Campeonatos mundiales iban y venían con Yelena volando sobre la barra rompiendo sus propios récords año tras año siendo la principal figura mediática a seguir. Las formas sencillas de una de las atletas más bellas del mundo provocaban el delirio que después se transformaba en asombro con lo que hacía en plena acción.

Fuera de la pista, Yelena usaba vestidos largos para hacerse fotografías que pronto acapararon revistas que les importaba un bledo el deporte pero no así el porte que la rusa presumía al mundo. Con una personalidad acorde a su abdomen y brazos marcados por tanto entrenamiento, Isinbáyeva sonreía ante el lente de la cámara con la sonrisa tan única que patento por naturaleza combinada con la nariz espigada y larga tan llamativa haciendo un rostro que engalanó al atletismo durante muchos años.

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Atenas 2004 arropó a Yelena. En suelo helénico, donde el espíritu olímpico nació, hizo vibrar el estadio repleto y al resto del mundo que observaba por televisión con una medalla dorada tan merecida como buscada. La promesa de aquella niña a su madre se hacía realidad. Con el mundo a sus pies, pendientes tanto de sus ojos como de sus saltos, Yelana se mantuvo en la élite. Cuatro años después, Beijing tiró la casa por la ventana. Un estadio llamativo en el diseño vería la máxima expresión del talento de la rusa que paraba el planeta mientras saltaba. La rusa hablaba con su garrota previo al salto. La barrera de los cinco metros ingresaron a la lista de pruebas superadas por Isinbáyeva. 5.05 Mts fue el registro final de Yelena que hasta la fecha continúa siendo récord mundial

Yelena nació el 3 de junio de 1982, hace exactamente 31 años. En 2012, recién entrada a los treinta, se presentó en  los Juegos Olímpicos de Londres. Con el complejo olímpico en el lado este de la ciudad, Yelena sufrió una pequeña lesión en días previos lo que provocó un recambio generacional en el podio. La mítica rusa se colgó el bronce quedando detrás de la estadounidense Jennifer Suhr y la cubana Yarisley Silva.

Fiel a su espíritu competitivo, Isinbáyeva declaró estar cansada de los constantes viajes y la presión de la máxima competencia. "Si hubiese ganado la medalla de oro en Londres, habría anunciado mi retiro", afirmó la rusa en una entrevista. Víctima del destino que la apartó de la gimnasia, la medalla de oro le fue negada para posponer su adiós definitivo. Este verano, en el Mundial de Atletismo Moscú 2013, la disciplina le rendirá un merecido homenaje de despedida. Yelena anunció que será su última competencia. Ahí, en casa, donde todo empezó hace 16 años con la sonrisa bien puesta elevándose, llorando, agitando la mano y el mundo delirando.

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