Ciudad de México, 1 de junio (SinEmbargo).- La lluvia cae a la arcilla que se pone más colorada de lo habitual. Los aficionados corren lentamente entre escalones para resguardarse con las chamarras subidas hasta la cabeza. Es París con lluvia, marco incomparable para algunos, pero un desastre para los tenistas que ven alargarse la jornada para el siguiente día sin que el calendario estipulado se modifique para futuras instancias.
El español Rafael Nadal ha regresado este año luego de ocho meses de ausencia en el circuito. Las rodillas del tenista han dicho basta en este 2012 después de tantos años de ajetreo. Mientras el mundo del tenis está al pendiente de la evolución de Nadal, el mallorquín llegó a Roland Garros enfilado tras ganar los masters de Madrid y Roma. La arcilla del Grand Slam francés que ha llenado de gloria al español, lo esperaba con ansias.
En medio de las miradas directas a sus rodillas, Rafa comenzó Roland Garros remontando un partido frente a Daniel Brands tras perder el primer set e ir perdiendo 3-0 en el segundo. Nadal accedió a la segunda ronda con un esfuerzo extra que muy pocos preveían. En lo físico se mostró bien y según el círculo cercano del jugador, no hay alguna molestia que alarme al circuito ni a los aficionados que van especialmente para verlo jugar.
La molestia llegó por otro lado. El vendaje puede ocuparse de soportar el esfuerzo de determinadas partes del cuerpo, los masajes relajan cualquier sobrecarga y los entrenadores pueden dosificar los entrenamientos para que los tenistas puedan estar en forma para el partido. Todos esos aspectos son acciones que se pueden controlar y agendar. Sin embargo, sigue siendo la naturaleza, en la mayoría de torneos de la ATP, uno de los puntos incontrolables.
Este jueves, Rafael Nadal tuvo que parar. Esta vez no fueron las rodillas o cualquier otra cosa física. El español enfadado declararía al final del partido que no podía entender por qué habían puesto el encuentro de segunda ronda frente a Martin Klizan ese día, cuando el sistema meteorológico había pronosticado lluvia. El tiempo hizo caso y en jueves llovió sobre el complejo de Roland Garros con Nadal en cancha.
El enfado de Nadal se justifica por el panorama que se le avecina al español si quiere ganar por octava ocasión el Grand Slam que ha dominado más veces que nadie. Para llegar a cuartos de final tendría que ganar tres partidos en cuatro días. Un aspecto que Rafa criticó al programar su partido a las 19 horas sabiendo la alta probabilidad de chubascos. La proeza comenzó este jueves cuando se reanudó su partido de segunda ronda.
Este viernes Rafael Nadal tuvo que sufrir después de un arranque flojo. El ritmo del día pasado tardó en salir. Klizan puso una resistencia admirable mientras que el de Mallorca sacaba el coraje que hemos visto en toda su carrera y con el empuje de la gente logró darle vuelta al partido que llegaba a su fin tras dos de peloteo. Con parciales de 4-6, 6-3, 6-3 y 6-3 y más de dos horas de juego, Rafa puso su nombre en la tercera ronda donde ya espera el italiano Fabio Fognini hoy sábado.
Mientras pelotas van y vienen con gritos de esfuerzo extra, el tiempo juega también su Grand Slam. La lluvia tan esperada como inoportuna es un hándicap en contra para los tenistas que intentan dosificar el rendimiento para un partido que se divide en dos días. Para el resto de mortales, un calamidad del tiempo, para los atletas de Roland Garros, una prueba digna del prestigioso torneo francés. Rafa Nadal está ante un camino arduo para refrendar el título obtenido en 2012 y que puede acrecentar aún más su leyenda.