Hace ya varios meses propuse un listado de novelas cortas aduciendo que serían un buen punto de partida para quienes leen poco. El argumento se sustentaba no sólo en la brevedad sino en la calidad de los libros propuestos. Aun cuando sigo convencido de que son una buena forma de iniciarse, no he dejado de pensar en el aliciente que puede significar el que un libro tenga pocas páginas.
Considero que, en efecto, libros gruesos, chonchos, tabiques o como quiera llamárseles, suelen presentarse como un disuasor de la lectura. La razón es muy simple: no todos estamos acostumbrados a fijarnos metas de largo alcance. Así, pensar en las horas por invertir para leer un libro que acumula varios centenares o, incluso, millares de páginas, bien puede alejarlo de nuestras manos. Por si eso fuera poco, hay quienes en un acto de extraña contabilidad prefieren que esas miles de páginas les representen una decena de títulos y no sólo uno. De esta forma podrán presumir un mayor número de libros leídos en determinado periodo de tiempo.
A lo anterior debe sumársele la época en la que vivimos. Aunque hoy en día se siguen produciendo libros muy gruesos, lo cierto es que son un pequeño porcentaje dentro de la industria editorial. En otras épocas, por el contrario, era común que los volúmenes fueran gruesos en tanto eran una de las pocas formas de entretenimiento. Nuestra actualidad nos ofrece pequeños momentos para la lectura y deben ser aprovechados.
Considero que los argumentos antes mencionados son válidos. Sin embargo, no puedo evitar que un pensamiento gris empañe lo antes dicho: si todo fuera cierto, si la tendencia continuara, ¿qué será de esos grandes libros en toda la extensión de la palabra? Porque la acumulación de cuartillas que ha permitido la existencia de novelas monumentales ha tenido razón de ser. Esos centenares de cuartillas son la clave para conseguir que los personajes evolucionen, para que la historia se desarrolle por completo, para retratar una época o para inaugurar un nuevo modo de contar historias.
Es cierto, la extensión y la calidad no están relacionadas. Sin embargo, tampoco se pelean. De ahí que existan grandes novelas cortas y grandes novelas chonchas. El listado de hoy es de los extensos. Incluyo una decena de novelas. Todas superan (o se acercan mucho) el millar de páginas. Sé que no es fácil darse a la tarea de leerlas una tras otra. Sin embargo, al menos para mí, han significado grandes temporadas de placer.
Por cierto, como resulta imposible hacer una síntesis o una simple crítica, me limitaré a decir mis razones como lector. Es una forma, además, de refundar mi subjetividad.
Los miserables
Aunque podría decirse que es un melodrama en toda su extensión, lo cierto es que también se ocupa del retrato de una época. Además, el antagonista es el epítome de la tozudez. Víctor Hugo parece regodearse en el sufrimiento de sus propios personajes incluso cuando, al parecer, no pueden padecer nada peor.
........................................................................................................................
La montaña mágica
Al margen de la historia, de los ligeros giros en la trama, en esta novela de Thomas Mann el asunto es filosófico. Las conversaciones que entabla Hans Castorp con Naphta y Settembrini son un enorme desplegado de técnica dialogal y sirven para reconstruir la forma de pensar de quienes se tiran a la diletancia.
........................................................................................................................
Baudolino
La especialidad de Humberto Eco es encontrar un pequeño hueco histórico para, a partir de éste, construir toda una novela en la que no se pueda definir a cabalidad qué fue cierto y qué no. Con esta novela llega aún más lejos, porque a lo histórico se suma lo fantástico creando una novela imposible de olvidar.
........................................................................................................................
En busca del tiempo perdido
Con esta novela, Marcel Proust deja claro cómo el manejo de la temporalidad en la novela puede llegar a un nivel tal que se dispute el protagonismo con una historia amarrada en los pequeños detalles, donde casi resulta imposible no perderse cada tanto.
........................................................................................................................
2666
Es una novela múltiple desde donde se le vea. Ya porque el autor, Roberto Bolaño, quiso publicarla en cinco libros, ya porque el argumento se fragmenta hasta la insignificancia. Sea como fuere, es una obra maestra que, para mayor impacto, fue publicada de manera póstuma, lo que casi le garantiza la posteridad.
........................................................................................................................
El Quijote
Miguel de Cervantes Saavedra no sólo se dio el lujo de inaugurar la novela moderna, sino que lo hizo a partir de una obra que parece abarcarlo todo; al menos, en los terrenos de las dicotomías humanas. Esta novela está armada de muchas historias que, a la larga, conseguirán que el lector se acerque a la bipolaridad, de tantos cambios anímicos que experimentará.
........................................................................................................................
Ana Karenina
El realismo ruso llega a uno de sus puntos más altos con esta novela de León Tolstoi. Sin embargo, es necesario remarcar el carácter simbólico de una importante cantidad de elementos dentro de la historia. Si a ello se le suma la seducción de una prosa impecable, las páginas correrán a la misma velocidad que los trenes dentro de la novela.
........................................................................................................................
El conde de Montecristo
Si existiera algo así como el modelo de la novela de aventuras, tendría que partir de este libro de Alejandro Dumas. Sin embargo, el valor de esta obra no descansa sólo en las múltiples pruebas que debe afrontar el protagonista. También lo hace en la delectación morbosa que causa su venganza.
........................................................................................................................
Las benévolas
El mérito de la novela no sólo descansa en la habilidad del autor, Jonathan Litell, para recrear ese periodo histórico tantas veces narrado, la Segunda Guerra Mundial. También reside en su capacidad por crear un personaje tan bien diseñado como su protagonista, capaz de provocar sentimientos encontrados en un mundo donde impera el caos.
........................................................................................................................
Ulises
Dentro de las novelas monumentales ésta tiene un lugar especial: toda la trama sucede en un mismo día. El que le basta a James Joyce para conseguir movimientos formales inéditos gracias a los cuales sus personajes se vuelven únicos.
Es cierto, muchas de las novelas mencionadas en la lista anterior requieren de lectores serios, curtidos en la experiencia de la lectura. Emprender la tarea que significa leerlas no sólo es un reto por la cantidad de cuartillas. En algunos casos, la exigencia también está a nivel conceptual: son libros difíciles. Sin embargo, justo en las dificultades que ofrecen, en el reto que significan, es donde descansa la maravilla de su lectura. De una u otra forma, tantas páginas sirven para crear mundos habitables, donde uno puede pasear a sus anchas con la certeza de que, de un momento a otro, un acontecimiento terminará por cambiar la vida de los protagonistas y, con ella, la de uno mismo. Con estas novelas se reactiva el lugar común que asegura que existen libros que uno quisiera que no terminaran nunca. Los anteriores son sólo un breve ejemplo de ello.