México

El INAH, que financia y ejecuta el proyecto de restauración, comenzó a trabajar en el templo en septiembre de 2019, dos años después del terremoto que dañó el templo. La primera fase consistió en estabilizar la estructura con soportes de acero para evitar más pérdidas y cubrir la cúpula colapsada para evitar la entrada de agua de lluvia. Sin embargo, desde su término en diciembre de 2020, ha sido una larga espera para la fase dos, que comenzó el 8 de agosto de este 2022.

Por María Teresa Hernández 

Ciudad de México, 28 de agosto (AP). — Como el torrente sanguíneo que irriga un cuerpo humano, alguna vez corrió agua por las calles de la actual Ciudad de México. Su caudal arrasó con animales, casas y gente, pero un día trajo consigo la imagen de una virgen.

Aquel lienzo que cayó en manos de un cacique en 1580 se perdió, pero una copia sobrevive en la pared de un templo que ha visto pasar inundaciones y terremotos sin que la pintura de la virgen sucumba. El último sismo que sacudió su estructura junto al corazón de los mexicanos ocurrió en septiembre de 2017 dejando al menos 360 muertos y el Santuario Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles parcialmente destruido.

Apenas ahora, a semanas del quinto aniversario de la catástrofe, arrancó la segunda fase de restauración del templo tras una primera etapa que abarcó de septiembre de 2019 a diciembre de 2020.

El padre Adrián Vázquez celebra misa en Santuario Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles, en la colonia Guerrero, Ciudad de México. Foto: Ginnette Riquelme, AP.
La iglesia Santuario Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles, en la colonia Guerrero, Ciudad de México. Foto: Ginnette Riquelme, AP.

En el primer domingo de agosto de este año, la misa de las 10:00 horas no es una celebración cualquiera para el santuario de esta virgen que ha resistido ante la fiereza del agua y de la tierra. Cobijado por una carpa improvisada a media calle en el barrio de Guerrero, la emoción del padre Adrián Vázquez ante la noticia del reinicio de la reparación no se esconde ni bajo la mascarilla que le protege en un país que mantiene restricciones por la pandemia.

Más de 100 feligreses lo escuchan desde unas sillas de plástico flanqueadas por montoncitos de escombros que cayeron del santuario cinco días después del terremoto. A su izquierda su iglesia está rota. El espacio que rodea a la virgen está intacto, pero otras paredes muestran grietas profundas. Una de sus columnas luce visiblemente inclinada. La mitad de su cúpula colapsó y lo que queda de ella se sostiene con andamios como un anciano que se apoya en su bastón.

Detrás del espacio en el que hubo un altar y hoy abre camino a los andamios, Nuestra Señora de los Ángeles está de pie cubierta por un manto azul, las palmas unidas frente al pecho y una expresión apacible. La imagen retrata la Asunción de María, que para los católicos simboliza que la madre de Jesucristo se elevó al cielo en cuerpo y alma al finalizar su vida terrenal.

Los andamios al interior de la iglesia Santuario Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles. Foto: Ginnette Riquelme, AP.
Los feligreses retiran una parte de un arco de flores que rodea una copia pintada que representa la Asunción de la Virgen dentro de la iglesia católica de Nuestra Señora de los Ángeles, dañada por el terremoto de septiembre de 2017. Durante los esfuerzos de restauración, la imagen está en un marco protector y cubierto por paneles de vidrio y madera que se abren y cierran como un libro. Foto: Ginnette Riquelme, AP.

María del Carmen Castro, Coordinadora de Conservación del Patrimonio Cultural, explica en un video del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que la parroquia es especial para el pueblo mexicano porque la virgen se considera milagrosa y su santuario es el segundo en importancia después de la Basílica de Guadalupe, donde está la aparición mariana más querida en este país mayoritariamente católico.

El padre José Berruecos, quien hace cien años publicó un libro sobre el templo, la respalda: “En medio de las inundaciones, con todos sus pormenores, con todos los males que causaron, sobre ese fondo de oscuridad y desolación aparece en plena luz la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles como el arco-iris en medio de la tempestad”.

La esperanza no es un placebo, dice el padre Adrián durante la misa, sino una espera que amerita trabajo personal para que las cosas sucedan. Añade que él está esperanzado en que su templo pueda recuperarse, pero lograrlo amerita un esfuerzo colectivo. “La espera no es pasiva y el templo no se va a reconstruir solo o únicamente con ayuda del Gobierno. ¿Dónde quedamos nosotros?”.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) está financiando y llevando a cabo el proyecto de restauración de la parroquía y sus figuras. Foto: Ginnette Riquelme, AP.
Los andamios sostienen el interior de la iglesia católica de Nuestra Señora de los Ángeles, dañada por un terremoto, mientras los feligreses se llevan flores que habían adornado una pintura de la Asunción de la Virgen para ofrecerlas a los fieles. Foto: Ginnette Riquelme, AP.
Apenas unas semanas antes el aniversario del terremoto del 19 de septiembre de 2017, Vázquez anunció a sus feligreses que se reanudará el trabajo de restauración del templo católico. Foto: Ginnette Riquelme, AP.

Durante la misa es notable una ausencia. La virgen no está. Bajo su capilla improvisada sólo le acompaña una copia pintada con cera mientras adentro continúan los trabajos de reparación que el INAH encabeza en éste y al menos otro centenar de templos dañados por el sismo.

Entretanto, la virgen espera, probablemente en el mismo lugar en el que el cacique Izayoque le construyó su primera capilla a finales del siglo XVI y se edificó el santuario actual doscientos años después. Su destino está atado a su templo porque fue pintada sobre una pared de adobe cuya fragilidad le impide moverse.

“Si perdemos la parroquia, perdemos la virgen”, asegura el padre Adrián.

La voz de María González se quiebra cuando recuerda el domingo de 2017 en que la cúpula se fracturó. La mujer de 66 años estaba en su casa cuando empezó a recibir mensajes anunciándole el desplome. Ella y otros vecinos corrieron para acompañar al párroco Cirilo Colín, que estaba a cargo y se retiró antes de la llegada del padre Adrián, a finales de 2019.

María Elena Corona explica cómo ayudó a crear carteles que ilustran la historia de la virgen Nuestra Señora de los Ángeles, sentada afuera de la iglesia católica Nuestra Señora de los Ángeles. Corona, quien pisó el santuario por primera vez hace medio siglo, se ha mudado varias veces desde entonces, pero siempre se sintió atraída por regresar. Foto: Ginnette Riquelme, AP.
Los escombros que dejó un terremoto hace cinco años se apilan junto a una mesa con una canasta de donaciones y botellas de gel antibacterial para los feligreses que llegan a una misa al aire libre celebrada bajo una carpa en las afueras de la iglesia católica Nuestra Señora de los Ángeles mientras se somete a trabajos de restauración. en la colonia Guerrero de la Ciudad de México. Foto: Ginnette Riquelme, AP.

“Dicen que fue un ruido tremendo, como una explosión”, recuerda María. “Cuando lo vimos nos pusimos a llorar… Fue un milagro que no hubiera ningún accidente”.

Hoy los fieles cuidan de su virgen como ella ha cuidado de ellos. Cuando el padre Adrián llegó, usó parte de sus propios ahorros para reparar el cableado eléctrico, retocar paredes y resarcir otros detalles. Rosa María Ordoñez, de 76 años y quien conoció la parroquia de la mano de su abuela cuando era niña, vende ropa y otros objetos donados para juntar presupuesto. Otros dan clases de catecismo y otros realizan diversas tareas de limpieza.

Algunos vuelven aunque hayan dejado el barrio o el país temporalmente, como María Elena Corona, que tiene 85 años y pisó el santuario hace más de 60. Aunque se ha mudado en varias ocasiones fuera del país, dice que siempre regresa porque la virgen no la deja ir. La última vez voló desde Estados Unidos, cuando el terremoto de 1985 mató a casi diez mil personas y surcó las primeras cicatrices en el templo. Desde entonces vive en México y ayuda “en lo que se necesite”. Una de sus aportaciones más recientes fue resumir e ilustrar la historia de su virgen en cartulinas desplegadas a espaldas del sacerdote durante las misas.

El reverendo Adrián Vázquez hace su procesión de entrada mientras su teléfono celular colocado en un trípode transmite en vivo el comienzo de una misa al aire libre que se lleva a cabo bajo una carpa en las afueras de la iglesia católica. El sacerdote de 38 años insta constantemente a su feligresía a invitar a otros a la congregación, trabajando para mejorar su presencia en las redes sociales. Foto: Ginnette Riquelme, AP.
El teléfono celular del reverendo Adrián Vázquez está colocado en un trípode que transmite en vivo una misa al aire libre celebrada bajo una carpa en las afueras de la iglesia católica de Nuestra Señora de los Ángeles. Foto: Ginnette Riquelme, AP.

Con su asignación a esta parroquia, el Arzobispado de México pidió al padre Adrián encabezar una “recuperación integral”, pues tras el daño a la estructura muchos feligreses migraron a templos en mejores condiciones. El párroco de 38 años trabaja sin descanso aconsejando a sus feligreses, pidiéndoles que inviten a más miembros para que crezca la congregación, actualizando las redes sociales del templo y transmitiendo la misa en streaming a través de su celular. Con una sonrisa asegura que el pasado 2 de agosto, cuando fue la fiesta patronal de Nuestra Señora de los Ángeles, la calle estaba a reventar y al menos unas 900 personas asistieron.

La segunda etapa de restauración concluirá en diciembre de este año y se enfocará en el mantenimiento del “camarín”, un espacio que se ubica a espaldas del altar mayor. Según el arquitecto Antonio Mondragón, quien encabeza los trabajos, el objetivo es evitar filtraciones de agua y desprendimientos de aplanados para frenar el deterioro de la estructura y que el camarín sea un espacio que sirva de apoyo cuando inicie la restauración de la nave principal.

Situada en el barrio residencial de clase trabajadora de la colonia Guerrero y portando uno de los títulos de la Virgen María, la historia de Nuestra Señora de los Ángeles data de finales del siglo XVI. Foto: Ginnette Riquelme, AP.
Después de meses de trabajo para estabilizar la estructura, la fase dos ya ha comenzado para el proyecto de restauración. A medida que se acerca el quinto aniversario del terremoto del 19 de septiembre de 2017, los feligreses siguen asistiendo a misa en la calle justo afuera del templo. Foto: Ginnette Riquelme, AP.

Mientras eso ocurre, la virgen aguardará dentro de su “encofrado”, un sistema de protección que el INAH montó sobre la pared de adobe que la mantiene atada a su templo para protegerla de otro sismo o cualquier amenaza que pudiera maltratarla. Ahí, cubierta por un cristal y tapas de madera que se abren y cierran como un libro, sólo recibe a un puñado de afortunados que pueden mirarla de cerca si el sacerdote lo permite y al resto los escucha a la distancia.

Cuando el padre Adrián está a punto de terminar una misa, los músicos se preparan y él pide a la congregación que gire a su izquierda para encarar al templo. “Vamos a cantarle a la virgen”, pide, y aunque no puedan verla, todos levantan la voz para ella.