México

Sammuel entró a trabajar a Tierra Garat en mayo de 2021, primero a una sucursal ubicada en Satélite y, luego, a Blas Pascal. En Satélite, señala, recibió comentarios transfóbicos de parte de Uriel Buñuelos, entonces gerente de la sucursal. Tras ese primer episodio, la solución de la empresa fue cambiar a Sammuel de sucursal. Y en Blas Pascal, en primera instancia, fue víctima de acoso sexual.

Ciudad de México, 11 de julio (SinEmbargo).- “En este establecimiento no se discrimina por motivos de raza, religión, orientación sexual, condición física o socioeconómica ni por ningún otro motivo”, se lee en uno de los muros de la cafetería Tierra Garat, ubicada en la calle de Blas Pascal cruce con Ejército Nacional, en Polanco. Sin embargo, ese mensaje en apariencia inclusivo, lleno de buenas intenciones, no aplica para sus empleados.

Sammuel Tovar es un joven trans, de 21 años, que hasta hace unos días trabajaba como barista en dicha sucursal y que fue víctima de acoso y actos de transfobia por parte de sus compañeros. Denunció a los agresores en más de una ocasión, a través de los canales proporcionados por la empresa, agotando todas las instancias, y la respuesta de Tierra Garat –afirma Sammuel en entrevista– fue omisa y revictimizante.

Por ello decidió hacer una denuncia pública, a través de un video que subió a su cuenta de Tik Tok (@wottonx), en la que lo siguen más de 28 mil personas.

Sammuel publicó el video el jueves 16 de junio. El lunes 20 de junio, alrededor de las tres de la tarde, Sammuel fue obligado a sentarse, en una de las mesas de la cafetería, junto a tres hombres, representantes de la marca. Ninguno de ellos se presentó; es decir, no le dijeron ni sus nombres ni sus cargos. No obstante, Sammuel conocía a uno de ellos, un hombre de piel morena que frisa los 40 años, representante del área de Recursos Humanos, a quien identifica como Gerardo.

–Afectaste a la empresa con la publicación del video, le causaste un daño a la imagen de la marca y por eso vamos a proceder con la separación –le dijo Gerardo.

–Subí el video porque nunca recibí el apoyo de ustedes. Y, ahora, ¿me están castigando a mí? –replicó Sammuel.

Luego ocurrió algo que a Sammuel le pareció insólito: Gerardo hizo mención del caso de Amber Heard versus Johnny Depp:

–¿Acaso no viste lo que pasó con la denuncia de Amber Heard? Ella se hizo la víctima, quedó mal y ahora debe dinero.

La conversación siguió en ese tenor y, por momentos, Gerardo elevaba la voz e increpaba a Sammuel. Esto lo sé porque –de casualidad– yo me encontraba ahí, como cualquier otro cliente, sentado en otra mesa.

Exterior de la sucursal Blas Pascal de Tierra Garat. Foto: Erick Baena Crespo

Sammuel se negó a firmar, pero Gerardo insistió, diciéndole: “Si no firmas, nos veremos obligados a emprender acciones legales en tu contra”.

“Yo le señalé los papeles que me puso frente a mí y le dije: ahí dice ‘renuncia’ no ‘despido’, y ustedes me están corriendo. Él me respondió: ‘¿Nos causaste daño económico y aún así quieres que te demos dinero? ¡Cómo crees! Tienes que firmar tu renuncia; si te niegas, no te toca nada’”, denuncia Sammuel.

Sammuel firmó su renuncia en medio de intimidaciones, y por temor a las supuestas represalias legales, pero –a pesar de ello– decidió alzar la voz y contar su historia.

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Sammuel entró a trabajar a Tierra Garat en mayo de 2021, primero a una sucursal ubicada en Satélite y, luego, a Blas Pascal. En Satélite, señala, recibió comentarios transfóbicos de parte de Uriel Buñuelos, entonces gerente de la sucursal. Tras ese primer episodio, la solución de la empresa fue cambiar a Sammuel de sucursal. Y en Blas Pascal, en primera instancia, fue víctima de acoso sexual: Iván Linares, ex compañero de trabajo, le confesó que se sentía atraído por él; Sammuel le respondió que no estaba interesado.

“Empezó a acosarme en redes. Me stalkeaba y, como soy muy abierto, y si me siento triste posteo una canción melancólica, él deducía mi estado de ánimo y llegaba a la cafetería a molestarme”, detalla.

El acoso de Iván no cesó, sino todo lo contrario: se intensificó. Iván le hizo a Sammuel insinuaciones sexuales. Sammuel se acercó, entonces, a Giovanni Barrera Ramos, supervisor de operaciones en Tierra Garat, a quien le reportó lo sucedido.

–Ya son muchos problemas, ¿no te parece? –le dijo Giovanni.

–¿Soy yo el problema o es la empresa, que no cuenta con personal capacitado y sensible? –replicó Sammuel.

Giovanni matizó:

–No estoy diciendo que tú estés mal, sino que son varios conflictos y siempre me avisas demasiado tarde.

Giovanni, entonces, le propuso a Sammuel cambiarlo, otra vez, de tienda. Sammuel se negó y le exigió que actuara en contra del agresor. Incluso le envío pruebas. Giovanni sólo alcanzó a responder:

–No te preocupes, vamos a resolverlo.

El área de Recursos Humanos citó a Sammuel e Iván y los reunió en una sala (con Gerardo y Giovani presentes), con el fin de interceder en el conflicto.

Sammuel es obligado a firmar una renuncia. Foto: Erick Baena Crespo

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Abro paréntesis:

En la más reciente reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT), publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de mayo de 2019, se incorporó la fracción XXXI al artículo 132, para incluir la siguiente obligación patronal: “Implementar, en acuerdo con los trabajadores, un protocolo para prevenir la discriminación por razones de género y atención de casos de violencia y acoso u hostigamiento sexual, así como erradicar el trabajo forzoso e infantil”.

La fracción obliga a los centros de trabajo a poner en marcha protocolos que atiendan casos de violencia, acoso y hostigamiento sexual, con el propósito de facilitar el cumplimiento de la ley a los empleadores.

La Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS) desarrolló un modelo para la elaboración del Protocolo para la prevención, atención y erradicación de la violencia laboral. En dicho modelo, la STPS establece que, para la atención de los diversos casos de violencia laboral, “la Persona Consejera y/o Comité de Atención y Seguimiento [responsabilidades y/o áreas creadas ex profeso para el cumplimiento de esta disposición] deberá comunicar a la presunta víctima la existencia de distintas vías para la solución del caso”, como son la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (Profedet), los Centros de Conciliación y los Juzgados Laborales.

Cabe señalar que Tierra Garat no siguió ningún protocolo ni le explicó a Sammuel las vías y opciones que tenía para la solución de su caso.

Cierro paréntesis.

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De vuelta a la reunión, Sammuel les mostró a Gerardo y a Giovanni, como prueba, un audio que le envío Iván, en donde este último le “confesaba” lo que sentía por él (dicho audio incluía mención a fantasías sexuales). Ante la prueba irrefutable, Gerardo le dijo:

“En el audio no se escucha que se refiera a ti, no dice tu nombre, y por eso no se puede hacer gran cosa”. Y luego sugirió que el audio podría estar editado. Sammuel estaba sorprendido, molesto, y lamentó que, ese intento de mediación, estuviese naufragando. Por último, Gerardo le advirtió a ambos: “Vamos a investigar el caso y, sea lo que sea que encontremos, habrá represalias”. Y remató su comentario, diciendo: “Si ambos contribuyeron, los daremos de baja a los dos”.

De acuerdo con los artículos 46 y 47 de la LFT, el hostigamiento y el acoso sexual son una de las causas de rescisión del contrato.

No obstante, ese criterio legal no se aplicó en el caso de Iván, quien, al verse orillado por las pruebas, renunció.

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El acoso sistemático causó dañó a la salud mental de Sammuel, quien empezó a mostrar síntomas de abatimiento y depresión. A pesar de eso, él se esforzaba para que su estado anímico no impactara en su desempeño laboral.

“Antes del cambio de turno, uno tiene que hacer la entrega, reabastecer todo (leches, polvos, lavar licuadoras, etcétera) y dejar limpio. Yo procuraba siempre dejar la barra impecable, a diferencia de algunos de mis compañeros”, me explica Sammuel.

Sammuel, entonces, se acercó a Alejandro Estrada, actual gerente de la sucursal de Blas Pascal, y se quejó de los compañeros que dejaban sucia la barra, a lo que él le respondió: “No te preocupes, lo hablo con ellos”.

“Un día, debido a mi depresión, tuve un mal turno y acepté mi mal desempeño de esa jornada. A pesar de eso, Alejandro decidió hacer una junta, con la presencia de mis compañeros, para gritarme y llamarme la atención”, cuenta Sammuel.

Sammuel alcanzó a replicar: “¿Ves? A mí me haces una junta para llamarme la atención por un día malo y a ellos, que dejan sucio todos los días, por ser tus amigos, no les dices nada”.

Al final de esa junta, Alejandro intentó levantarle un acta administrativa a Sammuel y suspenderlo tres días, pero no lo logró.

Sammuel, a petición de otro grupo de baristas, que simpatizaban con él, se afilió al sindicato de la empresa y se involucró en algunos asuntos laborales que afectaban a sus compañeros. Eso también generó tensiones entre él y Alejandro.

No obstante, previo a esos episodios, Alejandro, de forma reiterada, le hacía comentarios transfóbicos a Sammuel.

Para una persona trans, que labora como barista, la posición más difícil es la caja –confiesa Sammuel–, debido al contacto con los clientes, quienes, por ignorancia o deliberadamente, no usan los pronombres de forma correcta, a pesar de que el nombre de los baristas esté escrito en una etiqueta adherida a sus mandiles.

“Es difícil porque, a pesar de la gorra, el suéter o cualquier otra prenda que te cubra, no sabes cómo se van a referir a ti del otro lado”, dice.

En ocasiones a Sammuel le tocaba atender en la caja. Algunos clientes se referían a él como mujer, le decían: “Gracias, señorita”. Eso provocaba las risas de Alejandro, que se burlaba a sus espaldas. Incluso, una vez, le tomó el hombro y le dijo: “¡Ay, señorita!”. Sammuel sostiene que Alejandro alimentaba las burlas de los clientes y, también, la de sus compañeros.

En una ocasión, en un grupo de WhatsApp, en el que estaban todos los empleados de la sucursal, Alejandro se burló del cabello corto de Sammuel, compartiendo un meme que decía: “Tu amiga que se hace corte de pelo y fleco después de una ruptura amorosa”. Sammuel contestó en dos mensajes: “Jajaja”, “Soy”.

–¿Por qué respondiste eso? –le pregunto.

–No quería mostrarle a él y a mis compañeros que sus burlas me hacían daño. Pero todo tiene un límite…

Sammuel se cortó el cabello, con el fin de evitar confusiones de los clientes. Alejandro no sólo se mofó de él en WhatsApp, sino que un día le dijo: “Es que con ese pelo pareces una lesbiana machorra”.

Sammuel explotó y le dijo: “¡Tus estereotipos me enferman!”.

En otra ocasión, Geovanna Pérez, barista, compañera de turno, le dijo a Sammuel: “Si te hubieras dejado [refiriéndose al acoso de Iván], tendríamos más personal”. Alejandro asintió, burlón. Sammuel se contuvo y guardó silencio.

“En las juntas con los baristas, Alejandro también hacía comentarios transfóbicos con mucha frecuencia. Por ejemplo, antes de que llegara una compañera a trabajar a la sucursal, éramos puros varones. Alejandro solía decir: “Somos puros hombres… Bueno, hombres y medio porque Sammuel no cuenta como uno”.

Y esa misma frase la anotaba en un pizarrón blanco, que se usa para el control de los turnos.

Por segunda ocasión, Sammuel se acercó a Giovanni, a quien le escribió en Whatsapp, reportándole la burlas de las que era objeto, a lo que Giovanni le respondió: «Haber (sic) Samuel no solo estoy trabajando para ti, y no solo estoy pendiente de ti, estoy trabajando y estoy con una apertura de Tienda, puedes tomar las medidas y decisión que más te convenga o ir a la dependencia que gustes pues tú mejor que nadie sabrá que hacer».

Sammuel, entonces, le escribió un correo a Alejandro Chaparro, director de Coffee Shops en Sabormex, el grupo empresarial propietario de Tierra Garat. No le respondió.

Sammuel se vio orillado a subir el referido video a Tik Tok, el jueves 16 de junio, en el que hace pública su denuncia, mismo que la plataforma eliminó días después, así que Sammuel lo compartió en Twitter (red social en la que tuvo que crear una cuenta) y en Instagram. En Twitter recibió una respuesta, con tono institucional, desde la cuenta oficial de la cafetería.

Y eso fue todo. El lunes siguiente fue despedido.

Screenshot de la conversación de Sammuel con Giovanni. Foto: Erick Baena Crespo

–En las sucursales de Tierra Garat reciben a los clientes con un mensaje de inclusión, que dice: “En este establecimiento no se discrimina por motivos de raza, religión, orientación sexual, condición física o socioeconómica ni por ningún otro motivo”. ¿Tu caso demuestra que la empresa no es inclusiva después de todo?

–A mí me despidieron por alzar la voz. Tierra Garat no es una empresa inclusiva porque permite y solapa la discriminación. Yo creo que a la empresa le falta empatía y liderazgo. Y estoy alzando la voz, a pesar de ser amedrentado, por mi comunidad, porque no quiero que lo que me pasó a mí le ocurra a alguien más.

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A pesar de que, a la fecha, 14 entidades han aprobado la Ley de Identidad de Género, que permite la emisión de nuevas actas de nacimiento, en algunas empresas aún soplan aires medievales. Según el “Diagnóstico Nacional sobre la discriminación hacia personas LGBTI en México: Derecho al trabajo”, elaborado por la Fundación Arcoíris y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), el 43 por ciento de las personas encuestadas han sufrido hostigamiento, acoso o discriminación.

“Es imperativo combatir la concepción de que sólo existen dos géneros, y de que la identidad de las personas necesariamente debe ajustarse al sexo que se les asigna al nacer. En ese sentido, el Estado debe reconocer explícitamente –e informar a la población sobre– la diversidad de identidades de género. De otra manera, el estigma y los prejuicios sobre las personas trans difícilmente serán erradicados”, se lee en una ficha temática, titulada “Discriminación por identidad de género”, elaborada y difundida por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

En ese sentido –once días antes del despido de Sammuel– , el Congreso de la Ciudad de México aprobó, con 49 votos a favor, las reformas a siete leyes de la capital, que promueve sanciones administrativas “a los actos de discriminación cometidos por parte de personas servidoras e instituciones públicas o particulares”.

El joven Sammuel Tovar. Foto: Erick Baena Crespo

La iniciativa, promovida por Temístocles Villanueva, diputado local por el partido Morena, reformó artículos del Código Penal, la Ley de Protección y Fomento al Empleo, la Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación, la Ley de Cultura Cívica, la Ley de Establecimientos Mercantiles, la Ley de Responsabilidades Administrativas y la Ley de Educación.

Las modificaciones al artículo 65 de la Ley de Establecimientos Mercantiles para la Ciudad de México, por ejemplo, establece sanciones de entre 33 mil 773 y hasta de 240 mil 550 pesos “cuando se cometan actos discriminatorios dentro de establecimientos mercantiles”.

A juicio de Ari Vera, presidenta de la Federación Mexicana de Empresarios LGBTTTIQ+, Sammuel fue revictimizado con su despido, por lo que dichas reformas a las leyes de la capital, en su caso, podrían hacerse valer.

“Las empresas deben entender, sea desde la empatía o desde la obligación legal, que el respeto a los derechos de sus trabajadores es algo irrenunciable”, señala.

Vera asegura que, si bien existen avances de inclusión en el ámbito privado, sobre todo en las empresas transnacionales, prevalece la resistencia a la hora de generar espacios laborales libres de violencia y no discriminación. Y agrega que las empresas mexicanas, sobre todo las de origen familiar, suelen ser conservadoras y, por esa razón, sus dueños propician un ambiente discriminatorio.

Tierra Garat –opina Ari– no le garantizó a Sammuel un mecanismo de denuncia o de resolución.

“Despedir a una persona trans, atropellando sus derechos, es la peor manera de resolver un conflicto laboral. Revelan una falta de visión. Me pregunto: ‘¿Qué ocurrirá cuando ese mismo gerente atienda a un cliente trans? ¿Será irrespetuoso?’”, se pregunta Ari.

–A tu juicio, ¿cómo debió actuar Tierra Garat en este caso?

–Si hubiesen enfrentado este problema como un área de oportunidad, garantizando a los colaboradores un lugar de trabajo amigable, respetuoso, empático, nada de esto habría pasado. ¿Por qué? Porque generar espacios de diversidad suma.

–Más allá de marketing y de ondear las banderas LGTBTTI+ y de la visibilidad trans, ¿qué crees que hace falta para garantizar una verdadera inclusión al interior de las empresas? –le pregunto.

–No basta con una política que señale de forma expresa: aquí no se discrimina a nadie, sino cómo vas a garantizar que esa discriminación no se reproduzca ni se repita. Y también cómo vas a sancionarla. La apuesta por la diversidad e inclusión implica revisar todos los procesos de la empresa, en los cuales se tenga que transversalizar el principio de no discriminación y equidad, desde una perspectiva de género. Existen empresas que lo hacen bien, pero falta mucho camino por recorrer –concluye.

Respuesta de Tierra Garat en Twitter. Foto: Erick Baena Crespo

En febrero de 2022, en el Semanario del Poder Judicial de la Federación, se publicó una tesis aislada (resultado de un amparo promovido por un trabajador que alegó que fue obligado a firmar una renuncia) que establece los criterios que deben considerar los jueces para determinar si una renuncia es forzada o no.

El Quinto Tribunal Colegiado en materia de Trabajo del Primer Circuito determinó que “cuando el trabajador alega que fue obligado e, inclusive, recibió instrucciones para firmar su renuncia, y el patrón afirma que la terminación de la relación laboral fue voluntaria, a éste corresponde: i) acreditar la existencia del escrito original de aquélla, el cual deberá contener los elementos de certeza idóneos para reflejar, convincente y congruentemente, la voluntad, la autonomía y espontaneidad del trabajador para esos efectos; y, ii) una vez acreditados esos extremos, al trabajador corresponderá demostrar la influencia, engaño, coacción o intimidación física, moral o económica alegada […]”.

Sammuel, por tanto, fue obligado a firmar una renuncia bajo coacción, de eso no hay duda.

Aclaración:

Busqué a los representantes del departamento de Recursos Humanos de Tierra Garat, para conocer su postura sobre este caso. Les informé, con días de anticipación, sobre la publicación del reportaje. Me informaron que asignarían a una persona para atender mi petición; no obstante, al cierre de esta nota, nadie me contactó ni recibí respuesta alguna a mi solicitud.

*Nota del editor: A petición del autor se eliminó una fuente del texto original, al considerar que contraviene el objetivo del reportaje.