Cuatro entierros infantiles del periodo Colonial Temprano se hallaron en un predio de La Lagunilla. Los cuerpos fueron inhumados a la usanza prehispánica y revelan un momento de crisis.
Ciudad de México, 28 de junio (SinEmbargo).- El registro de una vivienda prehispánica donde se hallaron cuatro entierros infantiles y tres adultos es una prueba de la resistencia cultural mexica luego de la histórica derrota que marcó un antes y un después en 1521, informa en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los vestigios datan del Colonial Temprano (1521-1620), periodo en el que los españoles expulsaron a la periferia a los habitantes originales de Tenochtitlan.
El hallazgo, ubicado en un predio de La Lagunilla, revela que los entierros fueron efectuados siguiendo la costumbre prehispánica, según documenta el INAH, y muestra las dificultades vividas por los indígenas de la época en el barrio de Cotolco, quienes no tuvieron la posibilidad de huir de Tenochtitlan luego de su caída, explica Juan Carlos Campos Varela, arqueólogo a cargo del proyecto.
Se descubrieron los vestigios de una vivienda mexica y de cuatro entierros infantiles que datan del periodo Colonial Temprano, todavía efectuados a la usanza prehispánica, en el barrio de La Lagunilla, CDMX.
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— INAHmx (@INAHmx) June 28, 2022
De acuerdo con el investigador, no hay rastros de sacrificio ritual, por lo que las causas de muerte (que se determinarán posteriormente con exámenes de antropología física) estarían relacionadas con la posible crisis del contexto histórico.
Uno de los cráneos, perteneciente al infante de mayor edad, revela criba orbitalia en los techos de sus órbitas oculares, un indicador de anemia, procesos infecciosos, parasitosis y desbalance en la dieta.
“Hace tres años excavamos frente al predio que ahora trabajamos y encontramos tres entierros adultos y cuatro infantiles, también del periodo Colonial Temprano. Es decir, si sumamos esos niños con los que hoy tenemos, la evidencia indica que, al menos en este barrio de Cotolco, quienes más estaban muriendo eran los infantes”, señala el experto.
Las ofrendas mortuorias de los infantes son de especial interés para los investigadores. Campos Varela apunta que “dos no tenían ofrenda y sólo eran entierros primarios colocados en los estratos virreinales tempranos; el probable nonato estaba acompañado de dos cajetes cerámicos trípodes y yacía dentro de una olla globular –de 35 centímetros de diámetro y 50 centímetros de alto–, lo que nos habla de la pervivencia de una práctica funeraria que buscaba devolverlo al útero materno, representado por la olla”.
Además, en el lugar se encontró una ofrenda con una vasija pigmentada de azul que contenía huesos de ave y que, por su coloración, podría asociarse al mundo acuático, honrando la usanza tradicional prehispánica, indica el texto del INAH.
La vivienda de cuatro habitaciones sería una visión de los espacios cotidianos del Posclásico Tardío (1480-1521 d.C.) en los límites de Atzacoalco, Cuepopan, Tenochitlan y Tlatelolco.
“Es interesante encontrar apisonados con secciones estucadas, y recordando que la cal no era un producto inmediato a la Cuenca de México, podemos decir que, antes de la llegada de los españoles, aquí pudieron vivir familias de sacerdotes o guerreros, quienes tenían acceso a ciertos recursos foráneos, pese a que no formaban parte de la élite gobernante”, indica Campos Varela.