Ricardo Ravelo
10/06/2022 - 12:05 am
Pactos con el narco
Si bien entre el Presidente López Obrador y el Cártel de Sinaloa no existe una complicidad probada, lo cierto es que son muy claras sus líneas de comunicación.
Desde aquel evento lamentable conocido como “El culiacanazo”, que inició con la captura y posterior liberación de Ovidio Guzmán –el hijo de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo” –el entorno del Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha visto sacudido por señalamientos que presuntamente lo vinculan a ese grupo criminal.
La orden del Presidente para que Ovidio fuera liberado, según dijo él mismo, fue para evitar un baño de sangre; sin embargo, esto ha generado demasiado ruido. Se insiste en que López Obrador mantiene nexos con los jerarcas del cártel sinaloense. Y estas presuntas ligas se han ido robusteciendo con otros elementos. Sin embargo, siguen faltando las pruebas fehacientes que demuestren el nexo presidencial con el narcotráfico.
Por ejemplo, tras la liberación de Ovidio Guzmán, los abogados del Cártel de Sinaloa ofrecieron una conferencia de prensa para agradecerle públicamente la liberación de Ovidio. A nombre de la familia Guzmán expresaron tal agradecimiento.
A todo esto se suman las visitas que el presidente ha hecho a Sinaloa, y en particular a Badiraguato –cuna del cártel sinaloense –a donde nadie puede entrar si los jefes del cártel no dan su consentimiento.
Otro dato: el saludo de López Obrador a la madre de “El Chapo” Guzmán, Consuelo Loera, y la expresión del presidente respecto de que ya estaba realizando la gestión para que la señora fuera a ver a su hijo a la prisión donde está recluido. Es decir, el presidente en el papel de gestor.
Y uno más es que a casi tres años del “culiacanazo”, la Fiscalía General de la República FGR) ni el Poder Judicial se han ocupado del tema Ovidio Guzmán, pese a que existe una orden de aprehensión con fines de extradición en su contra por delitos se persiguen en Estados Unidos y que, hasta ahora, no se ha cumplimentado.
Cuando fungía como Secretario de Seguridad Pública Ciudadana, Alfonso Durazo –acual gobernador de Sonora –dijo, después del fallido operativo, que en otro momento se encargarían de cumplimentar la orden de aprehensión contra Ovidio Guzmán. Esto no ha ocurrido, pese a que el hijo de “El Chapo” suele pasearse muy quitado de la pena por varios estados de la República.
Todos estos escenarios dan cuenta que, si bien entre el Presidente López Obrador y el Cártel de Sinaloa no existe una complicidad probada, lo cierto es que son muy claras sus líneas de comunicación –o de entendimiento –aunque, por ahora, desconozcamos con qué finalidad.
Lo que sí llama la atención es que, a partir de esas líneas de entendimiento, el Cártel de Sinaloa se expanda, con una velocidad inusitada, en municipios y estados donde ya gobierna el partido MORENA, el mismo que en la pasada elección intermedia fue acusado de lanzar a candidatos a varias gubernaturas –Sinaloa, Michoacán , Tijuana y San Luis Potosi –que presuntamente fueron apoyados por el crimen organizado.
En la más reciente elección, MORENA ganó cuatro gubenaturas –Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Oaxaca –: es muy probable que, pronto, el Cártel de Sinaloa afinque sus tentáculos en esos territorios, como pasó en Sonora, Baja California, entre otros.
Estos son signos preocupantes que dan cuenta que, desde el gobierno, se estaría impulsando el proyecto de que un solo grupo criminal, en este caso Sinaloa, sea el que opere el tráfico de drogas y, de esa manera, apostar por pacificar el país. Hasta ahora no hay ningún resultado al respecto.
En México operan poco más de quince cárteles, con todas sus ramificaciones. Muchos de estos grupos están enfrentados por el control de múltiples negocios, entre otros, la explotación de recursos naturales, el cobro de piso, el tráfico de drogas sintéticas y el huachicoleo.
En tiempos no muy lejanos –estamos hablando de la década de los noventa del siglo pasado –un personaje del cártel de Juárez que posteriormente militó en el grupo sinaloense –Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul” –trabajó por crear en México una suerte de Federación de Narcotraficantes.
Se trataba de un grupo que, a decir de “El Azul”, se proponía manejar todo el negocio en el país y permitir que otros cárteles también operaran sus negocios. Toda una familia del crimen, como operaban en la década de los setenta y ochenta, cuando se ponderaba el negocio y no se optaba tanto por la beligerancia.
Sin embargo, el proyecto fracasó, entre otras razones, por los desacuerdos entre los grupos criminales. Ya había muchas divisiones entre los capos y cárteles, lo que dificultó concretar aquel viejo anhelo de Esparragoza, uno de los más hábiles negociadores del crimen organizado que extrañamente desapareció del mapa criminal. Se dijo que el narcotraficante falleció tras sufrir un accidente, pero hasta la fecha ninguna autoridad mexicana ni extranjera ha confirmado si está vivo o muerto.
Recientemente dos senadores estadunisenses acusaron a López Obrador de tener nexos con el crimen organizado; el presidente respondió: “Yo no soy Felipe Calderón”, para luego señalar que son precisamente esos senadores que lo acusan los que reciben dinero de la Asociación Nacional del Rifle para apoyar todo lo que tiene que ver con la expansión del mercado de las armas.
Será muy difícil comprobar si López Obrador tiene pactos con el crimen organizado y en particular con el cártel de Sinaloa. Lo que hasta ahora ha salido a flote son indicios y muchos comentarios y descalificaciones al respecto.
Lo que si es muy claro es que, para llegar a la presidencia de la República, López Obrador debió negociar con todos los grupos políticos. En este contexto también va incluido el crimen organizado. De ser real el pacto que presuntamente tiene con Sinaloa, esto no ocurrió recientemente: es, en todo caso, una vieja negociación que fue considerada como clave para arribar al poder.
Ricardo Ravelo
Ricardo Ravelo Galó es periodista desde hace 30 años y se ha especializado en temas relacionados con el crimen organizado y la seguridad nacional. Fue premio nacional de periodismo en 2008 por sus reportajes sobre narcotráfico en el semanario Proceso, donde cubrió la fuente policiaca durante quince años. En 2013 recibió el premio Rodolfo Walsh durante la Semana Negra de Guijón, España, por su libro de no ficción Narcomex. Es autor, entre otros libros, de Los Narcoabogados, Osiel: vida y tragedia de un capo, Los Zetas: la franquicia criminal y En manos del narco.
https://dev.sinembargo.mx/author/ricardorevelo/
Si camina como pato y huele a pato es un pato. Estos camaleónicos prianistas disfrazados de guindas, son la cereza del pastel del contubernio con el narcotráfico, como sostienen los legisladores estadounidenses.
Por el momento una cárcel estadounidense SOSTIENE a un panista de la generación 2006-2012.
Pero si usted, don, promueve a votar por el PAN, quien tiene una alianza amatoria muy profunda con el PRI. Así es que no nos venga con cuentos. Y los únicos comprobados, con eminentes elementos en la cárcel o a punto de estarlo, son los prianistas. La mayoría nos reímos de sus cuentos: jajajajajajaja.
Me parece cierto que todos los hechos que usted cita pueden ser interpretados de la manera, contraria a la 4T, en que usted lo hace, pero al mismo tiempo me parece obvio que todos ellos pueden ser interpretados de una manera contraria, benévola para la 4T, tal como lo hace AMLO y quienes lo apoyan. El asunto es que para acusar al gobierno de colusión con la delincuencia hacen falta pruebas y no interpretaciones. Si la labor del periodismo es atisbar la existencia posibles delitos, resulta útil, pero poco sólida para corregir el rumbo del país. No dudo que haya casos de colusión de autoridades con la delincuencia, mi duda sería de si el número de casos va disminuyendo de arriba abajo como afirma el gobierno. Su columna no arroja luz sobre este hecho que sería la clave para saber si hay o no mejoría. Necesitamos un periodismo que analice el último problema, no uno que arroje dudas sobre todo lo que hace el gobierno en todos los campos. Eso es labor de los políticos de oposición o síntoma de un periodismo sesgado.
Cuando EEUU atrape por narco a un colaborador directo de seguridad de AMLO nos platicas columnista… Mientras háblanos de Garcia Luna con la DEA version 1.0 y la DEA version 2.0 y la DEA version 3.0
Si realmente hubiera pacto entre AMLO y el narco sería de una manera muy discreta, casi secreta, no como han sido ciertos hechos que se le critican a López Obrador. El combate contra el narcotráfico ha seguido, pero diferente a como se hizo en el gobierno de Calderón. Continuamente se detiene a gente de nivel alto que forma parte de varios grupos delincuenciales y generalmente se hace sin que se produzcan matanzas. El combate al narco en los tiempos de Calderón tiene gran semejanza con lo que actualmente piden en los EU que se haga para reducir las matanzas que a diario ahí suceden. Que se proporcionen armas a toda la gente para que ellas enfrenten a quien realice las balaceras, pero no se menciona para nada la necesidad de controlar la venta de armas de alto poder.
Dice Don Ravelo que: «Será muy difícil comprobar si López Obrador tiene pactos con el crimen organizado y en particular con el cártel de Sinaloa. Lo que hasta ahora ha salido a flote son indicios y muchos comentarios y descalificaciones al respecto.»
«Lo que si es muy claro es que, para llegar a la presidencia de la República, López Obrador debió negociar con todos los grupos políticos.» ¿Con el número de votos que traía? Si en el 2012 no quiso negociar con Elba Esther, lo que le hubiera dado el triunfo ¿Por qué habría de hacerlo ahora que se vislumbraba un triunfo holgado en las encuestas serias? Pongámoslo al revés. Si López Obrador hubiera negociado con todos los grupos políticos para llegar a la presidencia, no hubiera podido hacerle manita de puerco a los que debían impuestos, no hubiera podido hacer tantas cosas que tiene histéricos al PRIAN y cúpula empresarial que los acompaña y no tendría a la comentocracia, a Gustavo de Hoyos (presidente en su momento de la Coparmex) al tal X , a opinólogos de derecha y casi todos los medios atacando como atacan, toda vez que hubieran sido parte de una «negociación con todos los grupos políticos». Por algo AMLO ha sido inasible para todos sus críticos, porque no tiene compromisos previos de negociación para ejercer la presidencia. Otra vez: Decir eso insulta a los votantes, nos insulta porque fuimos los que otorgamos el poder al presidente. Así que, en vez de pedirle a Don Ricardo Ravelo evidencias, que reconoce no tener, de pactos con el narco, le pido evidencias de que el Presidente negoció con todos los grupos políticos para llegar a la presidencia, toda vez que, afirma, eso es «muy claro». No hable del narco, háblenos de la negociación. A ver, cuéntenos, por que dicho así, yo no le creo.
Lo que voy a decir a continuación, lo digo con el más alto sentido de responsabilidad. Perdóneme si hablo en primera persona pero es inevitable. Desde que tenía 23 años -hoy tengo 56-me comprometí a luchar contra el crimen organizado, teniendo como marco de referencia lo que acontecía en esos tiempos en Colombia. A fines de julio de 1989, con el fin de mostrar mis cartas credenciales, un reportero del Diario A.M, de nombre Efraín Mendoza Zaragoza me realizó una entrevista. En ella señalé el asesinato del periodista Manuel Buendía como un narco crimen fraguado desde las más altas esferas del Poder político; denuncié también las elecciones fraudulentas de 1988, y terminaba haciendo un llamado a redoblar la lucha democrática desde la trinchera perredista.
Las consecuencias de tal entrevista no se hicieron esperar. Inmediatamente empecé a ser perseguido, estado a punto de ser ejecutado en la Ciudad de San Luís Potosí, sólo me salvó Dios y el auxilio de un buen Sacerdote católico: Monseñor Joaquín Peñalosa (qepd).
Por su parte, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) me dejó en el vil abandono. Eso te pasa por pendejo, a quién demonios se le ocurren hacer declaraciones como las que tu hiciste, me decían. Aclaro, mi único objetivo al afiliarme al PRD era formar una escuela de cuadros y editar una pequeña revista de análisis político.
Temprano, el PRD experimentó un proceso de descomposición moral y política. El gobierno priista local pronto copto a sus lideres, de modo que ante la falta de solidaridad y diferencias morales, renuncié a ese partido en 1993. Me dediqué entonces a terminar mi licenciatura en Derecho, y a participar en una ONG enfocada en la difusión de la cultura democrática.
He escrito lo anterior con objeto de manifestar que cuento con suficiente autoridad moral para hacer el propuesta que sigue. No tengo elementos bastos para afirmar que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tenga pacto con el Cártel de Sinaloa. Lo que si pienso, partiendo del bienestar de nuestra sociedad, es que un pacto semejante como el ideado por El azul Esparragoza, no es del todo descabellado. Es decir, debemos partir de la realidad real y no de quimeras. El consumo y tráfico internacional de drogas no se va acabar jamás. Lo que urge parar es el gran derramamiento de sangre que experimenta México, y sobre todo, poner un dique definitivo a los crímenes -que no dudaría ni un segundo en calificar de lesa humanidad- que padecen regiones y pueblos enteros de nuestro país.
Entonces, ¿creó posible conciliar que el Estado propicie un macro acuerdo entre los dos grandes cárteles (el de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación a fin de pacificar la nación), y el respeto de parte del crimen organizado hacía la población civil? Si lo creo, a condición que que el Estado mexicano define los términos de ese macro acuerdo. Definir, por ejemplo: esta prohibido la trata de blancas, la agresión de menores, el feminicidio, el tráfico de órganos, el tráfico de fentanilo, el huachicol, los fraudes financieros, el secuestro, la extorsión y el cobro de piso. A cambio, el Estado ofrece no perseguir prioritariamente la siembra y el tráfico de las demás drogas, ni extraditar a ningún narcotraficante.
Ese me parece pudiera ser un bueno pacto Estado-narcos. Pensar que se puede beneficiar a uno solo cártel y golpear a los demás -como lo quiso hacer Felipe Calderón-tiene las consecuencias que ya todos conocimos.
En suma, es menester actuar pronto y de manera racional antes que el país se nos deshaga entre las manos. La propuesta que hago responde a esos motivos. Admito que está sujeta a discusión, pero al menos concédanme el valor de proponerla.
Es más que evidente la enorme molestia que existe entre los diversos grupos que conforman el crimen organizado en México y sus ramificaciones en el extranjero, debido a que el Presidente López Obrador tiene toda la autoridad moral para ir y venir a donde le plazca las veces que sea necesario, y de que salude o se niegue a recibir a quien se le pegue la gana.
No es lo mismo pactar con el narco para intentar la pacificación del país (hipotéticamente hablando) que hacer negocios con el narco como sí lo hicieron los gobiernos del período neoliberal en México hasta llegar a convertirse en otro cártel, y que con el tiempo, se fue fortaleciendo al cobijo de las Instituciones del Estado Mexicano, cosa que a diferencia de los ya existentes, lo convertía en uno más poderoso y más peligroso.
Uno de los primeros aciertos en el proceso de desmantelamiento de esa «Mafia en el poder» por parte del Presidente López Obrador, fue la desarticulación del cuerpo de élite conocido como el Estado Mayor Presidencial. Pero la tarea no ha sido nada sencilla y es probable que su mandato no le alcance para tanto.
Yo me quedaría con lo que dice el encabezado del artículo acerca de que «NO EXISTE UNA COMPLICIDAD PROBADA» entre el Presidente López Obrador y el Cártel de Sinaloa. Lo demás que dice apreciarse de forma «muy clara» sobre las líneas de comunicación que existen entre las dos partes, no dejan de ser solo hipótesis o meras suposiciones desde el enfoque que han venido planteando los grupos reaccionarios de la derecha y que en los últimos días de manera orquestada se difundieron con la intención de afectar la imagen del partido en el poder previo a las elecciones, pero principalmente hacia la figura presidencial e incluso apoyada desde el extranjero por congresistas estadounidenses.
Pareciera que los verdaderos periodistas o columnistas son las personas que participan en el foro. Sus comentarios están mejor argumentados y acertados. Me alegra mucho que los ciudadanos de a pie hemos madurado tremendamente para no tragarnos todo lo que dicen si sustento los afamados ‘especialistas’