Ernesto Hernández Norzagaray
11/06/2022 - 12:02 am
Desafección y abstencionismo
O sea, técnicamente, en cuatro estados, la abstención ganó ampliamente y eso opaca las cuentas alegres que hace el Presidente López Obrador, o el ejercicio de las manzanas que hizo el Diputado Fernández Noroña en la Comisión Permanente, habrían de ser leída en clave de los votos obtenidos por cada una de las coaliciones y partidos.
Sin duda, fue un nuevo triunfo de Morena en las elecciones locales del domingo: cuatro triunfos de seis gubernaturas en juego, es un excelente resultado, incluso más cuando los candidatos del partido guinda en Oaxaca, Quintana Roo e Hidalgo los obtuvieron, al menos, dos votos a uno.
Morena se perfila como partido hegemónico en dos de cada tres estados de la República, comparable con el PRI de los años noventa y si mantiene ese paso ascendente, podría convertirse en la hegemonía casi absoluta que tuvo el PRI a finales de los años ochenta.
Y muy probablemente avanzara en 2023, cuando estén en disputa el Estado de México y Coahuila, hoy en manos del PRI.
No obstante, no hay triunfos absolutos, y no lo digo pensando sólo en los resultados de Aguascalientes y Durango, sino en ese voto silencioso de la desafección electoral, que se manifestó abundante en la mayoría de los estados bajo el ropaje del abstencionismo.
Veamos, estado por estado, de acuerdo con cifras preliminares, el abstencionismo en Oaxaca fue del 62 por ciento; en Quintana Roo, 59 por ciento; en Aguascalientes 54 por ciento, en Hidalgo, 52 por ciento; en Durango, 49 por ciento y Tamaulipas, 46 por ciento.
O sea, técnicamente, en cuatro estados, la abstención ganó ampliamente y eso opaca las cuentas alegres que hace el Presidente López Obrador, o el ejercicio de las manzanas que hizo el Diputado Fernández Noroña en la Comisión Permanente, habrían de ser leída en clave de los votos obtenidos por cada una de las coaliciones y partidos.
La polarización está provocando una contracción de la participación electoral y una preocupante desafección política, pues no sólo se trata de obtener un triunfo, sino con qué porcentaje de la lista nominal se logró.
Por ejemplo, el morenista oaxaqueño Salomón Jara, ganó con el 60 de ese 38 por ciento que votó; y la morenista quintanarroense Mara Lezama, con el 56 del 41 por ciento que votó; la aliancista hidrocálida Teresa Jiménez ganó con el 54 del 46 por ciento que votó; el morenista hidalguense Julio Menchaca con el 61 por ciento del 48 por ciento que votó; mientras el aliancista duranguense Esteban Villegas lo hizo con el 54 del 49 por ciento que votó y, finalmente, el tamaulipeco Américo Villareal obtuvo el 50 del 54 por ciento de los que asistieron a las urnas.
Es decir, si las listas nominales de estos estados acumulan en números redondos más de 11 millones 700 ciudadanos con una abstención promedio del 54 por ciento representa más de seis millones de personas que decidieron por distintas razones no asistir a las urnas el domingo pasado.
Y, aquí, hay dos temas, el de la legitimidad de los votos pues habrá gobernantes que tuvieron sólo el apoyo del 30 por ciento de la lista nominal en su estado y el otro, la interrogante, cómo habrán de votar los abstencionistas en los comicios presidenciales del 2024.
Y eso lleva, a otro tema, que tiene que ver con los aspirantes a relevar al Presidente López Obrador, si se mantendrán unidos cuando aparezca el resultado de la encuesta que decidirá quién será el candidato o la candidata de Morena.
Hay, suficientes motivos para pensar que si se mantendrán unidos por una cuestión de incentivos dentro del partido guinda que tendría mucho que repartir en caso de salir con éxito de la contienda presidencial.
Y, además, en el caso de que alguno de ellos decidiera romper con Morena por considerar que la encuesta tiene resultados predefinidos y, a favor, de quien haya sido escogido por razones de lealtad política, no tiene mucho futuro en la oposición.
La oposición difícilmente llevará a la Presidencia a un morenista que rompa por el resultado de la encuesta y es que cada vez está más claro que un punto de encuentro es que tenga un candidato joven, carismático, discurso y que represente símbolos con una fuerte dosis de víctima porque ninguno de los tres que tiene AMLO reúne todas esas cualidades. Claro, tendría tras de sí, figura, bendición y relato de AMLO.
Todos ellos son personas opacadas por la sombra de López Obrador y por lo mismo no tienen carisma, ni discurso propio y menos símbolos, que puedan trasmitírselo al electorado en una campaña fuerte por los votos.
Y ese candidato para la oposición sería Luis Donaldo Colosio Rojas, no hay otro, para estar en la disputa por los votos y eso lo sabe Dante Delgado, dirigente del partido Movimiento Ciudadano, que está buscando poner alto el listón para una eventual alianza con la coalición Va por México.
Sin embargo, la aduana para el 2024, serán las elecciones del Estado de México y Coahuila, donde prácticamente quedaría definida la antesala de la elección presidencial.
Pero, ojo, la experiencia de las elecciones concurrentes de 2021, nos indica que los electores tuvieron un comportamiento errático. Si bien Morena ganó la mayoría de los estados, esto no significó lo mismo en la Cámara de Diputados y más bien, tuvo un retroceso de lo alcanzado en los comicios presidenciales de 2018, cuando con la sobrerrepresentación del 18 por ciento les permitió tener la mayoría calificada.
Es decir, desde las elecciones federales de 1997, el ciudadano promedio no le da todos sus votos al partido en el Gobierno y los divide de manera de constituir gobiernos sin mayoría o, divididos, como se estila caracterizar en los estudios politológicos, para obligar a negociar y acordar a las partes, lo cual si no hay bloqueo de las oposiciones, favorece el juego democrático. Ya veremos cómo queda la relación Ejecutivo-Legislativo en los congresos de los estados para saber si aquella máxima federal se cumplió localmente.
Si eso no ocurre y tenemos gobiernos unificados -ejecutivo y legislativo monocolores- sería el segundo triunfo de Morena localmente, pero si no sucede así, el gran ganador sería la democracia mexicana, pues las partes estarían obligadas a negociar y acordar constantemente los asuntos de interés público.
Esto generalmente no gusta a los políticos antidemocráticos, acostumbrados a que sólo sus “chicharrones truenen”, irse por la libre evitando rendir cuentas a la ciudadanía, pero este tipo de contrapeso es el perfecto para impedir los abusos del poder y ver el talante de los políticos de uno y otro bando.
En definitiva, los resultados del domingo pasado muestran si bien los cuatro triunfos claros de Morena igualmente desvelan las desafecciones y esa filigrana de contrapesos que arroja la voluntad popular. Al tiempo.
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