La apertura del AIFA genera una pregunta entre pobladores: «de dónde saldrá el agua»
PorRedacción/SinEmbargo
12/06/2022 - 8:00 pm
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El Gobierno federal busca solventar la demanda hídrica para el AIFA y el desarrollo inmobiliario de alrededor con un acueducto que conduzca el agua proveniente de la refinería de Tula, ubicada en el corazón del Valle Mezquital, una región con estrés hídrico por la sobreexplotación y contaminación de acuíferos por el corredor industrial y las aguas negras del Valle de México.
Por Edwing Solano Sánchez y Aidé Cervantes Pineda
Hidalgo/Estado de México, 12 junio (SinEmbargo).– Vestido con overol y gorra, espera sobre un masetero que improvisa de asiento. Habla con mucha confianza, saluda a la gente al tiempo que platica con nosotros. Leonardo es campesino y por temporadas trabaja en las fábricas del corredor industrial de Atitalaquia, en Hidalgo. Ya no bebe agua corriente, prefiere comprarla embotellada; cree que no hay nada más peligroso que tomar agua de la llave. “Te puede arder la panza, dar dolor de estómago o diarrea”, nos cuenta.
Por la mañana corre un olor semejante a frijoles quemados. No es un secreto. Los pobladores saben que las empresas descargan desechos líquidos en el drenaje o en las zanjas destinadas a regar el campo. En la zona operan aproximadamente quince plantas industriales que utilizan ácidos para limpiar sus tuberías.
“Hay un estanque con desechos químicos, los obreros dicen que es una planta tratadora, pero esa grasa ya se trasminó a los pozos de agua potable. La industria envenenó nuestra agua. Lo que cosechamos no sirve para comer. Nací aquí, de chiquillo tomaba agua de pozos que tenían lombricitas, pero nunca me pasó nada. ¡Ahora en esa agua ni las lombrices pueden vivir!”, ríe Leonardo.
Parece una historia apocalíptica con suelos desérticos y fábricas que contaminan, pero es la realidad de Leonardo y de miles de personas que viven en el Valle del Mezquital. Desechos químicos y residuos líquidos que llegan de la Ciudad de México están contaminando el ecosistema en esta región.
Para el nuevo Aeropuerto Internacional «Felipe Ángeles» en el Estado de México se desconoce el origen y la calidad del agua que requiere, lo que ha provocado inquietud en la población del norte de la Cuenca de México.
Habitantes de esta región se han organizado para defender un patrimonio amenazado por la acelerada urbanización. Por su parte, el Gobierno federal busca solventar la demanda de recursos hídricos a través de la canalización de los acuíferos, por lo que ha planeado la construcción de un acueducto que conduzca el agua proveniente de la refinería de Tula, ubicada en el corazón del Mezquital. Sin embargo, ya hay un grave problema de escasez de agua en ambos acuíferos. De dónde la van a traer, se preguntan.
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EL DRAMA DEL MEZQUITAL
Aunque la cantidad puede variar, cada segundo el Mezquital recibe aproximadamente 60 metros cúbicos de aguas negras que son 5 mil 184 millones de litros diarios, equivalente a llenar casi tres veces el Estadio Azteca.
Las aguas residuales son sobre todo de origen doméstico e industrial; contienen aceites, heces y cadáveres. Llegan al río y con ellas se riegan los campos sin recibir un tratamiento adecuado. El consumo de contaminantes en las verduras ha provocado que campesinos, niños y mujeres estén enfermando; también la flora y la fauna. Los científicos aseguran que las aguas residuales han alterado la composición de los suelos, ocasionando que la tierra presente problemas de salinidad y alcalinidad. Sumado a esto, el agua que se filtra está contaminando los mantos acuíferos.
“El agua no sólo se contamina por el canal, también por los químicos de las fábricas y la incineración de cementeras”, detalla Isabel Reyes, presidenta de la Unión de Ecologistas de San Gerónimo Tlamaco.
Relata que cuando llegaron las fábricas de agroquímicos no tenían drenaje, había jagüeyes enormes de agua sucia. Estas empresas, dice, “firmaron un acuerdo que las obliga a tratar su agua residual; dicho acuerdo no ha sido cumplido. Sus desechos van al río Salado”.
En zonas del Valle del Mezquital como Atitalaquia, Tula y Apaxco, operan cinco plantas cementeras y tres de cal. Los procesos para la producción de cemento contaminan el aire y el subsuelo. Pobladores comentan que hay más lugares donde se produce cemento y se extrae (roca) caliza de manera irregular.
El geoinformático Eber Martínez inventó un software con mapas para conocer la relación entre muertes y padecimientos de cáncer en comunidades cercanas a fabricas cementeras, lo llamó Visualizador Web. Encontró que en un periodo de diez años se registraron un total de 5 mil 917 muertes y 6 mil 196 padecimientos de cáncer en los habitantes cercanos a las cementeras.
Sumando a lo anterior, el 7 de abril del 2013 en el municipio de Atitalaquia explotó la empresa de agroquímicos ATC, generó una nube tóxica y provocó la aparición de varios males, entre ellos, cáncer, enfermedades respiratorias y gastrointestinales. Otra empresa, de desechos biológicos, se incendió. En ambos casos no hubo responsables.
“No tenemos el dato científico para poder comprobar y exigir sanción a las empresas que han afectado al municipio; sin embargo, es palpable la contaminación”, comenta Delia Rodríguez, habitante de Atotonilco y directora de una escuela especial.
Ella piensa que derivado de esa contaminación el índice de personas con discapacidad ha aumentado. Cómo no estar molesta, dice, si los empresarios se están haciendo millonarios a costa de nuestra salud.
Un estudio de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) publicado en 2012 señala que en esta región hay pozos y manantiales, donde las concentraciones de sodio, arsénico, nitratos y sulfatos en el agua subterránea rebasan los límites máximos permisibles establecidos en la Norma Oficial Mexicana. La Conagua tiene identificados al menos diez pozos con radiactividad; algunos son de uso potable y no están declarados contaminados oficialmente.
DE DÓNDE SACAR AGUA PARA EL AIFA
Cada tres años cambian de administración, ahora le tocó a él. Jorge Ángeles cuida que el pozo comunitario de su pueblo no deje de proveer agua. Santa María Cuevas está al norte del Estado de México, no hace mucho que la gente supo que no están parados en la Cuenca de México, sino que están sobre la cuenca vecina y toman agua del acuífero del Valle del Mezquital.
La situación de Jorge cambió cuando los militares presentaron la Manifestación de Impacto Ambiental del Aeropuerto Internacional en Santa Lucia, Zumpango. “Llegamos a ese evento porque nos parecía ilógico que construyeran un aeropuerto sobre un acuífero que está sobreexplotado. ‘No vamos a quitar el agua a nadie’, dijeron, vamos a tomar agua de los pozos que están en Santa Lucía”, evocó.
Poco después, los militares cambiaron de opinión y aseguraron traer agua de Tula, aunque esta agua, añadieron, no sólo sería para el aeropuerto, sino para el desarrollo industrial y habitacional que el Gobierno proyecta en la región.
Al igual que Jorge, don Arturo Hernández dijo no al aeropuerto de Texcoco y no a Santa Lucía. Sabe que ambos territorios son parte de la misma cuenca. Debajo no hay fronteras. Si extraes agua de un pozo, seguro afectarás a comunidades cercanas, porque todas comparten el mismo acuífero. Arturo Hernández es integrante de la organización Los Doce Pueblos Originarios de Tecámac. Cree que el AIFA va a generar una migración de más de quinientos mil habitantes.
El acuífero Cuautitlán-Pachuca es una gran tina que parte de las montañas de Cuautitlán Izcalli. Está conformado por cuerpos de agua que se encuentran en el subsuelo. Hoy el agua superficial se agota y extraerla conlleva excavaciones cada vez más profundas. Este acuífero abastece a la Ciudad de México y a su periferia mediante un sistema de pozos y acueductos. La Comisión Nacional del Agua señala que tiene un déficit de 106 millones de metros cúbicos de agua anuales, que equivale a llenar 29 mil pipas de 10 mil litros cada día. Agua que no se recupera.
Llevar agua de un lugar a otro lugar se llama trasvase de cuencas, y es lo que pretende hacer el Gobierno federal debido a la sobreexplotación de los acuíferos en la Cuenca de México.
ANÁLISIS DE CALIDAD DE AGUA
Desde el anuncio de la construcción del Aeropuerto Internacional «Santa Lucía», don Arturo, Jorge Ángeles y otros habitantes de los pueblos afectados por la extracción de agua se han organizado para levantar muestras de agua en localidades del sur del Valle del Mezquital. ¿El objetivo? Que se conozca la calidad de agua en las comunidades.
Este grupo de personas, conformado por campesinos, educadores, antropólogos, historiadores, filósofos y mujeres defensoras de derechos humanos, quieren demostrar que traer agua del acuífero del Mezquital para el aeropuerto no es opción y exigen que se repare el daño causado en su entorno.
Hoy saben que el Gobierno tiene un plan B. Si no extrae agua del corazón del Valle del Mezquital, lo hará de una microcuenca que está entre los municipios de Cuevas, Tequixquiac, Hueypoxtla y Apaxco. Ahí la empresa Servicios de Ingeniería e Investigación del Medio Ambiente (SIIMA) planea perforar pozos de 700 metros de profundidad.
Don Arturo resume la situación en alerta roja: «extraer 745 litros por segundo generaría un problema mucho mayor, porque reducirá el nivel del acuífero y provocará que el agua contaminada viaje desde Tula hacia los pozos de las comunidades aledañas». Se corre el riesgo de enfermar a una cuenca con agua contaminada de otro lugar.
“Durante meses mis compañeros y yo hemos recolectado muestras de aguas en pozos y manantiales del centro y sur del Valle del Mezquital. Queremos conocer el nivel de contaminación que los desechos de la industria está generando”, cuenta.
Iniciaron esta investigación porque ni la Manifestación de Impacto ambiental del Aeropuerto ni el Programa Territorial Operativo cuentan con datos que comprueben que las aguas que canalizarán son aptas para consumo. Este grupo ya levantó la muestra en 14 fuentes de agua en el sur del Valle del Mezquital. Quedan por estudiar diez fuentes más.
Hoy los resultados muestran que el agua de los poblados Santa María Cuevas, Loma Larga, Zapotlán y de San Miguel, Tequixquiac, es apta para beber, pero en algunos pozos de Tlamaco y Atitalaquia, que están cercanos a Tula, el agua no es de una calidad óptima, debido a los índices alterados de sales, dureza y alcalinidad.
El análisis de agua se realizó en el Laboratorio de Análisis e Investigación en Química Agrícola y Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
*Maestro en Ciencias por el Instituto Politécnico Nacional y Biotecnóloga por la Universidad Tecnológica de Tecámac
Redacción/SinEmbargo
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