Greenpeace
30/05/2022 - 12:05 am
Un futuro compartido para toda la vida en la Tierra
es imperativo que se garantice la protección de la biodiversidad, de los ecosistemas y de los derechos de las comunidades indígenas, que se garantice un mundo en el que todas las formas de vida podamos convivir en paz y armonía.
Por Viridiana Lázaro Lembrino, especialista en agricultura y cambio climático
Hace algunos días (22 de mayo) se conmemoró el Día Internacional de la Diversidad Biológica proclamado por las Naciones Unidas con el fin de visibilizar y aumentar la conciencia pública sobre las amenazas que sufre la biodiversidad en el mundo y la importancia de su conservación y gran valor para las generaciones presentes y futuras.
El lema para este año del Día Intencional de la Diversidad Biológica es: “Construir un futuro compartido para toda la vida en la Tierra”. Esta frase cobra importancia en el contexto en el que vivimos, donde la biodiversidad es amenazada constantemente debido a la deforestación, el desarrollo de megaproyectos extractivistas, la agricultura industrializada, entre otras amenazas, que ponen en riesgo a la diversidad incluyendo a nuestra especie.
Los ecosistemas en la Tierra y la diversidad que albergan son de vital importancia para mantener el equilibrio ecológico y juegan un papel importante en la lucha contra el cambio climático. Tal es el caso de la selva maya en la Península de Yucatán que es uno de los pulmones más importantes que nos quedan en México y que aún estamos a tiempo de preservar.
Sin embargo, este ecosistema y los servicios ambientales que proporciona están en constante riesgo debido al desarrollo de actividades extractivistas como la agricultura industrial que incluye a la agricultura mecanizada, siembra de grandes extensiones de monocultivos, la construcción de mega granjas porcícolas o el Tren Maya que afectan negativamente el ecosistema y rompen con los ciclos biológicos, generando pérdida de hábitat que afecta directamente a las especies de flora y fauna; especialmente a aquellas que se encuentran en alguna categoría de riesgo de desaparecer, como el jaguar, especie emblemática y símbolo de la cultura maya.
Sólo es cuestión de revisar los impactos ambientales que un proyecto como el de la envergadura del Tren Maya puede ocasionar en este ecosistema. Tan solo revisando el resumen ejecutivo de la Manifestación de Impacto Ambiental del Tramo 5 de dicho Tren, entre los impactos se encuentra la fragmentación de hábitat por cambio de uso del suelo; la afectación de individuos de especies de fauna en alguna categoría de riesgo de la NOM-059-SEMARNAT-2010; la deforestación de 485.476 hectáreas por desmonte. Además de que también habrá afectación de individuos de especies de flora en alguna categoría de riesgo de la NOM-059-SEMARNAT-2010; de servicios ecosistémicos como el de infiltración del agua se verán afectados por el cambio de suelo; además de ocasionar erosión, afectación de las formaciones y sistema kárstico, únicos en la Península de Yucatán. Así como la modificación de usos y costumbres de las comunidades indígenas. Proyectos como este no sólo afectan la biodiversidad ecosistémica, sino también a la diversidad cultural.
Por lo tanto, es imperativo que se garantice la protección de la biodiversidad, de los ecosistemas y de los derechos de las comunidades indígenas, que se garantice un mundo en el que todas las formas de vida podamos convivir en paz y armonía.
Es por eso que los desarrollos de infraestructura, agrícolas, y turísticos no deben derivar en la destrucción de la naturaleza, de los ecosistemas, ni de la violación a los derechos de las comunidades y pueblos indígenas. Hoy más que nunca debemos proteger a todas las formas de vida presentes en la Tierra; cuidar a los ecosistemas para asegurar que las generaciones futuras puedan tener agua limpia, alimentos nutritivos, inocuos y una vida digna.