Melvin Cantarell Gamboa
17/05/2022 - 12:05 am
Tren Maya Tramo 7. Conclusión y sugerencias
«Y no se evitará esa amenaza, ni se liberará a la selva del peligro, por más estridente que suene el llamado a salvarla, si no se ofrecen propuestas viables».
III
Ciento veinticinco años de tala, deforestación y explotación incontrolada llevaron al agotamiento, extenuación e inanición de la selva del Petén campechano. Hoy está enferma y debilitada, padece estrés hídrico; la transpiración de los vegetales supera la cantidad de agua absorbida por las raíces de la arboleda del bosque tropical de la zona; esto se deduce por la reducción en el grosor del tronco de los árboles y la muerte de muchos; ya no se ven los gigantes que guarda mi memoria; su alto valor comercial los asesinó. Esto duele.
Mi relación con la selva fue la del hombre silvestre: un vínculo espiritual de amor y cuidado mutuo surgido de los sentimientos que se identifican más con lo poético que con lo instrumental y utilitario que acompaña a la visión racionalista y cosificada de la ciencia y muy alejada de la propaganda que en su “defensa” hace el periodismo de subsuelo (sin vida) que se practica en México; la posición que manifiestan los grupos “defensores” del ambiente cae en lo que denomino incompetencia pragmática, es decir, que no producen el efecto comunicativo deseado debido a la no compatibilidad entre el significado que atribuyen a los asuntos implicados y su relación con el contexto. En contraparte, la sabiduría lúcida que se obtiene del contacto directo con el entorno se construye en forma progresiva y conduce a una comprensión de la naturaleza diferente del conocimiento fragmentado de los científicos y las “burradas” del coro que los acompaña.
La idea más perniciosa sobre nuestra relación con la naturaleza, que ha puesto al planeta en peligro de extinción, fue aquella que le dio a los seres humanos potestad absoluta sobre lo existente: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza y señoree en toda la tierra…llenad la tierra y sojuzgadla, y señorear en los peces del mar, en las aves de los cielos y en todas las bestias que se muevan sobre la tierra…(Para eso os doy) toda planta que de semilla… y todo árbol…(y he aquí) que era bueno en gran manera” (Biblia, Reina Valera. Génesis 26, 28 y 29).
Pienso, por el contrario, que somos de la misma materia que los vegetales y los animales; la diferencia es que los humanos poseemos consciencia de nuestro estar en el mundo. Somos un cuerpo que no se reduce al espacio que ocupa, como buenos hijos del sol y la tierra, nos prolongamos en la naturaleza; de ahí que el daño que le provoquemos nos lo hagamos a nosotros mismos, si la destruimos nos estamos suicidando, si la enfermamos nos indisponemos también. Nuestro error fue verla como algo diferente, como cosa, como objeto de nuestro accionar, y el crimen de lesa naturaleza del capitalismo fue convertir sus frutos en mercancía.
En 1854, el jefe piel roja Seattle escribió una carta al Presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce, cuando éste, por decreto, los obligó a vender su territorio por unos dólares y los confinó en una reserva. Hago mías cada una de sus palabras asombrosamente actuales para el caso que nos ocupa (modificaré algunas para adaptarlas a nuestro contexto): “Cada elemento de la naturaleza, cada elemento de este territorio es sagrado. Cada árbol que nace, cada gota de rocío entre las sombras de la (selva) y hasta el sonido de los insectos, son cosas sagradas para la mentalidad y las tradiciones de mi pueblo
“La savia que circula por dentro de los árboles lleva consigo la memoria de los (mayas). Nosotros somos parte de la tierra y la tierra es parte de nosotros. Las flores que aroman el aire son nuestras hermanas: Los animales son también nuestros hermanos. El agua que circula por los arroyos que se acumula en las lagunas y las (aguadas) no es sólo agua, es también la sangre de nuestros ancestros.
“Los árboles, los animales y los hombres tienen para nosotros un valor incalculable; si fueran exterminados pereceríamos entre una enorme soledad espiritual. El destino de nuestro territorio es el mismo de los que vivimos en él. La tierra debe ser respetada”.
Y no se evitará esa amenaza, ni se liberará a la selva del peligro, por más estridente que suene el llamado a salvarla, si no se ofrecen propuestas viables.
En los actuales municipios de Calakmul y Escárcega la temporada de lluvias se ha reducido y llueve con menos frecuencia; además, el suelo permeable y pedregoso no retiene el agua; la ausencia de ríos (las aguas de lluvia son absorbidas por el suelo con rapidez para formar corrientes subterráneas) acentúa la sequía; fenómeno que provoca la desaparición y azolvamiento de los depósitos naturales como aguadas, lagunas y “acalchés”; la falta del líquido en el medio ambiente ha producido también deficiencias en la salud de la fauna; las especies que comen frutos, hierbas, tallos, hojas o raíces, por ejemplo, tienen un déficit cada vez mayor de nutrientes; en consecuencia, sus depredadores comen animales que no los alimentan con suficiencia, que los condena a morir jóvenes y a reproducirse menos.
¿Qué hacer? Aprender de experiencias ajenas. Sebastián Salgado, cuya maravillosa y monumental obra pertenece a la tradición de la fotografía sociodocumental, que ha revelado al mundo los efectos de la maldad humana, decidió en los años 90 regresar a su tierra natal Minas de Gerais, Brasil, para residir en un extenso campo heredado de su familia; la tierra estaba totalmente arrasada, erosionada y seca; antes existió ahí un bosque subtropical. Salgado y su esposa Lelia Wanick tomaron la decisión de devolver a esos terrenos su feracidad natural; reunieron más de cuatro millones de semillas de árboles de especies nativas y comenzaron a reforestar los campos con su flora original. En 30 años han recuperado más de mil hectáreas, la fauna de la región ha vuelto de manera natural y la temporada lluviosa es más larga y las lluvias más frecuentes.
Por otro lado, en Escárcega se estableció desde hace cuarenta años, aproximadamente, el Centro de Investigación y Transferencia de Tecnología Forestal, “El Tormento”; muestra invaluable de reforestación de la selva mediana propia de la región que reúne una importante cantidad de vegetación y fauna regional. La superficie asignada al Centro es de 1,400 hectáreas, 410 de ellas repobladas con cedros, “chacás”, “piches” y otras plantas; habitan ahí animales de la región: sarahuatos, osos hormigueros, tepescuintles, tucanes, ofidios y otros representantes de la fauna regional; también está en marcha el programa Sembrando Vida. El esfuerzo por recuperar lo que ha perdido la selva es todavía poco, queda todavía mucho por hacer. Además, han de plantarse especies locales, algunas en plena extinción, lo que hace muy difícil la recolección de semilla.
Para el caso y las circunstancias del municipio de Calakmul quiero ser exhaustivo: La zona es conocida como El Petén campechano su biodiversidad comprende más de 1,600 especies de plantas, entre ellas 73 especies de orquídeas y productos forestales importantes (algunos sobreviven hoy como especies endémicas): caoba, cedro, chicozapote, jabín, “pucté”, guaya, jobo, ciricote, “chacté”, “chechén”, guayacán, ramón, “chacá”, algunas variedades de palmas (entre ellas el “huano”, usado para techar casas), granadillo, achiote y otras menos importantes. En esos montes habitan seis familias de felinos, jaguar, puma, ocelote, tigrillo y jaguarundi o gato moro, pariente del puma; otras especies como venado cola blanca, tapir, puerco de monte, jabalí (no son lo mismo), “huech”, “sereque”, “tepezcuintle”, sarahuato, mono araña, oso hormiguero y ofidios de varias especies; en las aguadas y lagunas lagarto y pejelagarto (principalmente en la laguna de Silvituc); quelonios como la jicotea, el guao y el pochitoque. Aves como el faisán o cojolite, pavo de monte, tucán, chel, tapacaminos, chachalaca, loros, pericos, chejé (pájaro carpintero), cardenales, azulejos, toh (pájaro flecha que vive en cuevas y pozos), lechuza, cahuis, pich, buho, colibríes (X Ts’unu’um en lengua maya) y zotz (murciélago) y otras; numerosas variedades de lagartijas e iguanas, etc., etc.
Mención aparte merece el murciélago. De acuerdo a la cosmovisión maya este quiróptero está relacionado con la oscuridad y la muerte. En Balamkú encontraron un plato cromado que muestra cuatro murciélagos que de sus bocas brota sangre; los mayas creían que los “chilanes” (sacerdotes) se podían transportar a Xibalbá (inframundo) conducidos por el murciélago y conocer ahí la fortaleza y las debilidades de los hombres para después aconsejarlos sobre la mejor manera de conducirse.
En Calakmul se ha encontrado el glifo del murciélago en diversos sitios, mencionaré solo dos: Calakmul (estructura sub 1-4 de la acrópolis) y Oxpemul (altar 15 y estela 7). Este mamífero, que llega a vivir más de treinta años, es el animal más abundante de la zona, se calcula su número en millones. A cuatro kilómetros de Conhuas, un poblado cercano a Xpujil, existe una extensa cueva, poco explorada, que se conoce como El volcán de los murciélagos, donde habitan más de dos millones de ejemplares pertenecientes a siete especies entre frutíferas e insectívoras.
Quiero destacar, por su importancia, algo muy significativo: la asombrosa e invaluable arqueología del Petén campechano, perteneciente a dos periodos de la civilización maya: El preclásico (1500 a. de n. e. a 300 d. de n. e.) y el clásico (300 d. n. e. a 950). Todo lo maya que puede observarse en el norte de la península: Chichen-Itzá, Uxmal, Edzná, etc. recibió la influencia de sucesivos grupos náhuatl invasores provenientes del altiplano mexicano. Calakmul, Balakbal, Hormiguero, la Muñeca, Oxpemul, El Palmar, Altamirano, Pared de los Reyes, Oxul, Xpujil, Nadzca’an, Dzibilnocac, Caanná, Yaxnoh cah,Payan, Okilhuita, Pechal, Peor es Nada y Pasión de Cristo, entre otros, pertenecen al Petén; Hormiguero, Okolhutz y Rio Bec poseen rasgos propios y forman un pequeño grupo aparte en la misma área; en estos asentamientos humanos se ha identificado influencia olmeca, de Monte Alban I y del altiplano guatemalteco. Se presume, además, que existen por lo menos cien sitios arqueológicos sin explorar. Calakmul es una de las ciudades más extensas de Mesoamérica, tiene una extensión de 70 km cuadrados, se calcula en seis mil el número de sus estructuras, 621 abovedadas, doce estelas (más 23 en Oxpemul). Lugareños de Xpujil me comentaron que por lo menos 83 sitios arqueológicos están en peligro de “extinción”.
Por recomendación de la Unesco se reconoció la región de Calakmul, en 1989, como Reserva de la biósfera; en 2012, la misma UNESCO le otorgó el título de Patrimonio de la Humanidad y en 2014 se le declaró Bien Mixto, cultural y natural, de la humanidad.
Mi propuesta es que la Reserva amplíe su superficie hasta dos millones de hectáreas (actualmente abarca cerca de 800 mil ha. pertenecientes a los municipios de Calakmul y Hopelchén). El incremento deberá incluir la totalidad de la zona del Petén hasta Edzná y, dado su alto y reconocido valor natural y cultural, declarar su demarcación como Parque Nacional.
Argumentación: Como Parque Nacional tendría una atención preferente y su patrimonio estaría protegido por ser de interés general para la nación; visitarlo tendría un costo cuyo monto se invertiría en su reforestación, lo que daría un gran impulso a la recuperación y evolución natural de los procesos ecológicos que actualmente se quieren proteger; evitaría la apropiación de las tierras por particulares, pues se exige que estos parques presenten escasa o ninguna intervención humana sobre sus recursos forestales; prevendría la presencia de nuevos asentamientos urbanos, fuera de los existentes que, dada la escasa densidad demográfica, podrían ser reubicados estratégicamente; se suspendería (urge) el cultivo en la zona de palma de aceite, actualmente en crecimiento incontrolado, ya que produce la destrucción de grandes áreas de bosques tropicales, la pérdida de biodiversidad y, el uso indiscriminado de pesticidas que le acompaña, daña la salud humana, además de generar una gran cantidad de dióxido de carbono, el más dañino de los contaminantes; prevendría, (no tengo datos actuales) el comercio ilegal de piezas arqueológicas que se practicó por décadas (en los años sesenta y setenta del siglo pasado era común el robo hormiga y profesional de vestigios mayas), en Escárcega, por ejemplo, era un secreto a voces quienes lo practicaban, los más audaces poseían hasta sierras para el corte de piedras); se establecerían nichos de ocupación para los actuales habitantes: como trabajadores en el parque, organizados en cooperativas se les otorgaría la exclusividad en el traslado de los visitantes para las rutas establecidas al interior del parque, a otros se les prepararía como guías y, dado el bajo promedio de edad de sus habitantes, (14 años) se les inculcaría, en asambleas populares, la cooperación y la solidaridad de grupo para que desarrollen un fuerte espíritu de comunidad.
Atento lector: Mis palabras son las de un hombre que se dice libre y soberano, que no pertenece a ningún grupo, cofradía, organización o partido político; no recibo línea ni pago por estos escritos; vivo de una pensión de Seguro Social, completo actualmente el gasto con la pensión para adultos mayores de Andrés Manuel; carezco de propiedad y de bienes, por lo que no tengo nada que defender, excepto la verdad; acostumbrado a vivir de manera sencilla y frugal aspiro a una vida simple; he renunciado a toda voluntad de poder y desprecio toda posición de autoridad; siento lo que hay en el corazón de los oprimidos y no me adjudico ninguna consciencia ajena; sigo fiel a mis orígenes y nunca renegaré de ellos. Gracias por leer este artículo, sólo te pido que en este asunto hagas valer tus conclusiones a partir de información confiable. No te dejes llevar por presunciones ni fantasías.
Nota: Ante la necesidad de atender asuntos personales urgentes, esta columna dejará de aparecer por unas semanas. Espero que sean pocas. Gracias.
Melvin Cantarell Gamboa
Nació en Campeche, Campeche, en 1940. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es excatedrático universitario (Universidad Iberoamericana y Universidad Autónoma de Sinaloa). También es autor de dos textos sobre Ética. Es exdirector de Programas de Radio y TV. Actualmente radica en Mazatlán, Sinaloa.
https://dev.sinembargo.mx/author/melvincantarell/
Los ambientalistas llegaron tarde, por muchos años. Les preocupa el paso del tren, pero no cómo la ciudad de Mérida va avanzando rápidamente hacia la selva. En diez años el tamaño de la ciudad se ha duplicado y el panorama es irreconocible. Las constructoras prefieren pagar las multas a cumplir con la ley y dejar de destruir la selva y los sitios arqueológicos que rodean la ciudad y que ahora están bajo los nuevos fraccionamientos y plazas comerciales de lujo.
El problema empezó muchos años antes de que se planeara el tren. Pero eso no lo vieron los ambientalistas.
Extraordinaria muestra de esta zona tan rica, e importantísimo lo que usted propone para evitar que llegue la voraz privatización de la región.
Mil gracias!!! Me encantó su artículo. Comparto
Apreciado señor Malvin Cantarell,
Me conmueve de sobremanera —no sólo— el haber leído sus palabras, pero el haberlas sentido.
Me ha hecho usted reflexionar desde otra perspectiva sobre un mal que daña cada día más (a mi parecer) a nuestras sociedades, a el mundo entero: el trastorno de personalidad antisocial, quienes a su vez son altamente narcisistas.
Algunas de las características de este mal son: sentimiento de grandeza, prepotencia, sentimiento de derecho al privilegio, explotación de personas, deseos desmedidos de poder, dinero y éxito, carencia de empatía, carencia de sentimiento de culpa y arrepentimiento, intolerancia a la crítica, manipuladores, entre otras características.
Las personas con este tipo de trastorno ven a los demás como objetos para lograr sus fines; por lo tanto, de igual manera ven a la naturaleza: a la flora, fauna y todo lo que los rodea.
Lamentablemente esas personas no aprendieron a tener una conexión emocional real ni con sus padres, ni con sus seres más cercanos, y por supuesto tampoco aprendieron a tener una conexión con la naturaleza, ni con los animales (no hay conexiones emocionales positivas reales). De hecho, son personas que gozan de hacer daño a los animales; la cual es una de las características que muestran un foco de alarma de este tipo de personas en edades tempranas, como lo es también los actos de piromanía.
Esas personas dañan sin miramientos, y mientras no se les detenga, seguirán dañando su entorno (personas, animales, naturaleza, al planeta mismo) con tal de conseguir bienes materiales, poder, dinero. Sin culpas ni remordimientos.
Usted por el contario, guarda en sus recuerdos de infancia un vínculo de amor con la naturaleza, con la selva; y eso lo expresa usted de una forma extraordinaria y llena de mucho amor y respeto.
Usted nos habla —no sólo— por medio de su vasto conocimiento, de su consciencia y análisis tan acertado sobre el tema, pero también nos habla desde el alma, y eso no sólo se lee, se siente al ir recorriendo cada una de las palabras que usted nos ha compartido.
Afortunadamente todavía existen personas como usted señor Malvin.
Considero una muestra de generosidad que usted comparta con nosotros su conocimiento y experiencias. Abre usted una ventana de luz y esperanza en un mundo que parece tornarse cada vez más oscuro.
Muchas gracias señor Malvin.
Con todo respeto y admiración:
Erika Moreno Sarmiento
Estimado Melvin Cantarell,
Como siempre es un placer leer su trabajo, aprender y reflexionar a través de sus textos.
La naturaleza generalmente encuentra la manera de restablecerse y equilibrase en el contexto de lo que le rodea, sin embargo, nada puede contra nuestro consumismo voraz. Su propuesta me trajo a la memoria el método de reforestación Miyawaki, muy simple y de pocos cuidados. Mi único conflicto con su propuesta es que depende de la voluntad del hombre, pero siempre me pone en plano positivo leerle, -sí- a pesar de los pululantes ambientalistas y «científicos» que juegan a coquetear con la política y el erario.
Ojalá algún día le den tiempo aire en Los Periodistas.
Fuerte abrazo.
Apreciado Maestro Melvin: Este artículo en particular, es realmente extraordinario y la propuesta no lo es menos. Ojalá que mucha gente lo lea, lo comparta y logre hacerlo llegar hasta donde pueda ser retomado con la suficiente decisión para hacerlo realidad. Es una llamada de atención, conmovedora, con gran sabiduría, y desde abajo, desde los cimientos de la cultura mexicana. Merece todos mis respetos y admiración.
Señor Cantarrell:
Su escrito me llegó hasta el alma, nadie ha explicado mejor la urgencia, importancia y necesidad de proteger y recuperar la selva.
Gracias. Compartiré sus palabras.