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Violeta Vázquez-Rojas Maldonado

14/03/2022 - 12:04 am

Regaños coloniales

Si la resolución del Parlamento dirigida al gobierno de México es enojosa, escuchar las intervenciones orales de los parlamentarios en el pleno donde se aprobó, requiere estoicismo.

El tono de la respuesta fue tan inusual que lo primero que pensamos muchos es que se trataba de una broma. Sin embargo, el comunicado fue difundido en las propias redes sociales del gobierno de México, así que la hipótesis de la fake news se desvaneció pronto, y nos fuimos haciendo a la idea de lo que el presidente confirmaría en su conferencia matutina del día siguiente: la carta incendiaria de respuesta al Parlamento Europeo provenía de su mano y letra.

Las reacciones más predecibles fueron las de los grupos opositores al presidente -políticos, comentaristas y empresarios-, que encontraron en la redacción del comunicado una confirmación de sus prejuicios sobre un López Obrador pendenciero, rijoso, autoritario y falto de maneras. Por otro lado, algunos simpatizantes del presidente juzgaron que la carta era acertada en el contenido, pero errada en la forma: piensan que lo que se dijo se pudo decir más diplomáticamente.

Esta es una historia que se lee, como las revistas dominicales, de atrás para adelante, de modo que primero nos enteramos de la sorpresiva respuesta del gobierno de México y sólo después del documento que la motiva. La resolución del Parlamento Europeo sobre la situación de los periodistas y los defensores de los derechos humanos en México, respaldada por 607 de sus 705 miembros (hubo sólo dos votos en contra y 73 abstenciones), es un documento que no peca de falso, pero sí de falaz.

Por un lado, enumera verdades innegables, como que en este sexenio han sido víctimas de la violencia varias decenas de periodistas y defensores de derechos humanos, lo que convierte a este país en uno de los más peligrosos del mundo para ejercer estas actividades. El documento relata otra verdad inocultable: que Andrés Manuel López Obrador suele exhibir a ciertos periodistas cuando publican noticias falsas, y también recuerda la sabida tensión que existe entre la Presidencia y la prensa (sin especificar que esta tensión sólo alcanza a la prensa corporativa).

Por otro lado, las dos verdades puestas una junto a la otra dan el efecto de una falsa causa: los señalamientos del presidente López Obrador, según lleva a concluir el documento, son la razón por la que se asesina a periodistas y activistas en este país. Se le exige, por lo tanto, al presidente, que cese la plataforma con la que denuncia los bulos de la prensa. Al parecer, esa sección semanal ha preocupado a ciertos medios a tal grado que lograron cabildear una postura del Parlamento Europeo para exigir que se elimine.

Si la resolución del Parlamento dirigida al gobierno de México es enojosa, escuchar las intervenciones orales de los parlamentarios en el pleno donde se aprobó requiere estoicismo. Se trata de una letanía de declaraciones insidiosas y desinformadas que animan a comprender por qué en la respuesta del presidente se usan frases como “ya no somos colonia” y “manía injerencista”. Pongo algunos ejemplos:

El eurodiputado rumano Nicolae Ştefănuță, franco desconocedor del entramado de la violencia en México, atribuye toda la responsabilidad de esta grave situación a una entidad inasible. Para él, quien atenta contra los periodistas es el país mismo y por completo, y dice: “México está lanzando una guerra contra la verdad, matando a los periodistas y a los defensores de derechos humanos”. La eurodiputada Evin Incir, socialdemócrata de Suecia, y también claramente confundida sobre las causas y los perpetradores de esta violencia, llama al parlamento a “reforzar el apoyo a esos periodistas y activistas y a todos aquellos que están en estos momentos sufriendo a manos del gobierno mexicano”.

La caricatura discursiva en que se ha convertido la oposición nacional a AMLO parece replicarse en Europa: unos lo acusan de no ser suficientemente de izquierdas, otros lo denuncian por demasiado izquierdista. Así, la Diputada Susana Ceccardi, del partido derechista italiano Lega Nord, sentencia: “Todo esto se puede adscribir a las políticas del presidente socialista mexicano Obrador, poco incisivo en el combate a los criminales, (pues) prefiere invertir en las políticas socialistas que bloquean el desarrollo del país en vez de la represión de esta violencia”. Ceccardi aprovecha la tribuna para introducir una acusación tangencial y malintencionada: “sus declaraciones alucinantes de condena a la invasión de Ucrania por parte de Putin se parecen peligrosamente a la posición pro-Rusia de los dictadores comunistas de Venezuela y Cuba”.

La ignorancia y la hipérbole no son exclusivas de los parlamentarios de derecha. Lefteris Nikolau-Alavanos del partido comunista de Grecia, es quizás el más perdido de los oradores, pues incluso parece que no sabe cuál es el tema sobre la mesa. Así, no duda en afirmar: “López Obrador aplica duras medidas contra los trabajadores y reprime cada vez más las movilizaciones populares”.

La eurodiputada española María Soraya Rodríguez Ramos, del partido centroderechista Ciudadanos, es franca y directa, su exigencia es que acaben las respuestas del presidente a la prensa difamatoria. “En este contexto no es aceptable que el gobierno cree una plataforma gubernamental aprovechada por el presidente para estigmatizar, criticar y ridiculizar a periodistas con el pretexto de luchar contra las mentiras falsas” (sic).

Quizás la intervención más cándida sea la de Francisco José Millán Mon, del derechista Partido Popular español y uno de los principales promotores del documento. Según él, México tiene un gobierno populista que descuida las instituciones, por lo que “no hay seguridad para las personas, tampoco hay seguridad jurídica para las empresas. Esta carencia la sufren, por ejemplo, las inversiones extranjeras en el sector eléctrico, entre ellas, empresas europeas”.

La única intervención sensata fue la de Miguel Urbán Crespo, militante anticapitalista y fundador de Podemos, que acepta: “México es uno de los países más peligrosos para la prensa, una violencia que también golpea de manera especialmente preocupante a los defensores de derechos humanos y las defensoras del medio ambiente. Todos estos son problemas reales que enfrenta la sociedad… El problema es que algunos grupos políticos de esta cámara están utilizando esta situación como un arma arrojadiza contra el gobierno mexicano con unos intereses que poco tienen que ver con la defensa de los periodistas y de los defensores de los derechos humanos y esto es intolerable”. Lamentablemente, su intervención ceñida a los menos de dos minutos de rigor, no le da para explicar mucho más este punto.

Sólo los diputados Antoni Comín y Oliveres, de Cataluña, y Clare Daly, de Irlanda, señalan el involucramiento de las transnacionales europeas en la exacerbación de la violencia y el neocolonialismo, pero ninguno alcanza a percibir lo que bien señala Urbán: si bien la situación de los periodistas y los activistas en México es alarmante, esta misma situación se emplea como arma política de presión sobre el gobierno mexicano para defender otros intereses, como los de las empresas energéticas, mencionados abiertamente por Millán Mon.

Al Estado Mexicano se le debe exigir, y se le exige, que asuma su obligación de garantizar la vida y proteger a personas cuya actividad las pone en riesgo. No se niega la voluntad mostrada en los avances, pero todos podemos apreciar que los logros son magros y que lo que se ha hecho, si bien es algo, no es suficiente. Pero lo que los parlamentarios europeos hacen -seguramente azuzados por grupos de poder que operan en México- es una receta desgastada de manipulación: toman causas justas y las usan -algunos sabiendo y otros sin saber- para socavar la imagen de un gobierno legítimo y promover los intereses de élites empresariales.

El tono del comunicado del gobierno mexicano en respuesta a la resolución del Parlamento Europeo se entiende mucho mejor después de atestiguar las intervenciones desinformadas, manipuladoras y francamente irrespetuosas de la mayoría de los parlamentarios. Es fácil deducir que muchos de ellos incluso ignoran a qué artimaña se prestaron.

La historia se complementa bien con esta escena del sábado por la tarde: el presidente es recibido por una multitud sonriente bajo la llovizna de Huimanguillo, Tabasco. Mientras pasa lentamente en su camioneta, recogiendo saludos, dejándose tomar fotos, recibiendo cartas, uno de los asistentes le dice, alto y claro: “Muy bien contestado a los europeos. Me siento representado”.

Violeta Vázquez-Rojas Maldonado
Doctora en lingüística por la Universidad de Nueva York y profesora-investigadora en El Colegio de México. Se especializa en el estudio del significado en lenguas naturales como el español y el purépecha. Además de su investigación académica, ha publicado en diversos medios textos de divulgación y de opinión sobre lenguaje, ideología y política.
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