La investigación revela que, a medida que la grasa disminuye su plasticidad por envejecimiento y obesidad, va perdiendo su capacidad de responder a las señales corporales.

Madrid, 14 de marzo (Europa Press).- Los investigadores sostienen que los efectos negativos de la obesidad sobre la salud no se derivan simplemente de un exceso de grasa, sino de la disminución de su capacidad de respuesta a los cambios, o lo que es lo mismo, de su plasticidad, según una revisión publicada en la revista Cell.

Se sabe que la obesidad provoca enfermedades cardiometabólicas como la hipertensión y la diabetes, pero atribuir estas enfermedades a un mero exceso de grasa es una simplificación. En un nivel básico, la grasa actúa como un receptáculo para almacenar energía, pero si se mira más de cerca es un actor esencial en procesos corporales vitales como la respuesta inmune, la regulación de la sensibilidad a la insulina y el mantenimiento de la temperatura corporal.

La composición y el funcionamiento de este tejido cambian en respuesta a las fluctuaciones de peso y al envejecimiento. A medida que la grasa disminuye su plasticidad debido al envejecimiento y la obesidad, pierde su capacidad de responder a las señales corporales.

En el modelo actual de este fenómeno, el rápido crecimiento del tejido adiposo supera su suministro de sangre, privando a las células grasas de oxígeno y provocando la acumulación de células que ya no se dividen. Esto conduce a la resistencia a la insulina, la inflamación y la muerte celular, acompañada del derrame incontrolado de lípidos de estas células.

«El papel central de la disfunción del tejido adiposo en la enfermedad y la increíble plasticidad del tejido adiposo apoyan la promesa de modular los fenotipos del tejido adiposo con fines terapéuticos», escriben los autores, dirigidos por Claudio J. Villanueva, de la Facultad de Ciencias de la Vida/Escuela de Medicina David Geffen y Patrick Seale de la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos.

«Quedan muchos interrogantes y oportunidades para futuros descubrimientos, que permitirán obtener nuevos conocimientos sobre la biología del tejido adiposo y, con suerte, conducir a mejores terapias para las enfermedades humanas», reconoce.