Conocida por propios migrantes y activistas como «la ciudad cárcel», Tapachula recibe cientos de extranjeros que esperan obtener documentos regulatorios de migración para poder transitar libremente por el país; sin embargo, factores como la gran demanda y la militarización del lugar afecta su propósito.

Por Juan Manuel Blanco

Tapachula (México), 2 mar (EFE).- Definida por muchos migrantes y activistas como una «cárcel», el municipio mexicano de Tapachula, fronterizo con Guatemala, lleva años con miles de extranjeros varados mientras esperan regularizar su situación en el país o encontrar alguna vía clandestina para llegar a la frontera norte.

El nicaragüense Ricardo Escobar llegó a Tapachula, en el estado de Chiapas, hace varias semanas y forma parte de los cientos de extranjeros, adultos y niños, que hoy continúan varados en esta urbe y que exigen que documentos regulatorios para transitar libremente por el país.

Durante varios días, este migrante centroamericano estuvo internado en la estación migratoria Siglo XXI, una institución gubernamental que ha estado en el centro de la polémica desde el comienzo de las caravanas a finales de 2018, pues el recinto es señalado por hacinamiento, condiciones precarias y contagios de COVID-19.

Migrantes participan en una manifestación hoy por las principales calles de la ciudad de Tapachula, en el estado de Chiapas (México).
«En el caso de las personas refugiadas resulta ser más complejo el contar con cierta documentación como actas de nacimiento, certificados educativos, pasaporte, etc., ya que muchas de las personas de esta población salen de sus países apenas con la ropa que llevan puesta para escapar de los contextos de violencia y precariedad que viven en sus países de origen»: Sin Fronteras. Foto: Juan Manuel Blanco, EFE

«Cuando entramos en la Siglo XXI encontramos en una situación de tortura social, económica, física y psicológica”, denunció el migrante, que viajó de Guatemala a México en una camioneta de transporte público y fue detenido por agentes de migración.

Según explicó a EFE el abogado José Luis Pérez Jiménez, Tapachula se ha convertido en una «auténtica megaprisión preventiva oficiosa» que ha llegado a albergar a miles de migrantes varados ante la lentitud en los trámites del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

Ambas instituciones han incrementado desde hace meses sus funcionarios en la región para dar salida a los trámites, pero pese a esos esfuerzos la burocracia acostumbra a alargarse meses.

El migrante de origen nicaragüense Ricardo Cristofer Escobar muestra un oficio de salida del país. Foto: Juan Manuel Blanco, EFE

DENUNCIAS POR «MILITARIZACIÓN»

A raíz de la ola migratoria que azota la región desde hace años, el Gobierno mexicano ha desplegado miles de efectivos en sus fronteras.

Estos operativos han llegado a ser muy criticados por activistas y organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por ejemplo, a raíz del uso de la fuerza para frenar varias caravanas migrantes que pretendían salir de Tapachula en el último trimestre del pasado año.

“El tema migratorio es estructural, no se soluciona con mandar al Ejército o la policía para que los contengan. Y en el caso de Tapachula, la ciudad se ha convertido en un gran embudo del continente americano”, apuntó el abogado y experto.

Efectivos del Ejército mexicano y de la Guardia Nacional en la ciudad de Tapachula, estado de Chiapas. Foto: Juan Manuel Blanco, EFE

MALVIVIR POR UN SUEÑO

Se estima que miles de hondureños permanecen varados en Tapachula y siguen en busca de documentos con la esperanza de llegar al norte, hasta Estados Unidos, para cumplir con el sueño americano.

Pero las condiciones de vida en Tapachula rozan para muchos de ellos lo inhumano.

“Llevo durmiendo un mes en el parque. Hemos improvisado algunas casas de campaña, otros se mantienen acostados en las aceras, jardineras. Mi hijo está triste y requiere mayor atención, solo pedimos ayuda para el trámite de la visa”, dijo la mujer, de unos 40 años, que vive con otros migrantes centroamericanos en un parque convertido ahora en un campamento a la intemperie.

Varios migrantes centroamericanos exigen documentos regulatorios para transitar libremente por el país, el 1 de marzo de 2022, en Tapachula, Chiapas. Foto: Juan Manuel Blanco, EFE

Irineo Mujica, director de Pueblos Unido a s Migrantes (PUM), expuso a EFE que mantener a los migrantes en Tapachula ha convertido la ciudad en una «cárcel con carceleros que persiguen a las personas».

«Andan cazando y hostigando a las personas, lo que ha llevado a las personas migrantes a coserse la boca y a hacer ayunos», dijo el activista, recordando alguno de los actos de protesta más mediáticos de las últimas semanas.

CALMA MUY TENSA

Hasta la fecha, en este 2022 solamente ha habido una caravana que partió de Tapachula con unas 300 personas pero fue disuelta tras avanzar muy pocos kilómetros.

Este suceso se suma a las varias caravanas migrantes frustradas en 2021 y al trágico accidente con 56 migrantes muertos de un camión en el que viajaban hacinados por una carretera de Chiapas.

Todo ello, y la incapacidad de seguir avanzando, ha convertido más si cabe a Tapachula en una olla a presión.

En las últimas semanas se han sucedido una serie de protestas de migrantes de varias nacionalidades que han exigido a las autoridades migratorias celeridad en los trámites al grito de: «Queremos visas».

Tapachula, nuevo destino de migrantes

Una de estas marchas, protagonizada hace unos diez días en su mayoría por haitianos y africanos, terminaron en un choque contra las fuerzas de la Guardia Nacional que protegían la sede del INM en la ciudad.

Para calmar los ánimos, el INM informó el 24 de febrero que en 11 días había brindado atención 1.940 personas extranjeras de 16 países que se encontraban en Tapachula.

La región vive un flujo récord hacia Estados Unidos, cuya Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) detectó a más de 1,7 millones de indocumentados en la frontera con México en el año fiscal 2021, que terminó el 30 de septiembre.

México deportó a más de 114 mil extranjeros en 2021, de acuerdo con datos de la Secretaría de Gobernación del país.

Mientras, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) recibió un récord de 131 mil 448 solicitudes de refugio en 2021.