Tomás Calvillo Unna
02/03/2022 - 12:05 am
La indefinición existencial: una respuesta
El corazón se oculta/ como una sabia intuición de la espera./ Hay una voluntad impecable/ que retoma su turno./ Pocos la aprecian todavía/ pero no tarda, con su disciplina y silencio,/ en recuperar el sentido de las cosas».
Rendija: La diferencia entre la Guerra Fría y el 2022: el mundo antes estaba dividido, y hoy se encuentra fragmentado.
Cómo regular la velocidad dentro de nosotros:
lo que percibimos es tanto que nos condiciona
cada paso.
Es como si en un segundo
no mucho más,
contáramos historias sin fin,
genéticas y delirios que se convierten
en un manto, una sombra
que nos llega a sofocar y enceguecer;
un resorte cuyo impulso inconsciente
es agotador
y nos enmarca y define;
la corta geometría de las pulsaciones,
la geografía de la psique,
sus capas de oníricas presencias,
y antiquísimos respiros.
Todas las piezas del rompecabezas
de nuestras vidas,
se arman y desarman una y otra vez,
sin que nuestra aquiescencia intervenga siquiera,
atrincherada aparenta desaparecer,
desde muy lejos observa
por la mirilla de la maltratada puerta de los sentidos.
El columpio de los pensamientos
en el caminar del cuerpo no cesa;
las fobias, miedos, apegos,
se entremezclan y el corto circuito sucede,
el accidente, los accidentes
se vuelven rutina dolorosa.
En un mundo dislocado ,
los discursos de los líderes,
las palabras de lo público y privado estallan
como la pirotecnia de una cultura
que se resquebraja por dentro,
y provoca el boquete civilizatorio
de la guerra; el poder huérfano,
su rostro más cruel,
la temeraria escenografía
que por un tiempo limitado absorbe
ese engranaje social y político
pesado y rudimentario,
donde se habla de un mundo que ya no está,
sólo el artificio de mitos erróneamente narrados,
como horizonte de una tragedia
advertida e ignorada.
Ya se distribuyen las cápsula de venenos
que se ingieren al ritmo de los horarios
de los fanatismos.
Las ideologías son las marcas que compiten
por resquebrajar la salud primigenia
que se desecha.
La verdad y la mentira se abrazan y solidifican;
el destiempo, la impotencia que paraliza,
el denso ruido, el permanente festín de los medios,
parvada de aproximaciones:
el testigo de uno mismo,
el espía de uno mismo, el aspirante,
la sucesiva lista de prototipos
que pretenden la representación,
al salir a la calle y dar la cara,
confrontándose.
El corazón se oculta
como una sabia intuición de la espera.
Hay una voluntad impecable
que retoma su turno.
Pocos la aprecian todavía
pero no tarda, con su disciplina y silencio,
en recuperar el sentido de las cosas.
Ese rincón donde ya no hay para donde hacerse,
esta cerquita de cada uno, es ambulatorio,
acompaña a todos lados, no ocupa espacio
y no obstante tiene el poder de definirlo.
Es probable que sea una esquina;
habrá que ver la dirección…
Henos aquí donde la velocidad se ataja,
la frente en el piso de la devoción
que nos vence y conmueve.
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