Elden Ring no es una experiencia para todos, pero sin duda es una experiencia que todos deberían experimentar para identificar lo que representa un desafío.

Ciudad de México, 27 de febrero (SinEmbargo).- Hablar de From Software no es tarea sencilla, un estudio que nos ha traído grandes franquicias como Dark Souls, Bloodborne y más recientemente Sekiro, que ha logrado sorprendernos y sobre todo desafiarse en cada nuevo juego que deciden crear, si bien existe un concepto similar del que todos estos juegos han nacido, todos logran tener su propia personalidad y esencia para ofrecernos experiencias diferentes. Con su revelación desde el año 2019, Elden Ring no sólo creaba una de las expectativas más grandes en la industria por quienes estaban detrás del juego, sino que nos ofrecía un primer vistazo a algo completamente diferente en cuanto a concepto se refiere, un mundo alejado de estructuras, castillos y aldeas para darnos un mundo más natural complementado por diferentes zonas que conectan entre sí, para darnos la que posiblemente sea la mejor experiencia del estudio hasta la fecha y sobre todo, una reinvención del concepto de mundo abierto que existe en los videojuegos.

La premisa de Elden Ring es relativamente sencilla y similar a la estructura que hemos visto en otras entregas de From Sotware, en este caso conoceremos el mundo de “Las tierras intermedias” las cuales han sido bendecidas por el anillo que se menciona en el título del juego y entorno al cual gira la trama, estas tierras son gobernadas por la reina “Marika la eterna” donde nosotros tomaremos el papel de un “deslucido”, un habitante desterrado tras haberse roto el anillo, pero que aún conservan la luz con la que fueron bendecidos. Nuestra aventura se centrará en derrotar a unos semidioses herederos del poder corrupto de los fragmentos del anillo “Elden” y a los cuales se refieren como los antiguos dioses de este mundo, a su vez, estos fragmentos llevarán el nombre de “grandes runas” y son los causantes de una guerra; como podrán imaginar en este mundo, nuestra misión es derrotar a estos semidioses, reformar el anillo y convertirnos en el “Elden Lord” y poner fin a todo dentro de este mundo lleno de fantasía que fue creado con la ayuda de George R.R. Martin, el creador de Game of Thrones.

Elden Ring se arriesga con este nuevo concepto de mundo abierto. Foto: Elden Ring

Al inicio del juego tendremos la opción de escoger entre las diferentes clases disponibles como guerrero, vagabundo, samurái, astrologo, héroe, entre muchas otras, cada una con sus características principales y sobre todo conformadas por diferentes estadísticas que definirán la manera en la que nos desarrollamos en combate, ya sea a corta o larga distancia, en combate físico o mediante el uso de magia. Además de las diferentes mejoras que podremos realizar a lo largo de nuestro recorrido en conjunto con la obtención de nuevos artículos, armas o armadura combinado con las habilidades que podremos ir desarrollando. Dicho esto, en el aspecto general de la jugabilidad del título, podríamos resumirlo como un Dark Souls de mundo abierto y esto no necesariamente es algo malo, al contrario, Elden Ring presenta una base solida de lo que busca y logra como título al darnos una libertad inimaginable de exploración, si bien mantiene la esencia de ser un RPG de acción con elementos prácticamente similares a los de otras entregas, que van desde el sistema de combate y los controles hasta la interfaz del juego, lo multiplicán de manera exponencial para prácticamente reinventar el “género” de este tipo de juegos que el mismo estudio comenzó.

Un mapa enorme, sin detalles, un camino sin ruta y un mundo que exploraremos de la manera que queramos donde en cada rincón parece existir algo nuevo y cada que replanteamos nuestro camino pareciera darnos algo diferente; todo esto combinado con las adiciones como el hecho de agregar una montura que se vuelve una experiencia complementaria, donde además puedes entrar en combate y cambiar la manera en que estábamos acostumbrados a explorar estos mundos. A esto, añadiendo no sólo los diferentes e incontables secretos que nos aguardan en este mundo, sino la constante amenaza de enemigos que están tan bien diseñados en cada entorno que cada uno, aunque mantiene dinámicas similares a lo que conocemos del estudio, se vuelve una experiencia tan rica en contenido y desafío que no te importará repetir una y otra vez.

La premisa de Elden Ring es relativamente sencilla y similar a la estructura que hemos visto en otras entregas de From Sotware. Foto: Elden Ring

El nivel gráfico probablemente sea el punto más débil del juego para lo que representa, claramente estamos ante una experiencia que, si bien llega a una nueva generación de consolas, la realidad es que no está tan optimizada para las mismas, siendo la versión de PC la que mejor se desempeña en todo momento, aunque claro, la experiencia se puede disfrutar de igual manera, aunque a menor escala en consolas. Por el lado del diseño del juego, es simplemente impresionante el mundo que han creado, destacando la capacidad para inventar micro mundos o micro conceptos dentro del mapa inmenso que tenemos, haciendo que las diferentes secciones del juego, zonas de jefes o áreas de exploración se sientan parte del concepto general del juego, pero a la vez con su propia esencia. Claro, como es característico, el diseño de enemigos y personajes es espectacular.

Hay que entender una cosa en esta “reinvención” del término “mundo abierto” que vivimos con Elden Ring y es algo que posiblemente no habíamos experimentado de la manera correcta hasta el día de hoy y es que básicamente el juego te avienta a un mundo, donde no conoces absolutamente nada y donde con cada metro que avancemos creeremos conocerlo, pero la realidad es otra, el desafío constante que representa el mundo de las “tierras intermedias” cambia de manera constante mientras más lo exploramos y eso es lo más mágico del juego, el adentrarse en lo desconocido esperando algo que al momento se reinventa dentro de una fórmula que nos ha maleducado a lo largo de los años, esperando siempre conocer el inicio y el fin mediante un recorrido delimitado y aunque es necesario y a lo largo del juego existen estos dos puntos que se conectan para darnos ese camino, al final la experiencia representa una libertad que va más allá de los límites que conocíamos para darnos la experiencia definitiva de exploración.

Elden Ring no es una experiencia para todos, pero sin duda es una experiencia que todos deberían experimentar para identificar lo que representa un desafío y lo que realmente hace destacable al juego como algo innovador al arriesgarse con este nuevo concepto de mundo abierto, que termina siendo una fórmula ganadora.