Sandra Lorenzano
20/02/2022 - 12:03 am
Mirarse al espejo y mandar flores
¿Y si aprendiéramos a amarlos, si dejáramos atrás ese miedo que nos marca desde niñas, ese contenernos y reprimirnos, esa preocupación por gustar, esa vergüenza ante nuestro desborde adolescente, ante la sangre que nos recuerda cada mes quiénes somos?
Dos mujeres me han llevado a pensar durante esta semana del 14 de febrero en el erotismo como poder, como bálsamo, como subversión y conocimiento. La primera fue Cristina Peri Rossi; ya saben que la uruguaya se ha convertido para mí, con el paso de los años y la vida, en una suerte de gurú o de IChing literaria donde siempre encuentro respuestas a lo que quizás no sabía que me estaba preguntando. Y esta vez es una frase que apareció mientras preparaba una charla sobre el exilio: …de todas las catástrofes, incluida la del exilio, nos salva la libido, escribe y con esa frase enmarca una propuesta poética atravesada, entre otros elementos, por el erotismo, el deseo, el gozo, las pieles, como elementos que conforman también la política del texto. ¿Cómo no reivindicar el potencial subversivo de todo esto? Coctel molotov amoroso para San Valentín. muy por lo bajo te murmuro /entre las piernas / la más secreta de las oraciones, dicen unos versos de su poema “Oración”.
Y de la mano de Peri Rossi llegó también esta semana a hablarme al oído la genial Audre Lorde, y ese texto de 1978 que siempre me ha dado vuelta la cabeza: “Usos de lo erótico: lo erótico como poder”. ¡Qué sabia Audre Lorde! A ver, detengámonos un momento en esa joya: la opresión hacia las mujeres se ha sostenido sobre la supresión de lo erótico, dice, dado el poder que conlleva. “En la sociedad occidental, se nos ha enseñado a desconfiar de este recurso, envilecido, falseado y devaluado.” Como consecuencia desconfiamos de un poder que reside en nuestro interior, enraizado en los femenino, lo espiritual, lo ancestral, lo no racional. Hay ahí una fuerza a la que no deberíamos renunciar, que habla también de plenitud y de intensidad.
Según la teórica que habló siempre desde su lugar de mujer negra, lesbiana y feminista:
“El término erótico procede del vocablo griego eros, la personificación del amor en todos sus aspectos; nacido de Caos, Eros personifica el poder creativo y la armonía. Así pues, para mí lo erótico es una afirmación de la fuerza vital de las mujeres; de esa energía creativa y fortalecida, cuyo conocimiento y uso estamos reclamando ahora en nuestro lenguaje, nuestra historia, nuestra danza, nuestro amor, nuestro trabajo y nuestras vidas.”[1]
Y no estamos hablando sólo de sexualidad, sino de una conexión profunda con la vida, con el gozo, con la capacidad de sentir, de crear, de abrazar. Pero a las mujeres nos han educado para temer a este potencial que guardamos en nuestro interior. Hemos aprendido a dudar, a depender, a reprimir, a sentirnos infelices y inseguras. A odiar nuestro cuerpo. ¿Ya escucharon a Emma Thompson y su maravilloso speech en la Berlinale? Allí, al hablar de su papel en la película Good Luck to You, Leo Grande, y sobre todo a la escena en que se para desnuda frente a un espejo, con sus 62 años (¡ayyy la misma edad que tendré dentro de pocos días!) y su cuerpo “sin retoques”, confiesa su sensación de que no podría haber sostenido esa mirada en la vida real. “Sólo acércate a un espejo sin moverte, quítate la ropa y no te muevas. Acéptate, acéptate y no te juzgues. Es lo más difícil que he tenido que hacer nunca. (…) A las mujeres nos han lavado el cerebro para que odiemos nuestros cuerpos”[2].
¿Y si aprendiéramos a amarlos, si dejáramos atrás ese miedo que nos marca desde niñas, ese contenernos y reprimirnos, esa preocupación por gustar, esa vergüenza ante nuestro desborde adolescente, ante la sangre que nos recuerda cada mes quiénes somos? Ocúltate, olvida los desbordes, esconde la sangre, sé una buena mujercita, mona, discreta, graciosa, bien peinada y bien portada. Y exitosa, claro. Con un hombre siempre junto a ti, más hijos, proyectos, gimnasia, sonrisas a mano.
¿Que ya no eres joven? ¿Que también tú vas a cumplir 62 (o 52 o 72)? Sí, somos de la generación que creció, en general. más libre que la anterior, que “nos dejaron” estudiar lo que quisimos, que leímos a Simone de Beauvoir desde chicas, que tuvimos los hijos que deseábamos tener (¡bendita píldora!) o ninguno, que disfrutamos de nuestro trabajo, pero… ¿quién se atreve a pararse desnuda ante un espejo? ¿Quién se atreve a mirar de frente las arrugas, las estrías, los kilitos de más? ¿Quién se atreve a amar sin temor, a bailar, a gozar, a dejar fluir esa fuerza erótica, a empoderase y liberarse desde ahí?
Todo esto viene a cuento por el 14 de febrero. Por un lado apareció, como cada año, el almibarado y ultra comercial negocio que se ha creado entorno a esta fecha y que propone un modelo convencional y “tranquilizador” de amor heteropatriarcal: allí aparecen él y ella dentro de un corazón. Encerrados dentro de un corazón, digo yo. Por otro lado, escucho a las chicas más jóvenes despotricar contra el “amor romántico”, porque hay quienes han transformado al concepto “amor romántico” en sinónimo de “amor violento”. Aunque me lo hayan explicado, no me convence este traslape, me suena a trampa discursiva. Por supuesto que estoy en contra del modelo patriarcal de amor, generador de violencias, de opresión, de insatisfacción, de horror y de muerte. ¿Cómo no estarlo en un país feminicida como México? ¿Cómo no estarlo ante los datos de violencia doméstica, ante los miles de violaciones que se denuncian al año, ante las desigualdades brutales entre hombres y mujeres? Pero… pero… ¿por qué llamamos “romántico” a esto? Y me preguntio, entre el modelo del marketing y el del amor violento, ¿dónde queda la posibilidad de imaginar otras formas de amar, más igualitarias y generosas? ¿Dónde queda la posibilidad de transformación de todas las ellas, los ellos y les elles? ¿Dónde quedan otros modos de gozar, de acompañar, de construir parejas y familias?
¿Dónde dejamos la fuerza erótica de las mujeres? ¿Dónde nuestra posibilidad de ser felices, feministamente, gozosamente, eróticamente felices? Seguiré defendiendo a capa y espada este “otro modo de ser humano y libre” (Rosario Castellanos dixit), el que es capaz de reconocer nuestra capacidad de empoderamiento a partir del erotismo (Lorde) y de celebración de la libido como resistencia (Peri Rossi).
Dije que dos mujeres me habían llevado a pensar durante esta semana del 14 de febrero. En realidad, han sido tres: la tercera es aquella que ha recibido mis flores y mis versos (no olviden que también soy hija de Manuel Puig y su “orgullosa cursilería” color arcoíris) en esta “Santa Valentina” libre que me niego a dejar en manos de negociantes y de violentos.
[1] Audre Lorde, “Usos de lo erótico: lo erótico como poder”, en La hermana, la extranjera. Artículos y conferencias, traducción de María Corniero, Madrid, Ed. Horas y horas, 2003.
[2] En El País, 15 de febrero de 2022.
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