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«Flaco» era alguien con contactos internacionales desde antaño y tenía planes de abrirse camino en México. Quería estar fuera de su país para buscar nuevos mercados de droga y usar esa ruta para traficar personas hasta tierras mexicanas.

Por Carlos García

Ciudad de México, 17 de febrero (InsightCrime).– El 2 de marzo de 2021, la Policía Nacional Civil de El Salvador anunció la captura de Hugo Armando Quinteros Mineros, mejor conocido como “Flaco”. Su captura sorprendió a las autoridades pues se pensaba que se hallaba en México donde había establecido uno de los proyectos más ambiciosos de la Mara Salvatrucha (MS13) hasta la fecha: el Programa México.

El día de su detención, «Flaco» se veía desmejorado, con una cara lánguida y colgada, acorde con su apodo. Era uno de los prófugos más buscados tanto por el Gobierno salvadoreño como por el estadounidense. Fue el primer pandillero del liderazgo de la MS13 en ser reclamado por un tribunal del distrito Este de Nueva York en Estados Unidos.

«Flaco» también forma parte de los 14 líderes que el Departamento de Justicia acusó de terroristas el pasado 14 de enero de 2021 y que busca sean extraditados a Estados Unidos. Su trámite ingresó a la Corte Suprema de Justicia salvadoreña en marzo, a pocos días de su captura, pero aún no hay resolución.

Este veterano llevaba dos años escurriéndose hábilmente de la justicia, desde que en 2019 fue deportado de México y por razones no muy claras fue puesto en libertad por las cortes salvadoreñas. Pero ahora está bajo custodia de nuevo. Sin embargo, el Programa México, continuó su marcha.

EL FLACO

https://twitter.com/USDOJ_Intl/status/1350150177345183744

«Flaco» es uno de esos míticos pandilleros de antaño. Huyó de El Salvador en 1989 a California, Estados Unidos, siendo un adolescente para evitar el reclutamiento militar durante la Guerra Civil. Se asentó cerca del parque MacArthur en Los Ángeles donde se ganó su taka o apodo. Batalló las calles, formó una familia y terminó deportado en 1996 de acuerdo con una nota de Los Angeles Times de 2005.

En El Salvador se encargó de replicar con éxito la Mara Salvatrucha por tres años hasta que cayó preso en 1999. Desde la prisión ayudó a colocar los primeros ladrillos de la cúpula pandilleril carcelaria en 2002 luego de guerras y ultrajes con otros grupos carcelarios. A esa primera configuración de cabecillas en intramuros la bautizaron como Ranfla, siendo «Flaco» uno de sus arquitectos.

Hoy los homeboys llaman a este hombre de 50 años con una muletilla gansteril que denota respeto. Lo nombran “Viejo Flaco” por su longevo andar en la pandilla. Con el tiempo y los intercambios de penales, «Flaco» se desempeñó como ranflero en el sector cuatro del penal de Ciudad Barrios por muchos años, hasta que en 2012 su poder se repartió con más miembros de la Ranfla que llegaron del penal de máxima seguridad, ubicado en el departamento de Zacatecoluca y conocido como Zacatraz, durante una tregua entre los grupos pandilleriles más grandes de El Salvador, facilitado por el Gobierno salvadoreño.

LA TREGUA QUE PERMITIÓ LA EVOLUCIÓN

En marzo de 2012, el Gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) del entonces Presidente Mauricio Funes Cartagena hizo un acuerdo con los líderes encarcelados de la Mara Salvatrucha y Barrio 18, una pandilla rival, para reducir el número de homicidios en el país a cambio de beneficios penitenciarios. Para ello, trasladó a los 15 principales líderes de ambas estructuras de Zacatraz.

Mauricio Funes, el ex mandatario salvadoreño acusado de enriquecimiento ilícito. Foto: EFE
Mauricio Funes, el exmandatario salvadoreño, tuvo acuerdos con la Mara Salvatrucha y Barrio 18 para bajar los índices de violencia en el país. Foto: EFE

La Ranfla fue a parar al penal de Ciudad Barrios que era su bastión y el lugar propicio para gestionar la negociación. Entre los traslados, según El Faro, venían Enrique Borromeo Henríquez Solórzano, alias “Diablito”, de la célula de la MS13 Hollywood Locos –considerado el máximo líder– y su mano derecha, Marvin Adaly Quintanilla Ramos, alias “Peewee” o “Piwi”, de la Criminal Gangsters.

En el penal de Barrios se toparon con «Flaco» y demás cabecillas para estructurar la susodicha tregua, celebrando misas y fiestas; atendiendo a periodistas y políticos y aprovechando las visitas conyugales que el Gobierno les facilitó. Estaban cumpliendo, los homicidios habían menguado a cifras históricas y el Gobierno se regodeaba con ello.

Los negociadores y las autoridades creían estar controlando la situación con su nuevo pacto, pero la Ranfla estaba jugando por dos bandas. Por una, decía estarse tranquilizando y bajando sus delitos, y por la otra, estaba aprovechando las bondades de la tregua para reconfigurarse. Nuevamente las cabezas de la pandilla se habían vuelto a concentrar en un solo sitio y eso facilitó la creación de nuevos proyectos.

Sus líderes concentraron sus energías en idear algo extraordinario, en negocios más rentables para la Ranfla que pudiera dar recursos para alimentar más bocas en el sistema penitenciario. Querían saltar de una pandilla a una empresa criminal sólida.

Fue entonces que mientras los días seguían teniendo menos homicidios, la Ranfla ideó negocios que sirvieran para lavar el dinero obtenido de las extorsiones. Y para eso había que construir una estructura paralela a la Ranfla allá afuera, un grupo que se reportara directamente con ellos. Una segunda Ranfla pero callejera. Se seleccionó un grupo de homies que conocieran y entendieran el modo de operar de la Ranfla, que fueran de confianza, experimentados, moderados y sobre todo que estuviera en libertad o a punto de estarlo. A ese grupo lo nombraron La Federación.

Los integrantes de la Ranfla idearon negocios que sirvieran para lavar el dinero obtenido de las extorsiones.. Foto: EFE

Entre los elegidos destacaba «Peewee», que había pasado 12 años de prisión por homicidio y sobre quien caían delitos tan aparatosos como la detonación de granadas contra la policía en 1999, según su expediente salvadoreño, el cual InSight Crime consiguió. La confianza en él lo hacía idóneo para poner en marcha el nuevo proyecto. Era un colaborador activo de la Ranfla que sabía perfectamente cómo operaba y cómo le gustaban las cosas a «Diablito», el mismo que lo inició en la pandilla en 1994. Contaba con el respaldo de otros ranfleros y una red amplia de compañeros en las calles; tenía experiencia, audacia, y sobre todo se encontraba a días de obtener su libertad.

El 25 de octubre de 2013 fue excarcelado y quedó como el máximo ranflero en las calles. De las primeras cosas que hizo fue visitar a su compañero Juan José Gutiérrez Barahona, alias “Extraño”.

LA RANFLA MONOPOLIZA LOS NEGOCIOS

Extraño era un viejo soldado de la clica San Cocos Locos Salvatruchos y un experimentado traficante, tumbador y cocinero de droga. Desde hace años, los estupefacientes eran su negocio en el departamento de Sonsonate, donde esta clica reina. Y para entonces se encontraba haciendo lo suyo.

Tenía poco de haber bajado marihuana y cristal desde la Ciudad de México cuando «Peewee» apareció por su casa. El recién excarcelado estaba ahí para recibir orientación de su homeboy. Hacía más de una década que no pisaba las calles y le urgía una guía como la de «Extraño».

La Ranfla había encomendado a «Peewee» una tarea titánica y necesitaba contactos para hacerse valer y concretar su misión. La Ranfla quería comunicación con los pandilleros más “alivianados”, o con mejores negocios para avisarles que la Ranfla había decretado que todos esos negocios iban a monopolizarse, a quedar bajo la supervisión de ellos para controlarlos en una sola directriz.

Y eso claro que sorprendió a «Extraño», pues de las primeras cosas que le exigieron los mismos líderes de la MS13, según cuenta, fue un listado de sus proveedores de droga, de los costos que manejaba al público y de la cantidad que vendía. La Ranfla había decidido que la droga se iba a comprar exclusivamente a grandes distribuidores vinculados a la MS13 para venderla entre clicas.

«Extraño» puso en contacto a «Peewee» con un par de proveedores de Sonsonate que le surtirían mercancía y hasta los enlazó con transportistas. «Extraño» también puso a disposición de la Ranfla varios de sus conocimientos. Les explicó el uso de las “caletas”, o autos con cavidades para ingresar cosas sin ser detectados; les mostró los talleres y les explicó cómo diseñar los espacios. Además los instruyó en cómo sacarle el máximo rendimiento a un kilo de cocaína, cortándolo y mezclándolo con bicarbonato y otros sustitutos para vender más por menos.

Los desacuerdos en las filas de la poderosa organización criminal de El Salvador, dividieron a la MS-13 en dos bandos opuestos. Foto: RT.

De igual manera les propuso comprar deudas a gente endrogada y poner a los mismos dueños a trabajar para ellos. Y eso, según documentos de la investigación contra las finanzas de la pandilla: Operación Jaque, hicieron con varios hoteles como el Pirámide y Estancia en Sonsonate. Parte de las ganancias de estos iban para quienes los administraban y para la pandilla. «Extraño» dice con cierto orgullo que «Peewee» le “copió un vergo”, que esas ideas fueron de su autoría.

El tráfico de personas también lo monopolizó la Mara Salvatrucha. A todos aquellos coyotes que la pandilla conocía se les colocó una renta de 200 dólares americanos por cada persona sacada de El Salvador. Si no, “les caíamos a las casas con fusiles y toda la mierda”, sostiene «Extraño». La inercia de «Peewee» y la Federación los llevó a enrolarse en más ilícitos como la compra de autos importados y tráfico de armas.

EL PROGRAMA MÉXICO

A principios de 2014, «Flaco» salió de Ciudad Barrios. Su antigüedad como su poder y relevancia lo colocaron sin titubeos en la cúpula de la Federación. Hacía muchos años que este veterano no pisaba las calles de El Salvador, pero tan pronto quedó en libertad se hizo cargo del Programa Los Ángeles.

La MS13 está organizada por cientos de células, o clicas, que operan en más de siete países de América y Europa. Los llamados programas son la manera en que la pandilla organiza esas clicas. Bajo cada programa está un determinado número de clicas que normalmente corresponde a un área geográfica o a una relación histórica: Programa East Coast, Programa Los Ángeles, Programa Fulton, Programa Centro, entre cientos más.

El Programa Los Ángeles estaba compuesto de homies deportados y donde su tarea consistía en rastrear compañeros expulsados de Estados Unidos para que recaudaran dinero. Lo acompañó Freddy Iván Jandres Parada, alias “Lucky”, de la clica Park View Locos, como segundo a cargo en esa tarea.

La Bestia es uno de los trenes que cruza México y llega cerca de la frontera con Estados Unidos. Foto: Cuartoscuro

«Flaco» era alguien con contactos internacionales desde antaño y tenía planes de abrirse camino en México. Quería estar fuera de su país para buscar nuevos mercados de droga y usar esa ruta para traficar personas hasta tierras mexicanas. Ese proyecto se lo compartió a «Extraño» y luego a la Ranfla, que lo aceptó con mucho agrado y apoyo.

México siempre había sido ese país de paso para muchos pandilleros cuyo destino final era Estados Unidos. Era ese país donde se tomaban un tren carguero, conocido como La Bestia, desde la frontera sur hasta la frontera norte para intentar adentrarse a suelo Yankee. En México, había muchos mareros flotantes a lo largo de la ruta férrea sin un asentamiento propiamente formal de una estructura. Los homies entre sí no tenían gran articulación hasta que «Flaco» llegó.

Eso fue en 2014. «Flaco» llegó a territorio mexicano “con gastos pagados”, como apunta «Extraño». Lo acompañó Francisco Javier Román Bardales, alias “Veterano”, de la clica Tribus Locos Salvatruchos, con quien se abriría camino para afincar una representación de la Ranfla en México.

Este hecho lo recuerda “Boxer”, un homie que sólo dará su alias y que los últimos años de su vida se ha dedicado a trasegar gente a lo largo y ancho del territorio. Y lo sabe perfectamente porque él se encargó de “recibir a los camaradas” y de llevarlos hasta la capital mexicana.

“Yo los fui a traer desde Chiapas hasta [la Ciudad de México]”, suelta para luego sumar “venían con bastante dinero, lo suficiente para establecerse en cualquier lugar”.

El paso de «Flaco» por la Ciudad de México también quedó plasmado en una foto que un pandillero llamado Gerardo Arias, o “Guanaco”, subió a su cuenta de Facebook el 27 de julio de 2014, donde se le aprecia a él y a «Flaco» posando frente al Estadio Azteca.

El «Flaco» llegó a México y estuvo en Celaya. Foto: Policía Nacional Civil de El Salvador.

Guanaco estaba afincado en la Ciudad de México y fungía como traficante de personas. En su perfil llegó a subir una foto con una mano esposada a una silla que decía, “Hecho mierda detenido x coyote vale verga”. Otras fotos lo mostraban montado en La Bestia de otros hombres tirando la «Garra», el símbolo de la MS13 hecho con las manos, así como con otros homies en una casa de Celaya, ciudad a la que llegaría «Flaco».

«Flaco» y «Veterano» consiguieron documentación mexicana para moverse libremente por el país, trasladándose hasta la ciudad de Celaya, estado de Guanajuato, y así reunirse con gente del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), de acuerdo con los documentos judiciales de Operación Jaque. Esta ciudad de fácil acceso en la ruta férrea se había convertido en los últimos años en un paso obligado de miembros de la MS13, pues era también un enclave del narcotráfico famoso por su empaquetado.

Al final, «Flaco» y «Veterano» lograron conectar con el CJNG. Según Boxer, quien conectó a «Flaco» y a «Veterano» con los narcotraficantes en Celaya fue “Darky”, de la clica Proyectos Locos Salvatruchos, un viejo pandillero como él con años en México. Gracias al nuevo contacto la Ranfla adquirió marihuana que mandó a Guatemala y a El Salvador a través de nuevas rutas no controladas por las autoridades.

Ese mismo trayecto lo emplearon para traficar salvadoreños que querían salir de su país. «Flaco» era quien se encargaba de cruzar las personas a suelo azteca. Ese trabajo le era remunerado y una parte de las ganancias iban para su bolsillo y otra para la pandilla. Entre sus clientes habían diversos pandilleros a los que también se les cobraba.

Para eso, «Flaco» estaba aplicando aquel dicho de la pandilla que reza: “La rebusca de cada uno está permitida”, es decir, que cada marero puede buscar ingresos propios siempre y cuando no afecten los de la pandilla. Y eso estaba haciendo el hombre de Francis Locos, algo contradictorio a los nuevos planes monopolizadores de la Ranfla, pero que se toleraban por ser autoridad.

De acuerdo con documentos de la Fiscalía General de la República de El Salvador (FGR), estos pandilleros llegaron a trasegar hasta 40 kilogramos de marihuana mensuales en caletas que se comercializaron entre 750 y mil dólares el kilogramo, y que se repartía en El Salvador a través de una red de varios homeboys, tal y como «Extraño» se lo había enseñado a la Ranfla.

«Flaco» controló el negocio de las drogas desde México operando en varias localidades de la ruta del tren como Chiapas, Estado de México, Querétaro y Guanajuato. Con esas ganancias compró armas para la pandilla, levantó un bar y un lote de autos en Celaya donde se instaló con su pareja. Las ganancias de esos dos negocios iban para su “bolsillo”.

El «Flaco» traficaba mariguana en México. Foto: Cuartoscuro.

Con el tiempo se sofisticó y formó un grupo de coyotes que ya bajaban en su nombre. La empresa ilegal de «Flaco» había crecido y su esposa era la encargada de realizar los pagos de casas de seguridad en Chiapas para alojar a los migrantes. La Ranfla y la Federación lo respaldaron y le dieron libertad. La gente de El Salvador estaban recibiendo ganancias y se sentían satisfechos con el trabajo que estaba construyendo.

Entonces lo nombraron ranflero del Programa México, un programa pensado desde El Salvador con apenas un puñado de homies cercanos a «Flaco» y a la Ranfla. La influencia de Programa México comenzaba en el estado de Chiapas y terminaba en Celaya, convirtiéndose principalmente en válvula de escape para varios pandilleros salvadoreños que necesitaban huir de su país. Los homeboys que tenían problemas “rapidito los subían” a México, asegura Extraño.

Sin embargo, el involucramiento de «Flaco» y «Veterano» con los narcos mexicanos no agradó a algunos homies que ya tenían tiempo radicados en México y que no formaban parte de dicho programa. Boxer era uno de ellos, pues asegura que la esencia de la MS13 se estaba desvirtuando con la presencia de estos dos compañeros. Es por eso que comenzó a “hacerse a un lado” como dice él.

“Mirá, como te digo, el principio de la Mara es el pandillerismo lo mismo, pues carnalismo. Cuando ellos quisieron cambiar pues eso […] pues deja de ser Mara”, se limita a decir.

Para «Boxer», su homeboy «Flaco» estaba dejando a un lado los intereses de la pandilla por enfocarse en los de un negocio. Actitud que no era la propia de un pandillero brincado en Los Ángeles. Eso se convirtió en un malestar que muchos sentían, pero pocos se atrevían a decir. Incluso «Boxer» dejó de ser el principal contacto de la Ranfla en México para entregarle de manera forzada la batuta a «Flaco».

Mientras tanto en El Salvador, «Peewee» y la Federación ya controlaban el ingreso de droga por varios puntos del país. Clicas como la Fulton Locos ubicada en La Hachadura, frontera con Guatemala, se convirtieron en guardianes de paso y averiguaban la procedencia de las mercancías que cruzaban por ahí. Las que provenían de la Mara Salvatrucha sin ser reportadas a la Federación las “tumbaban”, reclamándoles a sus propios homies el porqué no daba razón de ellas.

FIN DE LA TREGUA

Para el 19 de febrero de 2015, los restos de la tregua terminaron por desmoronarse. Ese pacto que inició en la administración de Funes y que luego continuó con el Gobierno del Presidente Salvador Sánchez Cerén, un viejo comandante guerrillero del FMLN, acabó.

Ese día, la administración de Sánchez Cerén dio por muerta la tregua cuando regresaron a integrantes de la Ranfla al penal de Zacatraz donde perdieron la mayoría de sus beneficios. En respuesta a eso la Ranfla desencadenó la furia incontenible contra el Gobierno, ensañándose contra sus policías, militares y custodios. Varios líderes en un ataque de ira desmedida ordenaron la ejecución de funcionarios para presionar al nuevo gobierno del presidente de negociar con ellos. «Flaco» fue uno de esos que giró órdenes de muerte para ejecutar policías en suelo salvadoreño.

Las fichas de “Krueger”, “Rojo” y “Veterano” del portal de Los 100 más buscados de la PNC. Foto: Policía Nacional Civil de El Salvador.

Ese año se convirtió en el más violento de la historia moderna de El Salvador traducido en 105 asesinatos por 100 mil habitantes. Pandilleros mataban elementos de seguridad sin escrúpulos en una guerra donde el Estado también arremetió contra ellos. Fue entonces que «Flaco» y el Programa México recibieron más homeboys que huían despavoridos de sus delitos y de la policía. Una embestida de pandilleros se corrió a México.

De acuerdo con la documentación de Operación Jaque, se tiene evidencia que en noviembre de 2015 la Federación sacó de El Salvador a Miguel Ángel Serrano Medina, alias “Cabro”, y a Pedro Benjamín Rivas Zelaya, alias “Sniper”, con mil 500 dólares cada uno para adentrarse a México. «Flaco» los introdujo ilegalmente, no sin antes cobrarles el viaje.

Supuestamente estaban ahí para reunirse semanas después con el máximo narcotraficante mexicano, Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, y negociar armas y droga, según llamadas intervenidas incluidas en la acusación formal que realizó la Fiscalía General de la República (FGR) ante el juzgado. El supuesto encuentro con el capo sinaloense provenía de homeboys radicados en Estados Unidos que habían ayudado a hacer el contacto. El encuentro no se concretó, pero lo que sí sucedió es que «Sniper» llegó a mandar droga desde México.

Mientras tanto, más mareros siguieron apareciendo en el mapa mexicano. Marlon Antonio Menjivar Portillo, alias ”Rojo”, de la clica Park View Locos, y Jorge Alexander de la Cruz, alias “Krueger”, de la clica Peatonales Locos, aparecieron en Celaya para reforzar los negocios de Flaco en el tráfico de drogas y personas. Luego, más y más pasarían por suelo mexicano para bajar armas y dedicarse a otros negocios. Incluso algunos caerían presos y entrarían en contacto con otros grupos de la delincuencia organizada de México al interior de los penales, según explicó para esta investigación el pandillero “Shaggy”, de la clica Pasadena Locos .

A la vez una fractura interna en la pandilla se desencadenó. Las razones fueron múltiples pero giraba alrededor de lo que «Boxer» denunciaba: la Ranfla ya no cuidaba la pandilla, sino que se ocupaba de sus negocios. Para 2015, un grupo de mareros al interior del sistema penitenciario salvadoreño estaba insatisfecho con la Ranfla e iniciaron una revolución. Uno de ellos era Walter Antonio Carrillo Alfaro, alias “Shorty”, de Fulton Locos, quien acusaba a los líderes de pactar con el Gobierno y de haber generado fructuosos negocios por esa tregua de soplones.

Él estaba preso en la cárcel de Ilopango así que se encargó de promover al interior de los penales una rebelión que se conoció como los “Revolucionarios de la MS13”. El “carnalismo” o esa entrega a los compañeros por el gusto de defender la misma pandilla ya no existía entre los líderes.

A la Ranfla no le gustó así que, el 6 de enero de 2016, bajo el liderazgo de «Peewee», mandaron a ejecutar a «Shorty». Su muerte quedaría como hito de una guerra de secesión al interior de la pandilla. Gente que apoyaba a Shorty se percató de que las cosas con la Ranfla habían tomado otro rumbo.

Poco tiempo después, el 1 de abril de 2016, el Congreso salvadoreño aprobó cinco medidas extraordinarias que restringieron las visitas penitenciarias, lo que golpeó de sobremanera la comunicación de la Ranfla. Como reacción, «Peewee» celebró varios meetings, o encuentros, con La Federación en un rancho de Ilopango para echar a andar el llamado Proyecto de la Mara. La idea era recolectar las extorsiones mensuales de todas las clicas, adquirir armas en México y equipar a 500 homeboys en grupos élite para reventar a balazos a elementos del gabinete de seguridad. El proyectó comenzó a inicios de abril y desde los penales salieron güilas (mensajes) con los nombres de las personas a atentar. Pero el Proyecto de la Mara no se concretó.

Aún así los alcances de la Mara Salvatrucha eran más ambiciosos que nunca. Esa misma codicia estaba llevando a la Ranfla a detener los cargamentos de marihuana de sus propios compañeros que procedían de México. En marzo de 2016, los Fulton Locos retuvieron y expropiaron 19 kilogramos de esa hierba a un homeboy, por no haberla reportado. Extraño sabía que mucho de ese dinero terminaba en el bolsillo de «Peewee» y no precisamente de la Ranfla. Tal y como también lo hacía Flaco.

A LA CAZA DE «FLACO»

“Guanaco” y «Flaco» posando frente al Estadio Azteca en Ciudad de México. Foto: InSight Crime

A finales de 2016, otro malestar en contra de la Ranfla se gestó en los penales. Un grupo insurrecto integrado por pandilleros de diferentes clicas recriminó vehementemente el abuso de poder de los líderes. Una queja que desde la muerte de Shorty había resonado como eco. El nuevo grupo de casi una treintena de pandilleros se autonombró Programa 503, por el código internacional del teléfono de El Salvador, y representó la primera gran fractura de la pandilla.

Ese movimiento llegó a las calles de la mano de Herbert William Meléndez Barrientos, alias “Tiburón”, un experimentado pandillero de la clica San Cocos Locos, sobre quien pesaba una orden de muerte por su propia clica. Así que huyendo de una ejecución a manos de sus compañeros cogió el liderazgo del Programa 503 y tomó camino a México para salvar su pellejo.

Tiburón era un experimentado acarreador de marihuana que conocía bien la ruta entre ambos países. Solía bajar fletes, o bultos, de 40 kilogramos a título personal desde Jalisco para después venderlos a diferentes clicas de la pandilla en El Salvador. Por eso conocía bien la ruta.

Después de años de entrega a la MS13, Tiburón era ahora un enemigo de la Ranfla y de toda la pandilla. Su odio por los líderes se había encarnizado más cuando Flaco y otros mandamás dieron la orden de acabar con su hermana. Así que, asentado en el Estado de México, «Tiburón» gastó sus energías para subir homies del Programa 503 recién excarcelados y perseguir a «Flaco». La guerra en las entrañas de la Mara Salvatrucha se había trasladado a México y nada la podía detener.

Para 2016, México era un refugio de mareros. Habían varios y por diferentes motivos. Se hallaban los que desde años se habían asentado cerca de la ruta férrea sobreviviendo del tráfico de personas; estaban los fieles a la Ranfla y al Programa México; también sus enemigos del Programa 503 y muy lejos de todos ellos, en Tijuana, se ubicaban varios mareros iniciados en Estados Unidos.

Uno de ellos era el veterano Alexander Flores Pacheco, alias “Mula”, de Park View Locos, que tan pronto había sido deportado a El Salvador desde Estados Unidos, emprendió su regreso hasta Tijuana por órdenes de la Mexican Mafia, un poderoso grupo criminal que opera desde las cárceles de California y agrupaba hasta 50 pandillas entre sus filas.

Mula tenía tiempo que se había convertido en un señor de la Mafia o la “eMe”, como se conoce popularmente, tras sus hazañas en las prisiones estatales y federales de Estados Unidos. Así que su presencia en la frontera era para triangular droga entre capos y miembros de la eMe para Estados Unidos. Su crecimiento e involucramiento con carteles Mexicanos —no está claro cuál, pero en Tijuana y en sus alrededores operan remanentes del Cartel de Tijuana, el Cartel de Sinaloa y el CJNG— levantó intriga y reclamos de varios de los homies de la frontera. Los compañeros solían hacer los mismos reclamos, dijeron tres pandilleros a InSight Crime, criticando que tuviera más entrega por la Mexican Mafia que por la Mara Salvatrucha.

La presencia de Mula en Tijuana llegó a oídos del Programa México que pronto vieron la oportunidad de hacer crecer el negocio. De acuerdo con el testimonio de un homeboy veterano que no revela su identidad por seguridad, pero que pasó tiempo en suelo mexicano, dijo que el día que «Rojo» le llamó por teléfono a «Mula», él estaba ahí. «Rojo» le dijo al «Mula» que la Ranfla quería tener una sola línea en el tema de las drogas y que necesitaban los contactos de él. Extrañado, «Mula» contestó que él podría ayudar a los homies a conseguir proveedores de cristal y cocaína más barata y nada más. Fue conciso al decirles que no tenía intención de correr con la gente de El Salvador, que su tiempo y dedicación eran para la Mexican Mafia. La gente de «Flaco» enmudeció.

“Ya no le siguieron el rollo”, recuerda el homeboy.

Así que los miembros del Programa México seguían sólo con la presencia hasta Celaya y los límites del norte ya no eran de su alcance. Tuvieron que conformarse.

Años después también pasaría inexplicablemente por Celaya y Tijuana, César Humberto López Larios, alias “Greñas”, de Stoner Locos Salvatruchos. Un pandillero deportado en julio de 2017 de Estados Unidos a El Salvador por extorsionar salvadoreños desde California y ordenar la muerte de elementos de la policía. Su caso ha sido mediático por exponer los lujos con los que vivía y sus hazañas indicaban que pasaría preso el resto de su vida. Pero «Greñas» estaba por México forjando, incluso, buenas relaciones con narcos en Celaya, algo que a la gente del Programa México le incomodó.

Mientras tanto, «Tiburón» seguía deseoso de exterminar a «Flaco» y a los miembros del Programa México. Los llamaba “MS Tregua”, por la tregua en la que los líderes habían participado en El Salvador y estaba implacable. Viajaba constantemente acompañado de dos homeboys del Estado de México a Celaya, donde lo buscaron repetidas veces entre su bar y su lote de autos sin éxito. Así que algo cansado, pero con intenciones de amenazarlo, «Tiburón» hizo un video que viajó por los celulares de varios pandilleros y que InSight Crime conoció por WhatsApp.

https://twitter.com/USDOJ_Intl/status/1350149895257288705

“Mara Salvatrucha, aquí les va. Aquí los homies MS13 Programa 503. Le mandamos a decir al ‘Flaco’, al ‘Veterano’, al ‘Krug»‘ [Krueger] que se les acabó la fiesta. La cagaron, vendieron la pandilla, se lucraron de la Mara, homie”, dijo «Tiburón», acompañado de cuatro hombres armados.

“¿Nosotros somos las ratas, somos del cartel de Los Zetas? ¡A la verga! Somos MS13, le hemos ponido [sic] cerebro, mente y huevos a la pandilla, homie, ¿va? Le decimos al ‘Flaco’, al ‘Veterano’, al ‘Krug’ que no se envuelvan con la misma cobija de los soplones, de los culeros treguas. Somos el orgullo 100 por ciento MS13 homie, va. Y le mandamos un saludo a todos los homeboys firmes, homie. Y le decimos al ‘Flaco’ que nos va a ver pronto, aquí estamos en Guanajuato, Celaya como MS13, homie, Programa 503”.

Después la cámara enfoca a otro pandillero conocido como “Huevo” que critica a los ranfleros de matar homeboys por temas de drogas.

“Aquí representando la Mara en grande, va. Aquí un saludo ahí para los homeboys de Califas, Los Ángeles, en TJ [Tijuana], va”, dijo «Huevo». “Que hacemos ver, va, de que todos estos culeros que han vendido el barrio, que han cambiado las ondas, que han matado homeboys sólo por andar bajando mota para ellos beneficiarse, hacerse ricos. Los vamos a matar, que quede claro hijos de puta”.

«Flaco» tomó ese video como una grave afrenta y de acuerdo con «Extraño», tras la difusión del clip que circuló por muchos países, «Flaco» mandó a asesinar al hermano de «Tiburón» en un penal salvadoreño. El “Chato” de Western Locos era el segundo pariente que «Flaco» le arrebataba a «Tiburón», después de haber asesinado a su hermana.

«Tiburón», por su parte, fue capturado meses más tarde en el Estado de México y deportado a El Salvador a mediados de abril de 2018, sin nunca poder vengarse de «Flaco».

LA CAÍDA

El turno de «Flaco» llegó meses más tarde en Celaya después de establecerse por casi cinco años en territorio mexicano. Fue capturado y el 11 de enero de 2019 este veterano fue deportado a El Salvador. Veinte días más tarde fue enviado a Zacatraz por estar involucrado en el alza de homicidios en El Salvador.

Ahí volvió a dormir con la Ranfla pero no por mucho tiempo. Por razones no muy claras este veterano con un rosario de cargos e inscrito en la lista de los 100 Más Buscados de la Policía Nacional Civil de El Salvador (PNC) quedó libre. El póster del FBI publicado a inicios del 2021 fue el detonante para conocer que «Flaco» estaba prófugo.

Por un tiempo, «Flaco» le hizo creer a las autoridades que había vuelto a México. “Se sentía muy inteligente al ocultar su ubicación real”, contó para InSight Crime un agente que participó en su captura.

https://twitter.com/CrimeStoppersEL/status/1339599293460574212

Las autoridades estaban monitoreando todo tipo de teléfonos hasta que una torpeza reveló su ubicación. «Flaco» hizo una llamada directa para ordenar comida rápida y eso lo arruinó. El 2 de marzo de 2021, fue detenido por agentes de la PNC y la Interpol en Usulután, al sur de El Salvador.

Gracias a esas intervenciones los oficiales dimensionaron el papel trascendente de este pandillero y por ello le jugaron una artimaña al esconderlo por un tiempo para que la Ranfla creyera que se había convertido en “rata” o soplón.

Mientras tanto y según un pandillero que habló con InSight Crime, pero que prefiere no revelar su identidad por motivos de seguridad, «Rojo», «Krueger» y «Veterano» siguen activos en el Programa México, pero ahora desde el Estado de México, justo en uno de los pasos donde el tren de migrantes hace una de sus paradas cuando va hacia el norte.

La suerte de otros sigue siendo incierta. «Greñas», el integrante de la MS13 en México que puso nerviosa a la Ranfla, aún es buscado por el FBI, pero «Boxer» declaró a InSight Crime que «Flaco» lo había asesinado y lo «picó en pedacitos».

Sin embargo, por razones aún no muy claras, la petición de extradición contra «Flaco» está retenida por la Corte Suprema de Justicia en El Salvador, tal y como lo están las de tres de sus compañeros de la Ranfla y Armando Eliú Melgar Díaz alias “Blue”.  Pero la situación de Flaco es incierta, pues actualmente no tiene penas pendientes con la justicia salvadoreña.

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