El Monopolio de la violencia está disponible hasta este 14 de febrero de forma gratuita en la página de My French Film Festival. La cinta es un acercamiento al uso de la violencia por parte del Gobierno de Emmanuel Macron para acallar voces, una realidad que no se aleja a la de muchos otros países.
Ciudad de México, 11 de febrero (SinEmbargo).– “El estado posee el monopolio del uso legitimo de la violencia”, reza Max Weber en su ensayo La política como vocación publicado en 1919. A pesar de los años, esta premia parece más presente que nunca.
Esta frase es recogida por David Dufresne, periodista y director del documental El Monopolio de la violencia, un retrato de la represión policial ejercida en contra de los manifestantes autodenominados Chalecos Amarillos durante el Gobierno de Emmanuel Macron en Francia.
A través de testimonios, grabaciones de las protestas y la opinión de expertos, el cineasta abre la conversación en su película que está disponible de forma gratuita y en línea en My French Film Festival.
“Hubo dos cuestiones que dieron pie a este proyecto: La necesidad de alimentar el debate y sobre hasta dónde un Estado democrático puede llegar para controlar a su población para reaccionar ante una protesta social o incluso reprimirla. Primera cuestión. Y el cine es el lugar del debate», según dijo para la organización Unifrance.
Convencido de la fuerza del cine y en el lugar que se convierte para abrir la conversación sobre un tema, Dufresne deseó usar este arte como una herramienta contra el poder que tienen los medios de comunicación a la hora de difundir noticias muchas veces editorializadas por el poder, lo que se convirtió en su segunda razón de peso para realizarlo:
«En el cine debatimos, analizamos, por esta razón El Monopolio de la violencia sólo podía verse en el cine en un principio. El debate. La otra cuestión era la idea de que las imágenes de las redes sociales podían superar a su lugar de origen, estas mismas redes sociales».
El documental parte de poner en pantalla grande algunas de las escenas más violentas sucedidas durante las manifestaciones de los Chalecos Amarillos contra la policías, como espectador está cada una de las personas que parecen a cuadro y reaccionan ante la cámara de David Dufresne sobre instante que les cambió la vida.
«Esas imágenes son, ante todo, documentales literalmente, pues documentan la realidad, básicamente, pero por otro lado son estéticas, cinematográficas. Por eso privilegiamos los planos secuencia y no editamos las imágenes. Si estaban verticales, las dejamos así».
David Dufresne trabajó dos años documentándose con estos videos, su oficina fue Twitter, desde ahí logró reunir alrededor de 55 grabaciones para su cinta.
«Sin buscarlo me convertí en un denunciante en Francia respecto de la violencia policial que tuvo lugar durante el movimiento social de los Chalecos Amarillos. Este moviendo social reclamaba, a grandes rasgos, una democracia más directa, y una justicia social, básicamente».
El cineasta además logró obtener también certificados médicos y testimonios de muchas personas víctimas de esta fuerza policial que habían resultado heridas, y se estremeció al conocer los saldos de estas manifestaciones: Treinta habían perdido un ojo; cinco, una mano; y dos, la vida.
En intervalos con estas imágenes documentales que llegan a ocupar la pantalla completa hay varias voces que alimentan el debate desde una diversidad de puntos de vista sobre estos hechos, todos sin nombre ni apellido.
«Todos comparten algo, el deseo de debatir. Eso fue crucial. No eran personas que estaban ahí para convencer al otro», comenta el cineasta y señala un punto destacado en el filme: «La película se esfuerza mucho por eliminar la jerarquía social. No vemos el nombre de las personas ni su función porque la idea es decir que ninguna voz vale más que otra y que todo merecen ser escuchados».
El Monopolio de la violencia está disponible hasta este 14 de febrero de forma gratuita en la página de My French Film Festival. La cinta es un acercamiento al uso de la violencia por parte del Gobierno de Macron para acallar voces, pero bien esta realidad no se aleja a de muchos otros países.
La cinta busca ser testimonio de un Gobierno preocupado por lo que otras naciones opinan sobre él, pero no de lo que exigen sus ciudadanos y que exponen su vida al salir a las calles:
«Una razón política, social, es decir, el debate, y una razón cinematográfica, es decir, las imágenes, y también la idea de que el documental se asemejara lo que era de una época y que a veces sigue siendo: un cine realista, crudo y directo».