De acuerdo con los científicos, los resultados de su investigación indican que, al igual que los primates, los canes cuentan con «expectativas implícitas» sobre lo que debería pasar cuando un objeto colisiona con otro.

Ciudad de México, 11 de enero (RT).- Los perros son considerados entre los animales más versátiles e inteligentes, no solo por su capacidad de aprender nuevos comportamientos, sino por la forma en la que utilizan sentidos como el olfato y el oído para comprender el mundo que les rodea. Sin embargo, un reciente estudio realizado por científicos austriacos descubrió que la observación del entorno también juega un papel importante en este proceso, por lo que son capaces de darse cuenta cuando los eventos que ocurren frente a sus ojos no se ajustan a las leyes de la física.

Según detallan los autores en su investigación, publicada recientemente en Biology Letters, durante las pruebas entrenaron a 14 perros domésticos adultos para que colocaran sus cabezas sobre una superficie acolchada y permanecieran ahí, con el fin de mostrarles dos animaciones realistas en 3D en una pantalla de computadora.

En la primera grabación aparecía una pelota rodando hacia otra hasta que colisionaban, provocando que el objeto impactado comenzará a moverse, un fenómeno conocido como causalidad por contacto y considerado como uno de los principios fundamentales que nos permiten dar sentido al entorno físico.

En el segundo video, los objetos se movían con la misma sincronización y propiedades cinemáticas que en el primero, con la diferencia de que la bola comenzó a moverse sin haber sido impactada, un fenómeno que representa un «incumplimiento de la expectativa» que los perros tienen sobre comportamiento que los objetos debían mostrar, y que fue percibido por las mascotas. Este tipo de presuposiciones también han sido reportadas en primates.

Gracias al uso de técnicas de seguimiento ocular y pupilometría, los académicos lograron determinar que los animales siguieron de cerca los movimientos de los objetos en ambos videos; no obstante, al observar el segundo, los perros vieron durante mayor tiempo la pelota que debía chocar y poner en movimiento a la segunda.

«De acuerdo con la hipótesis de la percepción causal, la impresión de que la pelota de lanzamiento pone en movimiento a la pelota objetivo desde la distancia podría haber aumentado el interés de los perros por la pelota de lanzamiento», señalan los investigadores.

Estos resultados, indican los autores, sugieren que los sujetos de estudio entraron en una especie de estado de mayor receptividad, en espera de que algún otro acontecimiento explicara el movimiento de la pelota. Este hecho «podría apuntar a que los perros tienen expectativas implícitas sobre la causalidad por contacto», y que esta capacidad no está restringida a las especies mamíferas que utilizan herramientas, concluyen.

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Redacción/SinEmbargo

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