2022: La producción de drogas en América Latina crecerá y surgirán nuevos cárteles
PorInSight Crime
01/01/2022 - 6:34 pm
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¿Qué avances podremos ver en la lucha contra el crimen organizado en América Latina después de un segundo año marcado por pandemia? Las predicciones para 2022 están marcadas por falta de cooperación entre los países con Estados Unidos, y la expansión de grupos criminales que tuvieron durante el 2021.
Por Jeremy McDermott y Steven Dudley
Ciudad de México, 1 de enero (InSightCrime).– Hacer predicciones en torno a la criminalidad en 2022 es más difícil que en muchos otros años, dado que implica predecir la evolución del coronavirus. El crimen organizado no existe en una burbuja, sino que está ligado a la economía mundial y al libre flujo de bienes y personas, y la pandemia está causando estragos en estos ámbitos.
La COVID-19 y la consiguiente crisis económica y social han llevado a que la lucha contra el crimen organizado haya descendido en la lista de prioridades de los gobiernos del continente. Los presupuestos gubernamentales, golpeados por la contracción económica y por los crecientes gastos en salud, se están enfocando menos en la lucha contra el crimen organizado.
Todo esto va acompañado del aumento de la inestabilidad política y de una tendencia hacia la autocracia en la región, lo que debilita la democracia, la transparencia y la resiliencia frente a la actividad criminal. En conjunto con el perenne problema de la corrupción, estas condiciones llevarán a que el crimen organizado transnacional (COT) tenga un amplio campo de acción en la región durante gran parte de 2022.
Lo único que quizá puede detenerlo es el mismo coronavirus. La más reciente variante Ómicron está causando estragos en toda Europa, lo que provoca más restricciones a la circulación y a los viajes. Estados Unidos se está preparando para esta misma situación, y América Latina y el Caribe sentirán sus efectos muy pronto. Por lo tanto, los mercados de destino de los productos criminales de América Latina, principalmente las drogas, podrían verse interrumpidos, aunque quizá menos que en 2021, dado que los mercados se han adaptado a la pandemia con el tiempo.
No obstante, en tanto los viajes y el transporte internacional han vuelto a experimentar nuevas interrupciones, la producción de drogas en América Latina, liderada por la cocaína, continúa aumentando.
Colombia, Perú y Bolivia produjeron en conjunto más de dos mil 100 toneladas de cocaína en 2020, y esta cifra probablemente es subestimada. Se han encontrado cultivos de coca fuera de los países productores de cocaína, incluso en Ecuador, México, Honduras, Guatemala y Venezuela. En la investigación de campo de InSight Crime en Venezuela se hallaron plantaciones de coca a nivel industrial en tres estados venezolanos.
Debido al aumento de la oferta, la saturación del mercado estadounidense y los obstáculos en el transporte, continuará la tendencia a abrir nuevas rutas hacia diferentes países. Liderados por las organizaciones de tráfico de drogas (OTD) colombianas, se han desarrollado nuevos mercados fuera de Estados Unidos, no sólo en Europa, sino también en Asia y Australia.
Esta tendencia continuará durante 2022, dada la creciente producción en la región Andina y la estabilidad en la demanda en los principales mercados de consumo de Estados Unidos y Europa Occidental. La expansión hacia Europa del Este ha abierto nuevos mercados, y los traficantes continúan mirando hacia China, país que cuenta con la población más grande del mundo y una creciente renta disponible para el gasto.
Junto con estos nuevos mercados, se encuentra la expansión de los grupos criminales en los puertos de toda la región. Dado que los contenedores procedentes de Colombia, Ecuador y Brasil son inspeccionados de manera regular en búsqueda de drogas, las OTD están utilizando los puertos de otros países para insertar cocaína en los cargamentos. Los puertos de Costa Rica, Chile y Uruguay están siendo cada vez más usados por los grupos criminales, los cuales buscan eludir las interceptaciones.
Es probable que la inestabilidad política, la violencia y la falta de oportunidades económicas empeoren a principios de 2022 y provoquen más desplazamientos de personas y migración, principalmente hacia Estados Unidos.
Haití es el ejemplo más claro: el país va de crisis en crisis, y la situación de seguridad ha empeorado después del asesinato del Presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. Las bandas criminales tienen sitiada a gran parte del país, especialmente la capital, Puerto Príncipe. Dado que actualmente el Gobierno es poco operativo, y la victoria en las elecciones de 2022 dependerá en gran parte de la cooperación de las pandillas, es probable que de una forma u otra continúe el Gobierno criminal.
Los países del Triángulo Norte (Honduras, Guatemala y El Salvador) generan un flujo constante de migrantes, al igual que Venezuela, que podría ganarle a Siria en cuanto a la peor crisis de refugiados del mundo: unos seis millones de venezolanos (una quinta parte de la población) han abandonado el país. El crimen organizado se aprovecha de estos migrantes, explotándolos y reclutándolos, lo que permitirá el crecimiento y fortalecimiento de las redes internacionales de tráfico y trata de personas durante 2022.
Es probable que los criminales mexicanos continúen enfocándose en las drogas sintéticas y en los opioides durante 2022. El mercado de la mariguana, que fue anteriormente una de las bases de las OTD mexicanas, ha colapsado gracias a la creciente legalización en Estados Unidos. La industria de la heroína en México también está disminuyendo, según lo indican los niveles de producción.
La cocaína sigue siendo uno de los pilares de los carteles mexicanos; sin embargo, dada la fragmentación de las OTD colombianas, así como las mayores ganancias y los menores riesgos de exportar drogas a otras partes del mundo, a los mexicanos se les está dificultando mantener suficiente suministro de esta droga. Las drogas sintéticas, especialmente la metanfetamina y el fentanilo, son un mercado en auge en Estados Unidos y cada vez más en Europa, y las OTD mexicanas están adaptando su producción a estos mercados.
No obstante, hay buenas noticias. Estados Unidos ha puesto la corrupción y la lucha contra el crimen organizado transnacional en el centro de sus relaciones con la región. El hecho de haber definido que la lucha contra la corrupción es de central interés para Estados Unidos podría tener profundas implicaciones en América Latina y el Caribe. Estados Unidos ya está tras varios individuos clave en América Central, lo que preocupa a otros líderes y funcionarios corruptos de toda la región. El establecimiento del Consejo de Estados Unidos contra el Crimen Organizado Transnacional (United States Council on Transnational Organized Crime, USCTOC) también podría tener un impacto significativo en la región, dado que de esta manera Estados Unidos cambia las prioridades y los recursos para la investigación, con el fin enfocarse en las innumerables amenazas que representa el TOC.
Sin embargo, Estados Unidos tiene menos socios en esta lucha que antes, especialmente en lo que se refiere a la lucha contra la corrupción y el fortalecimiento de la democracia.
Si bien Colombia y Panamá, y ahora también Ecuador, siguen siendo aliados fieles, otros países de la región están menos interesados en participar en la lucha contra el COT. Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua siguen oponiéndose a los intereses de Estados Unidos, en tanto México, que solía ser un aliado clave, ha mostrado poco interés por trabajar con Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, lo que tiene profundas implicaciones para las relaciones bilaterales.
Perú, otro país que solía ser un importante aliado, enfrenta una inestabilidad política crónica, que no ha mejorado tras la elección del Presidente Pedro Castillo en julio de 2021. Castillo estuvo a punto de enfrentar un juicio político, dadas las acusaciones generalizadas de corrupción e incompetencia. Hoy en día, el segundo mayor productor de cocaína del mundo no tiene ni la voluntad ni la capacidad de implementar políticas serias para detener el COT.
Paraguay no está precisamente en mejores condiciones, desgarrado por la corrupción, a la vez que produce cantidades récord de mariguana para el gigante mercado brasileño y se convierte en un importante país de tránsito de la cocaína en ruta hacia Europa. Incluso en Chile, donde la izquierda ganó las elecciones, el Presidente electo Gabriel Boric podría no estar dispuesto a apoyar los esfuerzos de Estados Unidos.
En tanto que en Colombia, México y Brasil se asientan los grupos criminales más poderosos de la región, otros países, especialmente Venezuela, son territorio de bastiones criminales. Por encima de todas las expectativas, el Presidente Nicolás Maduro ha consolidado su poder en el país. Las elecciones regionales de diciembre reforzaron su control político. Maduro también ha logrado eludir muchas de las sanciones internacionales que le han sido impuestas, y mantiene a flote a su régimen mediante la venta de petróleo a socios como China, Rusia e Irán, mientras extrae oro lo más rápido posible y lo convierte en moneda fuerte.
Maduro también ha establecido un sistema que regula el tráfico de cocaína, el cual será objeto de la primera investigación que publicará InSight Crime en 2022. La dolarización no sólo ha controlado la estanflación creada por la interminable impresión de devaluados bolívares, sino que ha logrado que los dólares y euros ilegales se puedan usar libremente en el país. Pero dado que Venezuela está en gran medida aislada del sistema financiero internacional, el lavado de dinero allí todavía es limitado. Las elecciones presidenciales no serán sino hasta 2024, lo que significa que Maduro, ahora con mayor seguridad política que nunca, puede centrar su atención en recaudar ingresos y en obtener la mayor cantidad de renta criminal posible.
Es posible que Maduro también encuentre nuevos socios, algunos de los cuales han implementado las estrategias de su predecesor Hugo Chávez para socavar una democracia, incluso sin que deje de serlo nominalmente. El mejor ejemplo de esto es el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele.
Además de apilar los tribunales y el sistema judicial con sus aliados, Bukele le ha dado la espalda a Estados Unidos y parece dispuesto asociarse tanto con pandillas callejeras como con Estados parias, si esto le permite ganar más poder a largo plazo. Además, sorprendió a la región cuando decidió adoptar al bitcóin como una moneda de curso legal en 2021, junto con el dólar estadounidense. El bitcóin y otras criptomonedas son cada vez más aceptadas en toda la región, y dado que cuentan con poca custodia, seguirán siendo una buena herramienta para pagarles a los criminales y para blanquear dineros sucios.
La erosión de la democracia y la pandemia, que no parecer terminar, han allanado el camino para la gobernanza criminal en muchas partes de la región. Grandes zonas de Colombia permanecen bajo el control de las OTD y la guerrilla. Las pandillas carcelarias de Brasil continúan su expansión hacia Bolivia y Paraguay, así como en su propio país. Los grupos criminales de Venezuela trabajan junto a los funcionarios y asumen funciones estatales. Y los grupos criminales mexicanos se han convertido en los líderes de facto de municipios enteros. En resumen, se avizora un 2022 inquietantemente similar a 2021, o quizá peor.