Greenpeace
15/11/2021 - 12:05 am
Buen Fin, ¿para quién?
No nos dejemos deslumbrar por el Buen Fin, antes de consumir reflexionemos sobre si realmente necesitamos lo que vamos a comprar.
Por Ornela Garelli
Del 10 al 16 de noviembre se desarrolla el Buen Fin en el país. Este periodo, junto con las fiestas decembrinas, constituye uno de los momentos de mayor incremento del consumo en México, lo cual se da a partir de una serie de estrategias publicitarias principalmente orientadas a las ofertas basadas en descuentos y créditos.
Entre el arsenal de las grandes corporaciones para incrementar el consumo, y por tanto sus ganancias, destacan periodos y esquemas de venta que aceleran las compras por todos los medios posibles: endeudar al consumidor potencial, introducir “novedades” (o pseudonovedades), establecer estrategias mercadotécnicas asociadas a una condena al no consumo (“no estarás a la moda,” “no alcanzarás cierto status social”), etc. Nuestro valor se trastoca por el valor de las mercancías que adquirimos. Por tanto, estas estrategias publicitarias pueden causar mucha frustración en personas que no pueden adquirir nuevos productos que creen necesitar (necesidades inventadas por la misma publicidad) o llevar al endeudamiento. Ante ello, es importante siempre recordar que no somos lo que compramos y que podemos resignificar o darle un nuevo valor a las cosas que ya tenemos.
Los acuerdos entre las grandes empresas comerciales, los proveedores y los bancos permiten generar estrategias de venta (como los meses sin intereses) a los que difícilmente pueden recurrir los pequeños productores y comerciantes. Además, a partir de los tratados de libre comercio y el auge de las plataformas digitales, el comercio ya no requiere estimular la producción local para las ventas posteriores, pues la demanda puede orientarse hacia la importación masiva de productos. Por lo anterior, las grandes beneficiarias del Buen Fin suelen ser las grandes marcas, las únicas que están realmente en posibilidades de ofrecer estas promociones, en detrimento de los productores y comerciantes locales, incluidos los negocios familiares. Por estas razones, si necesitas comprar algo nuevo, busca opciones en tu comunidad y apoya la economía local.
Asimismo, las ventas pueden dirigirse hacia tipos de productos que se compran frecuentemente, aprovechando el desgaste natural o programado de los bienes, como en el caso de la obsolescencia programada (por ejemplo en dispositivos electrónicos que desde fábrica se programan para quedar obsoletos en periodos más cortos de tiempo) o la obsolescencia percibida frente a nuevos productos (por ejemplo un teléfono celular que se vuelve obsoleto porque ya salió la nueva versión, aunque aún esté perfectamente funcional).
En la edición pasada del Buen Fin, los productos más vendidos fueron: hogar 23 %, servicios 18 %, ropa y calzado 16 %, joyería y regalos 14 %, electrónica y tecnología 13 %, salud e higiene 11 %, línea blanca y electrodomésticos 10 % (Concanaco Servytur, 2020), justamente respondiendo a estas orientaciones.
Además, buena parte de estos productos implica un proceso de producción industrializada que conlleva una serie de impactos ambientales en términos de extracción y emisión de residuos.
Los artículos comercializados no integran los costes sociales de su producción y disposición final, tales como las emisiones de dióxido de carbono por fletes de distribución, mantenimiento de vertederos de residuos, impactos a la salud de las familias por contaminación, etc. Por esto las grandes empresas pueden vender a precios más baratos, mientras que las marcas mexicanas sustentables no siempre pueden hacerlo, dado que éstas asumen los costos sociales y ambientales de sus productos a través del pago de salarios justos y de prestaciones a su personal y la elección de materiales y procesos productivos sustentables.
Ejemplifiquemos un poco más el punto anterior, como ya se mencionó uno de los principales artículos consumidos tanto en 2020 como en 2019 durante El Buen Fin fue la ropa y el calzado. En términos de huella hídrica la industria textil, por ejemplo, requiere 2 000 litros de agua para generar una playera de algodón, 10 000 para una falda o pantalón y 8 000 para un par de zapatos (SEMARNAT, 2011). De hecho, la industria textil es responsable del 20 % de las aguas residuales y del 10 % de los gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera a nivel global (CEMDA, 2019). De ahí la importancia de evitar el fast fashion y buscar alternativas mexicanas sustentables, elegir prendas de segunda mano, reparar la ropa que ya tenemos para seguir usándola o intercambiarla con familiares y amigas.
Otro producto muy consumido en estas fechas son los artículos electrónicos. Cabe mencionar que la generación de residuos electrónicos ha incrementado exponencialmente en los últimos años. En México, tan solo en 2016, se generaron 1.1 millones de toneladas de residuos electrónicos, colocándolo en el segundo país con mayor contribución en Latinoamérica, solo después de Brasil. La preocupación acerca de los residuos electrónicos gira en torno a la emisión de sustancias tóxicas a partir de su disposición final: arsénico, cadmio, cromo, litio, mercurio y plomo son algunas de estas sustancias, cuyos impactos en la salud humana van desde daño pulmonar, renal, presión arterial, cáncer, entre otros (GIZ, 2020). Por lo anterior, es necesario que evitemos comprar dispositivos electrónicos nuevos si podemos reparar los que ya tenemos.
Visto en su conjunto, la oportunidad de adquirir productos a menor precio, con mayor variedad y supuesta calidad, en mejores condiciones de pago y en un momento en que mejora nuestro poder de compra, aparece como una excelente opción. Sin embargo, más que una oportunidad, las temporadas de compras se convierten en un factor de exacerbación del endeudamiento, de concentración de ganancias oligopólicas, de pérdida de mercado para productores locales y sobre todo de daño ambiental.
Por todo esto, no nos dejemos deslumbrar por el Buen Fin, antes de consumir reflexionemos sobre si realmente necesitamos lo que vamos a comprar o si podemos satisfacer esa necesidad sin tener que comprar (por ejemplo rentando) o comprando de segunda mano. En esta temporada de alto consumo, tratemos de que nuestras decisiones privilegien el cuidado de nuestro planeta y la economía local.
Para mayor información véase el reporte de investigación de Greenpeace México y el ITESO, El Consumo en México y sus Impactos en el Cambio Climático https://www.greenpeace.org/static/planet4-mexico-stateless/2021/02/4600d8c2-greenpeace-iteso-110221.pdf