Jorge Javier Romero Vadillo
04/11/2021 - 12:05 am
Problemas con el Estado de derecho
No resulta sorprendente que México no quede muy bien situado en este índice global.
México nunca se ha caracterizado por la solidez de su orden jurídico. Desde el nacimiento de la República, con la Constitución de 1824, el país ha vivido dificultades ingentes en la construcción de un Estado de derecho, con reglas claras, aceptadas de manera general y con capacidad estatal para ejecutarlas eficazmente.
La historia constitucional de México ha sido la de una serie de fracasos sucesivos y las dos Constituciones que han tenido una vigencia formal relativamente larga: la de 1857 –en teoría en vigor hasta 1916– y la actual, surgida del Constituyente de 1916–17, pero con centenares de reformas desde entonces, han sido en la práctica sustituidas por un arreglo institucional que mezclaba elementos constitucionales formales con reglas no escritas pero aceptadas, una suerte de Constitución consuetudinaria que modificaba y complementaba a la ley escrita.
Y de ahí hacia abajo, toda la jerarquía jurídica, hasta el último reglamento, se ha enfrentado a la incapacidad real del Estado de aplicar con eficacia las normas y a la falta de aceptación social del orden legal, dos aspectos del mismo problema, pues sin aceptación generalizada no hay Estado capaz de ejecutar con eficacia la ley en los casos en los que esta se viole. Un Estado débil, con serios problemas de agencia, donde cada funcionario se apropiaba patrimonialmente de su parcela de poder y ejercía su autoridad en beneficio personal, condujo a que la práctica común fuera la negociación personalizada de la desobediencia de la ley y el uso faccioso de la justicia y el orden jurídico para favorecer a aquellos que podían pagar por la protección estatal.
Es historia apenas ha comenzado a cambiar en las últimas tres décadas. Gradualmente se han creado espacios estatales efectivamente regidos por las normas formales, como el electoral. La transformación de la Suprema Corte de Justicia en un tribunal de constitucionalidad durante la última década del siglo pasado ha sido crucial en el lento proceso de construcción de un Estado donde los derechos sean universalmente exigibles y el ejercicio del poder esté limitado efectivamente por la ley, pero en la vida cotidiana de las personas poco ha cambiado. La justicia sigue siendo inaccesible para la mayoría, la legalidad sigue siendo una frontera para la negociación, donde los más poderosos sacan ventaja, mientras los más pobre se ven sometidos a la arbitrariedad, la extorsión y el abuso de poder por parte de las autoridades. Como en el famoso corrido de La cárcel de Cananea, en México a la gente se le procesa por culpa de su torpeza o por su pobreza, no por lo que dice la ley.
Se trata de un tema central de la trayectoria histórica del país. Su reversión es compleja y requiere de cambios institucionales profundos, donde no es menor el tema de la legitimidad de la dominación Estatal. El consenso social en torno a la ley se construye gradualmente, pero requiere del reconocimiento social de la justeza de la autoridad, de la imparcialidad de los jueces y de una percepción general de que la ley es el mejor marco para dirimir el conflicto social. Puede tener momentos fundacionales, con pactos constitucionales muy incluyentes, pero es una construcción incremental que tarda generaciones en completarse. Desde luego nunca es resultado de un acto moral de un líder iluminado.
¿Por qué es importante un orden jurídico eficaz? Pues, como dicen en su presentación el World Justice Project (Proyecto de Justicia Mundial), un “estado de derecho eficaz reduce la corrupción, combate la pobreza y las enfermedades y protege a las personas de las injusticias, grandes y pequeñas. Es la base de las comunidades justas, con oportunidades y paz, que sustentan el desarrollo, el gobierno responsable y el respeto de los derechos fundamentales”. Es la experiencia cotidiana de las personas la que resulta relevante a la hora de evaluar si realmente existe un Estado de derecho de acceso universal, por lo que la mejor manera de evaluar la vigencia real del orden jurídico como igualdad sustantiva ante la ley, es preguntarle a la gente su percepción y sus vivencias en relación con las autoridades y con la justicia.
El Proyecto de Justicia Mundial (WJP, por su sigla en inglés), es una organización interdisciplinaria e independiente, fundada a partir de una iniciativa de la Asociación Norteamericana de Abogados en 2006; desde entonces ha impulsado investigación relevante sobre el orden jurídico en el mundo y ha creado un índice global de imperio de la ley, basado en encuestas con población abierta y entrevistas a profundidad con profesionales del derecho. Es, sin duda, un instrumento muy útil para medir avances y retrocesos en el desarrollo del Estado de derecho en 139 países del mundo.
No resulta sorprendente que México no quede muy bien situado en este índice global. En el estudio de este año, nuestro país ocupó el lugar 113 de los 139 analizados con una metodología común, y bajó un lugar respecto al año pasado. Vale la pena ver cómo se ha movido la percepción social respecto al orden jurídico en México desde que comenzó a publicarse el índice, en 2009. Un aspecto relevante analizado por el índice es el relativo a la medición de ausencia de corrupción, donde este año México quedó en un desastroso lugar 135, solo mejor que Uganda, Camerún, Camboya y la República Democrática del Congo. Este dato provocó la furia presidencial y el índice fue descalificado como un documento elaborado por enemigos del gobierno, con información sesgada y falsa, por la encargada de los desmentidos gubernamentales de los miércoles.
Si no fuera porque el Presidente se toma todo personal y pretende convencernos de que ya nos condujo a la Arcadia de la honradez pública, el índice sería muy útil para un gobierno realmente empeñado en combatir la corrupción. Desde 2018, además, la oficina en México del WJP, dirigida por Alejandro González, hace estudios con información de las entidades federativas, muy valiosos para detectar los problemas del imperio de la ley en el ámbito local. Se trata de un trabajo notable, pero como proviene de una agencia independiente no gubernamental, enseguida resulta sospechoso para López Obrador, sobre todo cuando muestra que no basta con declarar el fin de la corrupción y la arbitrariedad para que estas desaparezcan.
Jorge Javier Romero Vadillo
Politólogo. Profesor – investigador del departamento de Política y Cultura de la UAM Xochimilco.
https://dev.sinembargo.mx/author/javierromero/
El estado de derecho, es un término que puede definirse como la voluntad de cumplir y hacer cumplir la ley. Ambas cosas no como decía Juarez, una vara para mis cuates y otras para mis adversarios. Es contradictorio que quien es presentado por la historia oficial como un non plus ultra en derecho, en los hechos fomentase la impunidad.
Ya teniendo como punto de partida nuestra definición de que el estado de derecho, es la voluntad de cumplir y hacer cumplir la ley, pues resulta que por más avanzada que sea una ley, lo cual no aplica para México , si no hay voluntad de que se cumpla de nada sirve. Y que es la voluntad? Es la facultad de decidir y ordenar la propia conducta. Luego entonces el estado de derecho no emana de la Ley sino de la voluntad, en específico de cumplir y hacer cumplir la Ley sea cual sea.
Esto implica la necesidad de cambiarla si es injusta, pues se puede vivir en un estado de derecho pleno con leyes injustas. Lo que no se puede permitir es violar la norma argumentando es injusta porque esto fomenta la impunidad. Sin embargo quien puede cambiar la norma? Quien tiene esa facultad? El poder legislativo, las cámaras de diputados y senadores, ellos dicen que es lícito y que es ilícito. Por lo tanto ellos debieran de estar constantemente legislando adaptando la ley para que todos los ciudadanos sin exepción tengamos en ella un patrimonio de seguridad. Sin embargo hoy vemos que son simples comparsas o patiños del presidente, del gobernador, es decir del poder ejecutivo que lo que debe hacer es ejecutar la Ley, y si piensa que una ley es injusta debe solicitarle al legislativo la cambie, pero mientras debe cumplirla.
Es tiempo de decir que nuestra Ley Máxima , situada en la cúspide de la jerarquía normativa establece que los ciudadanos tienen los derechos que ella le otorga. Es decir sin estado no hay ciudadano, sin embargo sin humanos no hay estado, porqué este es una creación humana, una creación cultural. Por lo tanto Si el humano, precede al estado y éste al ciudadano, lo correcto y verdadero sería colocar los derechos humanos como la base del estado, para que a su vez , este sea garante de los derechos del ciudadano. SIN EMBARGO NO EXISTE UN ARTICULO EN LA CONSTITUCION VIGENTE QUE EXPRESAMENTE SIN NECESIDAD DE INTERPRETACIONES ESTABLEZCA ESTO.
Luego entonces a mi lo que me extraña es que no esté México en lugar 139 , es decir en último lugar, a juicio de El Proyecto de Justicia Mundial (WJP, por su sigla en inglés). Lo que tampoco me sorprende es que el gobierno de la autodenominada 4T diga que tras un estudio hermeneútico descubrió los obscuros intereses de sus adversarios políticos en dicho estudio, “pues no es falso, pero tampoco es verdadero”. Esa frase pasará a la historia igual que pasó aquella de “ni nos beneficia, ni nos perjudica, sino todo lo contrario” .
Para concluir, un estado de derecho con leyes injustas es deshonesto pero es lícito, un estado de hago lo que me viene en gana ni es un estado de derecho, ni es honesto ni es lícito. Evidentemente no son iguales los que ahora ocupan el poder ejecutivo federal, incluyendo al presidente de México que quienes los precedieron, se parecen en que ambos son deshonestos pues sus fundamentos constitucionales son injustos (ignoran expresamente a la dignidad humana como su fundamento ), pero los anteriores lo fueron de manera lícita, es decir se tomaron la molestia de cambiar la Ley que les estorbaba , mientras los de hoy hasta en eso muestran incompetencia para evitar que se les llame “violadores seriales de la constitución”.
Jesucristo y los padres fundadores de «America» los héroes por excelencia, permitieron la esclavitud. Injusticia, ilícito, honesto… palabras que dependen del tiempo, morales… Una vez que el dinero gay se vuelve voluminoso, el gay obtiene derechos nunca vistos… Dinero por siempre…
Muy buen artículo!
¿Con los gobiernos del Prian íbamos bien, hacia el el estado de derecho? ¡Qué les interesaba eso a los rateros!
https://www.youtube.com/watch?v=nymXCbqAVbw
AMLO señaló que World Justice Project está financiado por grupos empresariales (Consejo Mexicano de Negocios) que forman parte de la oposición.
Los evaluadores son afectados por la lucha contra la corrupción de este Gobierno. Nada integro y una completa burla.