México

Emilio Lozoya, quien este día llegó a su audiencia presencial al Reclusorio Norte abordo de una camioneta negra de la que tuvo que descender y caminar hacia los juzgados como cualquier ciudadano, está preso. El exdirector de Pemex perdió el privilegio que la FGR le había concedido hace un año y ahora enfrentará su proceso en la cárcel. 

Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo).– Era octubre de 2017. Emilio Lozoya Austin, exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex), dijo que tenía recursos y tiempo para “romperle la madre” a las autoridades de México. Hoy, durante su primera audiencia presencial en el Reclusorio Norte, el exfuncionario llegó con escoltas a bordo de una camioneta negra Tahoe de la que tuvo que bajar y caminar hacia los juzgados como cualquier ciudadano, en medio de un tumulto de camarógrafos, fotógrafos y reporteros.

«Licenciado, el vehículo no va a poder ingresar”, dijo una persona de la entrada a uno de los abogados de Lozoya Austin. Quien fuera director de Pemex del 4 de diciembre de 2012 al 8 de febrero de 2016, ingresó a pie alrededor de las 9:10 horas a la sala donde se llevó a cabo la audiencia por el caso de Odebrecht. Portaba un saco color azul, un cubrebocas blanco e iba acompañado de sus abogados.

Era la primera vez que el exfuncionario pisaba una sala de audiencias dentro del reclusorio desde que llegó extraditado de España, en julio de 2020. Ahí permaneció más de seis horas escuchando los argumentos de la Fiscalía General de la República (FGR), la cual manifestó su oposición a la petición de la prórroga de Lozoya y aprovechó para hacer un llamado a que se declarara cerrada la etapa de investigación complementaria, puesto que los documentos que aludió la defensa para solicitar el plazo adicional ya se encontraban en la carpeta de investigación.

Las condiciones cambiaron esta vez para Emilio Lozoya (Ciudad de México, 1974), el exdirector de Pemex ya no se encontraba como en su primera audiencia (28 de julio de 2020) sentado en la cama de un hospital bebiendo té, agua y Coca-Cola, como lo documentó el periodista Arturo Ángel en el medio Animal Político. Ahora estaba físicamente frente al Juez José Artemio Zúñiga enfrentando las acusaciones de la Fiscalía, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y Pemex.

Emilio Lozoya Austin, exdirector de Pemex, compareció en el Reclusorio Norte como parte de las investigaciones del caso Odebrecht. Foto: Cuartoscuro.

El primer revés que recibió en la audiencia fue cuando su defensa pidió una prórroga de 60 días, pero el Juez del Centro de Justicia Penal Federal del Reclusorio Norte solo le otorgó 30 días para que recabara y presentara pruebas a su favor sobre la investigación del caso Odebrecht. El segundo revés vino horas después: le dieron prisión preventiva justificada.

Lozoya, quien hace apenas unas semanas comía y convivía con amigos en el lujoso restaurante Hunan, ubicado en las Lomas de la Ciudad de México, enfrentará su proceso encerrado en el Reclusorio Norte, donde también se encuentra el abogado Juan Collado desde 2019 acusado de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

Lozoya tuvo que bajar de la camioneta y caminar hacia los juzgados del Reclusorio Norte. Foto: Cuartoscuro.

Las acusaciones que pesan contra Lozoya son por lavado de dinero, cohecho y fraude por la compra de dos empresas cuando él era titular de la petrolera y que causaron un desfalcó en las arcas públicas. Hasta ahora el exfuncionario había gozado del privilegio de llevar su proceso en libertad con la condición de portar un brazalete electrónico, entregar su pasaporte y visa, y acudir a firmar periódicamente. Pero hoy esa condición cambió; ya no salió del reclusorio.

A pesar de que su estatus legal cambió, Lozoya «se encuentra tranquilo y confiado», dijo su abogado Miguel Ontiveros al salir de la audiencia. También mencionó que el exfuncionario ratificará su denuncia ante un tribunal y ofreció una propuesta de reparación de daño.

«Él ratificará su denuncia ante un tribunal y este será un paso para que se extinga la acción penal en su contra y la de su familia», destacó. «El criterio de oportunidad es una figura que se va edificando poco a poco, tiene tres pasos: el primero es aportar datos eficaces, que ya se hizo, ya hay citaciones y vinculaciones; lo segundo es comprometerse a ratificar la denuncia, y la tercera es reparación del daño, que a eso nos vamos a enfocar en los próximos días, vamos a reunirnos con Pemex. Hoy mismo les ofrecimos una propuesta de reparación del daño para que se proceda el criterio de oportunidad».

En la audiencia, el representante de Pemex reprochó la salida de Lozoya a un restaurante cuando tenía medidas cautelares, pero el juez aclaró que no hay ninguna restricción para el libre desarrollo de la persona. «El señor Lozoya puede desayunar y comer donde quiera».

La defensa de Lozoya confía en que el exdirector de Pemex salga de prisión conforme avance el proceso.

«TEGO RECURSOS Y TIEMPO»

Soberbio, vengativo y traidor son algunos de los calificativos dados a Emilio Lozoya Austin por gente que lo conoce. En su libro Lozoya, el traidor (Planeta), el periodista Mario Maldonado describe al exdirector de Pemex a través de entrevistas a amigos, familiares y funcionarios de su primer círculo.

“Traté de describir mucho a este personaje que representa a una generación de políticos con estudios en el extranjero, muy bien preparados, con relaciones políticas, económicas y financieras alrededor del mundo que, sin embargo, le fallaron al país, cometieron la peor traición”, dijo el periodista en una entrevista con la agencia EFE.

El poder y el dinero siempre han rodeado al exdirector de Pemex y por eso se sentía superior a los demás políticos. Es hijo de Emilio Lozoya Thalmann, quien fue Secretario de Energía y director del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) durante el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

Emilio Lozoya es hijo de un salinista reconocido. Foto: Cuartoscuro.

Una de las ocasiones en las que mostró públicamente esa soberbia que lo caracterizaba fue en octubre de 2017 durante una conferencia de prensa realizada en la Academia Mexicana de derecho Internacional. En ese entonces se mostraba tranquilo sobre las investigaciones que realizaba en su contra la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), entonces a cargo de Santiago Nieto, hoy titular de la UIF.

Acompañado de quien en ese entonces era su abogado, Javier Coello Trejo, hoy acusado por la FGR por la presunta corrupción en la compra que Pemex hizo a Agronitrogenados, Lozoya declaró ante medios que «no se sentía intimidado por las diligencias de la Fepade» y aseguró: «Con mucha humildad, tengo recursos y tiempo para romperles la madre».

A cuatro años de esa declaración, Lozoya enfrenta a la justicia mexicana, que lo acusa de recibir 10.5 millones de dólares en sobornos de Odebrecht y participar en un fraude de 280 millones de dólares por la compraventa de una planta de fertilizantes.

LA OPACIDAD DEL CASO LOZOYA

La forma en la que autoridades habían manejado el caso de Lozoya generó incertidumbre sobre la actuación del Poder Judicial, de la Fiscalía General de la República, y puso en duda si las autoridades buscaban proteger ciertos intereses.

Uno de los episodios que abonaron a las críticas en el caso fue cuando la columnista Lourdes Mendoza narró cómo Lozoya, despreocupado y en plena fiesta, comía y convivía con amigos en un lujoso restaurante.

Lourdes Mendoza contó en El Financiero que el día 9 de octubre a las 19:38 horas una fuente la contactó vía WhatsApp para informarle lo que estaba pasando en aquel restaurante: aún vinculado a proceso por el delito de operaciones con recursos de procedencia ilícita y supuestamente vigilado mediante un brazalete electrónico, Emilio Lozoya estaba comiendo el afamado pekin duck de la cocina cantonesa china.

“El problema con la salida de Lozoya a un restaurante no está en lo moral, el problema está en el uso arbitrario de este beneficio legal“, consideró en entrevista el doctor Daniel Vázquez, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Por un lado tienes a Lozoya en una investigación que no avanza, donde no hay ninguna red desmantelada, ninguna acusación abierta y ahí lo que genera ruido es que él no está dando información útil para armar una buena carpeta de investigación. Por otro lado tenemos los casos de Rosario Robles y los académicos del Conacyt, donde la FGR usa recursos para tratar de imputarles delitos”.

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Lozoya quedó preso en el Reclusorio Norte. Foto: Cuartoscuro.

Para los expertos, la indignación que generó la salida de Lozoya a un restaurante de lujo tiene que ver con el tema de la impunidad en los casos de corrupción, donde la víctima directa es la sociedad.

“Más allá de que le cambiaran el trato a Lozoya la Fiscalía tendría que analizar si esa medida cautelar fue adecuada y pertinente, porque cada vez que la FGR solicita una medida cautelar tiene que prever dos cosas: que esa medida sea idónea y adecuada. Es decir, que no generen actos de violencia para las víctimas, que en este caso es la sociedad, y que la persona imputada no se dé a la fuga”, explicó Leslie Jiménez Urzúa, coordinadora de proyectos de Impunidad Cero.

Los analistas consideraron que el trabajo de la Fiscalía en este caso evidencia que en México la justicia es clasista y racista, además de la falta de rendición de cuentas.

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Guadalupe Fuentes López

Periodista con más de una década en medios digitales. Edita y escribe sobre temas de economía, corrupción, política, derechos humanos

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