La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, reconoció ayer que la inflación va a mantenerse alta más tiempo de los esperado, empujada por «el aumento de los precios de la energía, la recuperación de la demanda y los cuellos de botella en la oferta».

Bruselas, 29 oct (EFE).- El Producto Interno Bruto (PIB) de la eurozona creció en el tercer trimestre un 2.2 por ciento, una décima por encima de los tres meses previos, gracias al empuje de las economías francesa e italiana, en un momento de escalada de los precios que ha llevado la inflación al 4.1 por ciento en octubre, su máximo en trece años.

En el conjunto de la Unión Europea, el PIB aumentó un 2.1 por ciento entre julio y septiembre, también una décima más que en el segundo trimestre, según la estimación preliminar publicada este viernes por la oficina de estadística comunitaria Eurostat.

EL PIB MANTIENE EL PASO

Del crecimiento en la eurozona han tirado sobre todo Francia, con un aumento de su PIB del 3 por ciento, muy por encima del 1.3 por ciento del segundo trimestre, e Italia, con un incremento del 2.6 por ciento, una décima inferior al obtenido en los tres meses previos.

Entre las grandes economías del euro, se han quedado en tasas más bajas de crecimiento España, con un 2 por ciento, pese al acelerón en comparación con el 1.1 por ciento del trimestre anterior, así como Alemania, cuyo PIB subió un 1.8 por ciento, una décima menos que entre abril y junio.

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También Austria, con un incremento del 3.3 por ciento, Portugal (2.9 por ciento) y Bélgica (1.8 por ciento) contribuyeron al aumento, según Eurostat, que solo dispone de cifras para once de los 27 países de la UE y revisará su previsión en noviembre.

Pese a que el desempeño de la economía europea en el tercer trimestre fue algo mejor de lo previsto, los analistas esperan una moderación hacia final de año debido a la disipación del efecto rebote de la retirada de restricciones y a los persistentes problemas en las cadenas de suministros, que perjudican al sector manufacturero.

A ello se suma el aumento de los precios, que podría empeorar las perspectivas de recuperación del sector servicios, aunque «la fortaleza del mercado laboral y el alto nivel de ahorros apoyarán el crecimiento», según explica el analista de ING Bert Colijn.

El consumo privado ha dado, de hecho, el principal impulso económico en Francia, Italia y Alemania, país este último que se ha visto especialmente afectado por la escasez mundial de suministros, la cual restó un 1 por ciento a su PIB, según los cálculos del Instituto de Investigación Económica alemán (Ifo).

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En el caso de España, sin embargo, la recaída del consumo de los hogares se ha visto compensada por una mejora de la inversión y, sobre todo, de la demanda externa gracias a las exportaciones.

AUMENTO DE LA INFLACIÓN

En este contexto, la cuestión que gana cada vez más vigencia -y que ya se plantearon los ministros de Economía y Finanzas de la UE en su última reunión- es qué efecto podría tener en la recuperación el aumento de la inflación, que viene motivado sobre todo por un incremento de los precios de la energía que impactan tanto a hogares como a empresas.

La tasa de inflación anual en la eurozona subió siete décimas en octubre, hasta el 4.1 por ciento, su tasa más alta desde 2008, según los datos publicados hoy por Eurostat. Estos reflejan el impacto de la energía, cuyo precio aumentó un 23.5 por ciento en octubre, casi seis puntos más que el mes anterior.

Menos importantes fueron los incrementos en los servicios (2.1 por ciento frente al 1.7 por ciento en septiembre), los bienes industriales no energéticos (2 por ciento frente al 2.1 por ciento) y los alimentos, el alcohol y el tabaco (estable en el 2 por ciento).

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Pero la institución espera que estos factores disminuyan a lo largo del próximo año y que a medio plazo la inflación se sitúe por debajo de su objetivo del 2 por ciento, por lo que de momento no ha modificado su programa de compra de deuda de emergencia por la pandemia o los tipos de interés.

A la hora de decidir el BCE se fija sobre todo en la tasa de inflación subyacente -que excluye el efecto de los precios de energía y alimentos frescos por ser los más volátiles- y esta subió solo tres décimas en octubre, hasta el 2.1 por ciento.