Fue el 27 de octubre de 2017 cuando Nadia, de entonces de 17 años de edad, desapareció durante el trayecto de su casa a la escuela. Hasta el momento no se sabe nada de ella. Sus familiares creen que pudo ser víctima de una red de trata de personas, y acusaron a la Fiscalía de Puebla de negligencia para corroborar o desechar esta hipótesis.
Por Magarely Hernández
Puebla, 27 de octubre (PeriódicoCentral).- La señora Victoria Rosales Camacho lleva cuatro años muerta en vida. El 27 de octubre de 2017, su hija de 17 años, Nadia Guadalupe Morales Camacho, abordó como cada mañana la ruta 5 del transporte público para dirigirse de su casa, en Lomas de San Miguel, al Bachillerato Gabino Barreda, en el Centro de la ciudad de Puebla, pero en el trayecto desapareció. Hasta la fecha no ha vuelto a saber más de ella.
Vicky, como la llaman de cariño en el Colectivo Voz de los Desaparecidos, concedió una entrevista telefónica a Periódico Central y envió un mensaje a la menor de sus hijas: “te extrañamos mucho, nos haces mucha falta en la casa, y no vamos a parar hasta encontrarte”.
Nadia soñaba con entrar al Ejército Mexicano. Le gustaba mucho escuchar música, y era la niña que daba alegría a su hogar, pero todo cambió desde aquel 27 de octubre. Victoria, su esposo y la mayor de sus hijas se sienten incompletos, les hace falta Nadia para volver a ser felices.
Para Victoria, su hija posiblemente fue enganchada por una red de trata de personas. Una semana después de su desaparición su celular envió señal desde Tenancingo, Tlaxcala, pero Wendy Zacateco Cisneros, la agente del Ministerio Público de la Fiscalía General del estado (FGE) que llevaba su caso, no realizó la investigación pertinente.
La mamá de Nadia está segura de que si la servidora pública hubiera hecho su trabajo en tiempo y forma, ya tendría a su hija en casa.
¿QUÉ OCURRIÓ CON NADIA?
La mañana del 27 de octubre de 2017, Victoria acompañó a su hija a la parada del transporte público para que se trasladara a la escuela. Nadia abordó la ruta 5 unidad 49 pero nunca llegó al bachillerato. Es decir, desapareció en el trayecto.
Cuando Victoria acudió a la Fiscalía General del Estado para presentar la denuncia correspondiente, Wendy Zacateco Cisneros no quiso activar la Alerta Amber, a pesar de que se trataba de una menor de edad, bajo el argumento de que pondría en riesgo su integridad. Sin embargo, tampoco hizo el intento de buscarla.
La Agente del Ministerio Público nunca rastreó el celular de Nadia, intervino sus redes sociales o solicitó la sábana de llamadas a Telcel a pesar de que una semana después el dispositivo de Nadia envió señal desde Tenancingo, conocido por ser la cuna de trata de personas.
Hace ocho meses, Wendy abandonó el caso sin presentar una línea de investigación concreta. El nuevo agente del Ministerio Público no puede hacer mucho porque a estas alturas ya no se puede intervenir el celular de Nadia debido a que Telcel da un tiempo máximo de dos años para hacerlo.
“Para mí, Nadia está viva, pero si está muerta necesito saber por lo menos dónde», expresó la madre de la víctima.
La señora Vicky siempre ha sido ama de casa, pero tras la desaparición de su hija encontró un trabajo que demanda mucha fuerza emocional y desgaste físico. Al no encontrar apoyo en las autoridades se integró al Colectivo Voz de los Desaparecidos, y descubrió que hay cientos de familias que están viviendo el mismo dolor que ella.
Junto a María Luisa Núñez, vocera y creadora del Colectivo, ha intervenido fosas clandestinas en Veracruz, Oaxaca y Morelos. Victoria tiene el presentimiento de que su hija está viva y es víctima de explotación sexual; sin embargo, su esposo le ha dejado entrever la posibilidad de que Nadia está muerta.
«Se oye muy fuerte, pero mi esposo me dice que de una u otra forma la tenemos que encontrar. Para mí Nadia está viva, pero si Dios ya la recogió necesito saber por lo menos dónde está”.
Victoria perdió a su hija, pero también el miedo. Por cuenta propia ha realizado búsquedas en Oaxaca, Ciudad de México y hasta Veracruz. También ha recorrido bares y lugares clandestinos con la esperanza de encontrarla: “mi niña, te seguimos esperando, estamos destrozados”.