La VI Brigada termina trabajos en Morelos: «venimos a sacar la verdad y enfrentarla»
PorSugeyry Romina Gándara
24/10/2021 - 7:30 pm
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La VI Brigada Nacional de Búsqueda concluyó este fin de semana con la localización de lo que se perfila como una gran fosa clandestina ubicada en Yecapixtla, Morelos, municipio en el que se realizaron durante toda la brigada al menos 10 hallazgos de restos humanos.
Yecapixta, Morelos, 24 de octubre (SinEmbargo).- Yadira no sólo ha desarrollado “el ojo” y la experticia que el tiempo y el conocimiento empírico le da a los familiares de personas desaparecidas que caminan y rasgan campos agrestes, cerros, bosques y barrancas en busca de sus seres queridos. La desaparición de su hermano Juan González Hernández, hace 15 años, la ha llevado a convertirse en una rastreadora y buscadora de fosas certificada no sólo en México sino a nivel internacional.
La mujer de 38 años y 1.65 metros de estatura camina a paso veloz, firme y decidida sobre montículos de tierra removida y zanjas realizadas por una retroexcavadora. Se coloca unos guantes de látex, ingresa a uno de los surcos y explica: «lo que estamos viendo es que todo esto es una gran fosa”.
Se trata de una vieja mina de arena con una extensión de al menos unos 800 metros cuadrados situada al lado de una barranca ubicada en la colonia Mixtlancingo en el municipio de Yecapixtla, Morelos. Ahí la VI Brigada Nacional de Búsqueda encontró lo que ya se perfila como una gran fosa clandestina donde criminales habrían inhumado de manera masiva y clandestina.
“Venimos a sacar la verdad y enfrentarnos con la verdad”, destaca Juan Carlos Trujillo de la Red Nacional de Enlaces, que coordinan la Brigada. Este domingo concluyó este ejercicio que realizan los colectivos de 26 estados de la República por sexto año. Al menos 160 personas acudieron a Morelos a buscar en vida a sus seres queridos y a sensibilizar sobre la crisis de desaparición en México, un país que acumula más de 92 mil de estos casos.
NARCO USA MAQUINARÍA PARA ENTERRARLOS
Al menos 10 hallazgos de restos humanos, entre ellos costillas, huesos de fémur, un cráneo e incluso un cuerpo completo, son parte de los resultados que tuvo la Brigada en dos puntos distintos de Yecapixtla, en Cuautla y el resto en una gran fosa localizada en la colonia Mixtlancingo.
En la mina se localizaron al menos tres concentraciones de fosas donde se realizaron al menos ocho hallazgos de restos humanos.
Yadira González Hernández explicó que consideraron ese sitio para buscar luego de que por sistema satelital identificaron variaciones en el terreno, en concreto, montículos de tierra que no eran propios del lugar, “y eso nos dio un patrón”, dijo.
La experiencia ha enseñado a los buscadores que cuando una zona muestra cambios en la estructura de su tierra —sin ninguna explicación oficial— es posible que el lugar haya sido intervenido y no se descartaría la existencia de fosas. Además de eso, las hipótesis se acompañan de estudios de contexto previo e incluso datos e información que brindan ciudadanos o pobladores de la zona.
“Aquí había una variación superficial que nos marca una intensión para poder varillar y excavar”, detalló la buscadora.
Desde el lunes 17 de octubre, integrantes de la Brigada iniciaron las actividades de prospección y rastreo en la mina que dejó de funcionar en el año 2014.
En la zona realizaron un pozo de sondeo, revisaron la tierra, confirmaron que había modificaciones, es decir, que había tierra removida y encontraron cal, eso dio la pauta para seguir excavando.
“Aquí en este terreno nos hemos dado cuenta que los están sepultando con cal y cuando hallamos cal, sabemos que es una posible fosa clandestina”.
Otro indicador para cavar más hondo fue cuando los familiares vieron que las capas de la tierra estaban rotas. No obstante, tuvieron que continuar la excavación con maquinaria, pues el terreno estaba muy compactado y era difícil excavar a pala y pico.
Huesos largos, fémur, algunas costillas y un cráneo que no se alcanzó a descubrir son parte de los restos que se localizaron a casi tres metros de profundidad.
La dificultad para encontrar los “tesoros”, como le llaman a los restos, indica que los criminales utilizaron maquinaria para inhumar clandestinamente.
“La realidad es que nosotros siempre vamos a ir un paso atrás del crimen organizado porque cada vez ellos inventan formas diferentes para desaparecer personas. Y también sabemos que alrededor de la República los grupos delincuenciales tienen formas diferentes de operar y también echan mano de lo que tienen”, detalla González Hernández.
La mina de la colonia Mixtlancingo fue el lugar en donde se localizaron más indicios y restos durante las actividades del eje de búsqueda en campo de la Brigada Nacional, ejercicio que, aunque termina este fin de semana, continuará por parte de autoridades estatales con la observancia de colectivos locales.
“El proceso que sigue es que la Fiscalía exhume y esos restos se van a ir a periciales para los exámenes correspondientes hasta poder lograr la identificación y regreso a sus hogares”, explicó Monserrat Castillo, integrante de la Brigada.
RASGAR LA TIERRA HASTA ENCONTRARLOS
Los familiares de personas desaparecidas una vez más muestran que —además de la intuición y el conocimiento adquirido al rastrear fosas— la voluntad y, en su caso, el profundo deseo de encontrar esos “corazones”, es lo que da resultados.
“Esperemos que hoy Dios nos bendiga y podamos encontrar más puntos”, dice Enriqueta Blanco al momento en que se persigna mientras entra a la fosa localizada en Yecatixpla para realizar labores de rastreo y búsqueda por cuarto días consecutivo.
Enriqueta Blanco Hernández busca a su hijo Brandon Issac Hernández Blanco desaparecido en Pozarica, Veracruz, en el año 2012. Es la primera vez que acude a las Brigada Nacional de Búsqueda.
Los hallazgos, comparte la madre, son altamente impactantes para las familias quienes en esos momentos experimentan una vorágine y una sacudida de múltiples sentimientos que para muchos de ellos —dicen— son casi indescriptibles.
“Mucha tristeza y a la vez alegría porque encontramos tesoros que van a regresar a su hogar, que es lo que más nos importa: encontrarlos”, dice la mujer.
El impacto y los sentimientos al encontrar restos no cambia conforme pasa el tiempo, en el cual, las familias de personas desaparecidas se vuelven unas expertas en el campo.
“Sigue sintiéndose lo mismo: dolor, un cúmulo de emociones, un mar, un vaivén de emociones; sientes mucha adrenalina cuando encuentras la posibilidad que sea una fosa, y sientes mucha impotencia, rabia y luego dolor, pero al mismo tiempo te da esperanza que alguien de ahí pueda regresar a casa”, platica Yadira, quien hace 15 años empezó sin saber cómo identificar una fosa y a lo largo de 13 años adquirió experiencia no sólo empírica, sino que ha tomado cursos de antropología en Guatemala y Colombia, talleres en la Cruz Roja Internacional e incluso en instrucción en manejo de elementos caninos pues hasta se hizo de una perra entrenada en la detección de restos humanos.
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A Rufina Abaroa Rodríguez le duelen las rodillas. Caminar para ella es casi un calvario: tiene artritis, ha padecido a veces de dolor de riñones, y desde hace años carga con una colitis crónica. A sus 70 años de edad las complicaciones médicas se acentúan.
El doctor le recomendó “no caminar” por superficies escarpadas, pero eso no la detiene: por tercera ocasión acude a la Brigada Nacional de Búsqueda, es decir, desde hace cuatro años participa en estos ejercicios colectivos de rastreo y sensibilización.
Doña Rufina, como se le dice de cariño entre los colectivos, busca desde 2017 a su hijo Alfredo Hernández Abaroa, desaparecido el 26 de agosto de 2016, en Veracruz.
La solidaridad de los buscadores trasciende por mucho sus búsquedas personales. El sentimiento es colectivo, la tristeza de encontrar y la alegría que ayudarán a que al menos alguien regrese a su casa y sus familias tengan un poco de paz.
“Aquí no creo que esté mi hijo. Nosotros buscamos, rasgamos la tierra para poder encontrarlos y eso es lo que más nos importa, es muy bonito encontrarlos porque sabemos que es un tesorito que va a regresar a su hogar”, señala Enriqueta.
Para Doña Rufina, comparte la madre de tres, acudir a las caravanas y brigadas de familiares de desaparecidos tienen un gran significado por la posibilidad de encontrar a personas y devolver a una familia un poco de tranquilidad o de verdad.
“Para mí estar aquí significa devolver personas que no han regresado a su hogar. Yo quisiera que Dios me permitiera estar aquí hasta terminar de devolverlos a todos. Ya me involucré aquí (con los colectivos) y aquí voy a seguir hasta que dios me de fuerzas».
No obstante, destaca que es difícil mantener la esperanza debido a que los familiares de personas desaparecidas aún se encuentran con muchas resistencias por parte de las autoridades quienes —denuncia— “nos ponen muchas trabas”.
“Yo les pediría a las autoridades un poco de sensibilidad y respeto hacia las víctimas porque surgen muchos contratiempos y nos obstruyen nuestro trabajo, y nosotros dejamos hasta nuestro propio trabajo para poder venir a buscar y en este trabajo no nos pagan, venimos por voluntad propia y porque estamos buscando a nuestros seres queridos, entonces lo pido es sensibilidad y voluntad de las autoridades para encontrarlos”, reitera Rufina.
Sugeyry Romina Gándara
Ha trabajado como reportera y fotoperiodista de nota roja en Chihuahua. Los últimos años, ya radicada en CdMx, los ha dedicado a cobertura sobre temas de desaparición, seguridad y víctimas de la violencia.
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