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Después de meses de home office, algunas personas han optado por una mayor comodidad en el calzado, dejando los zapatos de oficina para comenzar a utilizar pantuflas e, incluso, caminar descalzos. El cambio radical puede desencadenar algunas dolencias, entre las que se encuentra el llamado «Pie de Picapiedra».

Ciudad de México, 17 de octubre (SinEmbargo).- La pandemia ha impactado en la vida cotidiana de muchas formas. Además de las restricciones sanitarias como el uso del cubrebocas y lavado continuo de manos, algunas empresas adoptaron el home office, incidiendo en los hábitos de los trabajadores, quienes pudieron adoptar vestimentas más relajadas y cómodas al realizar sus funciones.

Así, hubo un cambio en el uso del calzado, optando en ocasiones por pantuflas, sandalias e, incluso, los pies descalzos en casa. Este cambio radical habría dado paso a un concepto conocido en inglés como «Flintstone feet» («Pies de Picapiedra» en español), surgido a raíz del confinamiento, y que refiere a los cambios morfológicos sutiles que pueden experimentar los ligamentos y músculos de los pies por la transformación de la rutina.

De acuerdo con Melissa Tejeida, médico cirujano experta en pie diabético, en un contexto de pandemia los pies se ven afectados por el hecho de estar expuestos a otro ambiente.

«El problema radica en que nos estamos haciendo un hábito donde desafortunadamente estamos recurriendo a un calzado que no va a tener las mismas capacidades de darle fuerza a nuestra pisada», señaló en entrevista con SinEmbargo.

En primera instancia, la piel puede sufrir algunos daños que conlleven a su engrosamiento, formación de callosidades o susceptibilidad a cortaduras y heridas al estar más expuesta de lo normal, sobre todo si se adopta una rutina de pies descalzos. «El hecho de estar descalzos nos vuelve más propensos a infecciones en las plantas de los pies».

El home office contribuyó a un cambio radical de la rutina diaria de las personas. Algunos, en busca de comodidad, comenzaron a utilizar un calzado diferente al habitual. Foto: Bebeto Matthews, AP

Incluso, en un espacio suave, los pies no necesariamente se encuentran protegidos: «La alfombra guarda mucho polvo, guarda muchos gérmenes. Naturalmente, la piel se está rozando con una tela muy áspera y la piel se va a empezar a defender de esta agresión. La piel se puede engrosar», indicó Tejeida.

Por otro lado, este aumento en la exposición de la piel y la descompensación por el paso de un calzado a otro mucho más plano pueden ocasionar mayor resequedad, al igual que lesiones y afecciones como la tendinitis (inflamación de los tendones) o la fascitis plantar (inflamación en la planta del pie), así como una mayor presencia de verrugas.

Las alfombras, el suelo y el uso de un calzado inadecuado, que no aporte la estabilidad necesaria al pie según la actividad que se realiza, son algunas de las razones que pueden originar esta serie de problemas a lo largo de la estancia en el hogar por las restricciones de la pandemia.

¿QUÉ ES EL «PIE DE PICAPIEDRA»?

El término, adoptado de la famosa serie animada Los Picapiedra, ha comenzado a usarse para describir a un conjunto de sutiles deformaciones anatómicas paulatinas en el pie que implican un estiramiento en los ligamentos y caída en los arcos por la falta de calzado o su uso inadecuado y que podrían originar problemas mayores a largo plazo.

«La COVID está generando cambios, está modificando la conducta de las personas, la toma de decisiones y va a generar estragos», indicó la especialista.

Dichos estragos pueden pasar desapercibidos, a menos que exista un cambio abrupto en el tipo de calzado (de usar zapatillas continuamente a pantuflas todo el día) o que el paciente ya cuente con una patología previa, como en el caso de las personas con diabetes o pie plano.

«El paciente con diabetes durante esta pandemia ha tenido el infortunio de no poder desplazarse», lo que puede incrementar la presencia de dolor por la falta de actividad física, el aumento en los niveles de glucosa y el sobrepeso u obesidad.

El término «pie de Picapiedra» hace referencia a la icónica caricatura Los Picapiedra. Foto: Especial

Para el especialista Raúl Alejandro Ramírez Ramírez, profesor de la Licenciatura en Podología en la Universidad de Guadalajara, el «Pie de Picapiedra» también puede deberse a la falta de fuerza y tonificación muscular del pie: «Cuando un pie está tonificado es fuerte, realmente el cambio de calzado no repercute tanto. Los dolores y las lesiones vienen cuando no hay un apoyo suficiente o un fortalecimiento».

El pie puede lesionarse por no contar con un correcto soporte o realizar un esfuerzo mayor del que normalmente lleva a cabo con el uso del calzado ideal para las actividades cotidianas.

«Como el pie tiene muchos músculos, articulaciones y ligamentos, tiene un proceso de adaptación». Por ello, lo ideal es hacer una transición paulatina de un calzado a otro más cómodo, y viceversa, ya que al encontrarse con mayor comodidad, el pie alcanza una amplitud que causa incomodidad con el uso del zapato de oficina.

¿CÓMO CUIDAR LOS PIES DURANTE EL ENCIERRO?

Dado que la rutina diaria se modifica e incide en la salud, algunas de las recomendaciones para mantener un correcto cuidado de los pies son las siguientes:

1. Calzado ideal: El pie requiere de un calzado adecuado para la actividad que se va a realizar, capaz de proporcionar las barreras protección necesarias.

2. Mantener actividad física, sin excesos: No desplazarse también genera problemas de salud que, generalmente, causan un aumento de peso, lo que a largo plazo implicará que el zapato que solía usarse ya no calce de la forma correcta. El caso contrario (realizar ejercicio y bajar de peso) también puede conllevar a la necesidad de un nuevo calzado, ya que dejaría de proporcionar las barreras de protección necesarias y el exceso abrupto de ejercicio puede desencadenar lesiones de mayor envergadura.

3. Lubricación: Mantener los pies correctamente lubricados con aceite de almendras dulces o vaselina para combatir el exceso de resequedad.

4. Uso de calcetines: Lo ideal es no permanecer completamente descalzo, sino hacer uso de calcetines que permitan que la piel respire y que no causen un exceso de sudoración.

5. Alimentarse correctamente: Cuidar el sistema inmunológico con la alimentación adecuada puede ayudar a evitar enfermedades e infecciones por daños en los pies.

6. Acudir con un profesional: Un podólogo puede asistir en la extracción de asperezas y callosidades generadas en la piel por una mayor exposición al ambiente.

7. Uso de jabón neutro para evitar mayores daños en la piel.

En caso de contar con dolor, Ramírez Ramírez indica que hay que visitar al podólogo para la implementación de ejercicios y plantillas personalizadas. Si no hay síntomas, el experto recomienda alternar el calzado, «ni todo el día cubierto, ni todo el día el zapato cerrado». Subir los pies a la altura de la cadera o del ombligo para la circulación y dar masajes con cremas en el área afectada puede ayudar a disminuir los primeros síntomas.

Los especialistas indican que, en caso de dolor, es vital asistir con un podólogo para tratar el problema y evitar complicaciones a futuro. Foto: Cuartoscuro

¿CÓMO VOLVER A LAS ACTIVIDADES COTIDIANAS DE OFICINA SIN DAÑAR LOS PIES?

Para los expertos, al momento de volver a las actividades habituales, el pie se adapta una vez más a las condiciones, aunque el proceso puede causar molestias e incomodidad. La mejor forma de aminorar el dolor es ayudar en la adaptación del pie a estas nuevas condiciones.

La transición debe ser gradual para evitar lesiones. Comenzar a alternar las pantuflas con el calzado de oficina puede ser una buena opción para acostumbrar al pie al cambio. En caso de que el calzado ya no entre o haya un aumento de peso, lo mejor es comprar un nuevo par para evitar mayores alteraciones.

Para asistir a la oficina, se recomienda el uso de un zapato cómodo y formal, con elevación para aminorar la carga del talón. Algunas opciones son el calzado diseñado para pie diabético, calzado escolar o la bota de trabajo.

En caso de que la ocupación requiera zapatillas, se aconseja evitar las que terminan en punta, que cuenten con un tacón no mayor a dos centímetros de altura y asegurarse de que se les pueda integrar una plantilla personalizada. De igual forma, se exhorta a utilizarlas sólo en horas laborales y usar otro tipo de calzado durante los traslados.

Si bien los cambios presentados en los pies por varios meses utilizando pantuflas, caminando descalzo o con un calzado inadecuado son sutiles y reversibles, todo depende de que se empleen los zapatos indicados para cada actividad.

«El calzado inadecuado puede ser tan malo como no usar calzado», apuntó Ramírez Ramírez.

Andrea B. Romano

Es Editora de Galileo en SinEmbargo. Egresada de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, trabajó en la Dirección General de Tecnologías de la Información y Comunicación de la misma UNAM. Disfruta del cine, el anime y las buenas conversaciones.

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