Las Gardenias juegan cada año, en las fiestas de San Francisco de Asís, en el estadio Maracaná ubicado en el corazón de Tepito, un lugar al que no todo el mundo puede acceder por seguridad.

Por Inés Amarelo

Ciudad de México, 5 de octubre (EFE).- El icónico barrio mexicano de Tepito, uno de los más humildes de la capital, se rinde a los pies de Las Gardenias, un equipo de futbol de mujeres trans que son un espectáculo en el campo.

Tepito celebra su patrón, San Francisco de Asís, y las chicas, todas nacidas en el barrio, entran al estadio llamado Maracaná entre ovaciones. Después de más de 50 años de historia, el equipo tiene el respeto y la admiración de sus vecinos.

El equipo de Fútbol «Las Gardenias», en un juego de exhibición el 4 de octubre de 2021, para conmemorar al Santo Patrón San Francisco de Asis, en el barrio de Tepito, en la Ciudad de México. Foto: EFE / Mario Guzmán.

«En otros barrios puede que haya equipos de mujeres trans. Pero en Tepito, sabiendo que hay machos y que es un barrio bravo, que haya un equipo y que nos respeten es algo muy sorprendente», compartió Melany, también delantera, quien se mostró emocionada por llevar a su hijo de nueve meses por primera vez al partido.

Cada año, Las Gardenias juegan en las fiestas de San Francisco de Asís, en este deportivo ubicado en el corazón de Tepito, un lugar al que no todo el mundo puede acceder por seguridad.

Sin embargo, dentro del Maracaná se respira diversión, pasión por el fútbol y admiración por Las Gardenias y el resto de equipos que compiten a modo de exhibición.

Jessica quiere, con su participación y la de sus compañeras, dar visibilidad a su colectivo pero también -sobre todo- al deporte.

«Queremos jugar más para fomentar el deporte hacia la comunidad LGBT porque también nosotros existimos en el trabajo, en los estudios, en la cultura o en el deporte», explicó, a la vez que contó que, debido a la pandemia de coronavirus, se redujeron sus salidas al campo.

Muchas de ellas notan la diferencia de cuando empezaron a jugar a ahora.

«Una anécdota es que cuando entré por primera vez con todas las chicas al campo mi papá entró y a pura patada me sacó porque pues había machismo. Pero me valió (no me importó) y me regresé a jugar», compartió Melany.

REFUGIO Y LUGAR DE LUCHA

Como ella, todas jugaban de pequeñas al fútbol a modo de entretenimiento, pero fue con Las Gardenias cuando comenzaron a aprender más seriamente.

Se tomaron el equipo como un refugio desde el que vivir libremente y reivindicar su espacio en la sociedad. Desde ahí, las llaman de muchos lugares para participar en fiestas, inauguraciones de canchas o eventos deportivos, y están logrando que las cosas cambien.

«Antes había un poco más de agresividad, burlas, nos maltrataban, nos golpeaban o nos gritaban. Nos decían ofensas, y ahora no. El barrio nos ha abierto las puertas. Nos han apoyado mucho, nos han apapachado (mimado) mucho, nos han dado más aprecio», consideró Jessica, quien se siente ahora muy querida en el barrio, donde cuando era más joven no lo pasó bien.

El barrio bravo de Tepito es reconocido por la unión de sus vecinos, así que, consideraron las chicas, tarde o temprano tienen que aceptar a las personas de la comunidad lésbico, gay, bisexual y trans (LGBT).

PORQUE ASÍ SON, FIELES A SU GENTE

«Aunque digan que es un barrio agresivo, que somos muy cabrones, a nosotras el barrio nos apapacha. Por ser Las Gardenias de Tepito pero sobre todo por ser nacidas y crecidas aquí», compartió Jessica.

Un cariño que se nota cuando caminan hacia el centro de la cancha y saludan a personas de todas las edades que corren hacia ellas para pedirles fotografías. Son por unos momentos las reinas del barrio.

Jessica Isabelle, integrante del equipo de Fútbol «Las Gardenias», habla con Efe tras un partido de exhibición para conmemorar al Santo Patrón San Francisco de Asis, el 4 de octubre de 2021, en el barrio de Tepito, en la Ciudad de México. Foto: EFE / Mario Guzmán.

Y cuando se van -casi siempre después de haber ganado, como ellas mismas explican- dejan un aroma a frescura y a tolerancia que todo lo impregna y que difícilmente podrá arrebatarse al barrio bravo de Tepito, con sus luces y sus sombras.