La actriz explicaba que siempre le ha «fascinado» hacer comedia; tuvo la «suerte» de tocar ese género de la mano de los mejores, «Rafael Azcona y la familia Trueba, y también en el mundo de Almodóvar, donde a veces hay más comedia que drama».
San Sebastián (España), 17 de septiembre (EFE).- Penélope Cruz dijo hoy en el Festival español de cine de San Sebastián, donde presentó en rueda de prensa la película Competencia oficial, que el modo de trabajar de los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn le resulta «muy atractivo» y adelantó que hay «planes» para repetir con ellos.
La artista, que compareció flanqueada por sus compañeros de rodaje Óscar Martínez y Antonio Banderas, mientras los directores la escuchaban en videoconferencia desde Argentina, afirmó que admira mucho a Cohn y Duprat desde El ciudadano ilustre, -también, añadió, «por el trabajo magistral de Óscar»-, porque «son muy sabios a la hora de reírse de lo absurdo».
Este tipo de comedia incómoda, de la que Competencia oficial es un magnífico ejemplo y abre hoy la sección Perlas, «se está convirtiendo en su especialidad», manifestó Cruz, y agregó que, en su opinión, «lo hacen con un encanto, una gracia y una inteligencia que es muy atractivo, de hecho, tenemos algunos planes más para ahondar en esa dirección».
La actriz explicaba que siempre le ha «fascinado» hacer comedia; tuvo la «suerte» de tocar ese género de la mano de los mejores, «Rafael Azcona y la familia Trueba, y también en el mundo de Almodóvar, donde a veces hay más comedia que drama».
«No le tengo más miedo al drama que a la comedia, pero el tiempo de la comedia es tan delicado…», apuntó, para desmentir a continuación que, cuando el público se ríe y sale de una sala «con un sentimiento ligero», piense que es más fácil, pero no es así.
Duprat añadió en ese sentido que nunca se plantean hacer una comedia cuando piensan en cine, pero les «termina saliendo eso».
«Tenemos una visión de la realidad que coincide con esto, es nuestra mirada. No manejamos el género a priori, pero nos gusta mucho Berlanga», aunque no son de esos «directores cinéfilos» que absorben de otros cines, precisa.
Cohn declaró que la única premisa de la que partieron es que «tenía que ser incómoda». «Remite», reconoce Cohn, «a otras obras nuestras, pero siempre en complicidad con los actores, que actúan en clave de drama. Es casi una actuación documental, por más que la situación sea comedia. Uno tiene que salir de ahí con una sonrisa».
En la película, Cruz se transforma en una directora de cine más cercana a una artista plástica, explica Duprat, tan disparatada en sus métodos como es su look: «Esa mujer entra por la puerta y tu ya quieres salir corriendo». Ríe cómplice Penélope Cruz sobre su creación, remarcada por una espectacular cabellera rizada y pelirroja: «Cuando vi esa peluca, no hubo vuelta atrás».
Banderas y Martínez interpretan a los dos mejores actores del momento, polos opuestos en los métodos de trabajo, y con unos egos tan impresionantes que dan risa. La película lleva al extremo las manías o los caprichos de las estrellas, algo en lo que ninguno se reconoció.
Aunque Banderas bromeó con que «no eran cosas tan exageradas», defendió que los directores argentinos «siempre encuentran el punto ridículo» y aplaudió su capacidad para reírse de ello.
«Nosotros fuimos generosos y sin complejos», manifestó Banderas.
Sobre esto, Penélope Cruz destacó que los directores «sacan humor de situaciones absurdas, pero sin ridiculizar la profesión».
Los directores relataron que habían trabajado con un guion coral, «donde cada uno aportó su cuota de veneno»; y que partían de la única premisa de que tenían que pasarlo bien rodando, porque «los rodajes son muy aburridos».
«Rodamos con una cámara testigo y dejamos que los actores se explayaran en planos largos donde todas las tomas se trataban como máster. Esto -dijo Cohn- solo se puede hacer si cuentas con actores tan enormes como estos».
Para Martínez, el guion era muy atractivo, no solo por el genero sino por «lo que se trataba. No es fácil en el cine tener secuencias tan largas sin intermediación de los directores; tuvimos tiempo para carretear y que la actuación levantase el vuelo».
Los tres actores envidian, cada uno a su manera, el modo en el que Francia trata a su cultura. Para Cruz, en España «va por temporadas», aunque defiende que en la calle el sentimiento de reconocimiento del público es constante.
Banderas afirma que los actores se sienten «a veces usados» y Martínez ha puesto de ejemplo los entierros «de Estado» que Francia dio en su día a Yves Montand y recientemente a Jean- Paul Belmondo.
«Cuando te comparas con otros países, uno se siente dejadillo de la mano de Dios», resumió Banderas.