Rubén Martín

12/09/2021 - 12:04 am

9/11 y el declive de Estados Unidos

Ese episodio histórico, que saldó la vida de unas 3 mil personas, desencadenó un curso de acción tomado por el Gobierno de Estados Unidos y principales aliados que significó una reconstitución geopolítica de dimensiones mundiales.

20 años después el declive de Estados Unidos es patente. Una bandera de Estados Unidos es desplegada en el Pentágono, en Washington, el sábado 11 de septiembre de 2021. Foto: Alex Brandon, AP.

El ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, y los episodios ocurridos en el Pentágono y el otro avión tomado por secuestradores el 11 de septiembre de 2001 fue considerado por el Gobierno de Estados Unidos como una de las agresiones más importante en su historia y el mayor ataque terrorista cometido en su propio territorio. Ese episodio histórico, que saldó la vida de unas 3 mil personas, desencadenó un curso de acción tomado por el Gobierno de Estados Unidos y principales aliados que significó una reconstitución geopolítica de dimensiones mundiales.

La mayoría que tenga más de 30 años seguramente recordará los hechos porque se trató de uno de los primeros acontecimientos históricos transmitidos en directo por los medios de comunicación. El primer avión que se estrelló contra el edificio norte de las Torres Gemelas antes de las nueve de la mañana de México concentró la atención de los medios mundiales. En directo, millones de personas veían por televisión el primer suceso cuando, menos de media hora después, otro avión se estrelló contra el edificio sur de las Torres Gemelas; 37 minutos después, los medios informaron de un ataque al Pentágono, en Washington, y posteriormente se informó del derribo de otro vuelo comercial en un poblado de Pensilvania.

El Gobierno de Estados Unidos, que presidía George W. Bush, calificó los atentados como la mayor agresión sufrida por ese país. Casi de inmediato el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas denunció la agresión como “horrendos ataques terroristas”. El mismo día el Gobierno de Bush acusó que el ataque fue cometido por terroristas ligados a la organización fundamentalista islámica Al Qaeda, encabezada por Osama Bin Laden, originario de Arabia Saudita y a quien los servicios de espionaje ubicaban en cuevas en Afganistán. El repudio mundial no se hizo esperar y en los días siguientes hubo ceremonias de duelo y solidaridad con las víctimas, en todo el mundo.

Tras las honras fúnebres, los días siguientes el Gobierno de Estados Unidos afianzó esta versión de ataques concertados por Al Qaeda por lo que anunció una política nacional y con aliados globales que llamó “Guerra contra el terrorismo”. Los ataques del 11-S tuvieron consecuencias casi inmediatas y algunas de ellas de alcance global que todavía se viven diariamente en el mundo, como la seguridad en aeropuertos y en los vuelos de avión. La seguridad aérea cambió tras ese día.

El cambio geopolítico principal es que Estados Unidos se propuso reconfigurar Medio Oriente primero con la invasión a Afganistán el 7 de octubre de 2001, menos de un mes después de los atentados a las Torres Gemelas, con el objetivo de sacar del poder al primer Gobierno de los Talibanes acusado de proteger a Bin Laden.

Luego de esta invasión, a lo largo de 2002 se empezó a difundir la versión de que el Gobierno de Irak, encabezado por Saddam Hussein, tenía armas químicas y de destrucción masiva, por lo cual se proponía integrar una coalición internacional para quitar a Hussein del poder e invadir esa nación árabe. Sin el consentimiento de Naciones Unidas, Estados Unidos y pocos países aliados, con Gran Bretaña y España a la cabeza, las fuerzas militares estadounidenses invadieron Irak el 20 de marzo de 2003, mediante el lanzamiento de cientos de misiles desde portaaviones emplazados en el Golfo Pérsico y posteriormente con la entrada de miles de soldados.

Tras estas invasiones y con la imposición de gobiernos títeres en ambos países, Estados Unidos cambió a su favor la correlación de fuerzas en Medio Oriente restando presencia de otras potencias como Rusia, China y Francia. Una de las primeras consecuencias fue el control de las reservas petroleras iraquíes a favor de empresas de Estados Unidos. Antes del 11 de septiembre, el Gobierno de Hussein dejó fuera de los contratos a empresas de Estados Unidos y favoreció contratos con empresas de Europa, Rusia y China. Eso cambió luego de la invasión de marzo de 2003. Estados Unidos salió de Irak en diciembre de 2011, dejando el país a cargo de un Gobierno pro-estadounidense. El saldo de la invasión fue terrible para la población civil. Según el sitio Iraq Body Count, la invasión produjo entre 185 y 209 mil muertes de civiles, y en total se contabilizaron 288 mil muertos a causa de la intervención militar de Estados Unidos.

Pero el 11-S trajo otras consecuencias internas en Estados Unidos y otras de escala global. Tras los ataques, el Gobierno de Bush impuso la llamada Acta Patriótica que legalizaba intervenciones de vigilancia y violaciones a las garantías individuales bajo la justificación de luchar contra el terrorismo.

A escala global, si bien ya existían programa de espionaje masivo mundial como el programa Echelon de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda (se puede consultar investigación de la Unión Europea), tras los ataques del 11-S se impusieron programas de vigilancia masiva como PRISM y XKeyscore, denunciados públicamente por Edward Snowden en 2013. Aunque los programas de vigilancia masiva ya existían antes del 11 de septiembre, bajo el pretexto de combatir el terrorismo, se facilitó la implementación de tecnología que permitía intervención masiva de teléfonos (fijos y móviles), correos electrónicos y sitios de Internet, tal como lo denunció valientemente Snowden.

Inicialmente, la respuesta de Estados Unidos a los ataques del 11-S lo reafirmaron como la potencia hegemónica mundial, con el despliegue de sus fuerzas armadas en Medio Oriente y un incremento de su reputación en el mundo.

Pero 20 años después el declive de Estados Unidos es patente: su popularidad declinó abruptamente en el mundo, especialmente en los años de Donald Trump, de acuerdo con una encuesta de Gallup en 134 países; la economía estadounidense perderá en unos años el liderazgo ante China y el resultado de sus intervenciones en Medio Oriente pueden considerarse una derrota militar, como lo atestiguó la abrupta salida de Afganistán. 20 años después los Talibanes están de regreso en Afganistán, el mundo no es menos seguro, pero Estados Unidos sí es más débil en el globo.

Rubén Martín

Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: rubenmartinmartin@gmail.com

https://dev.sinembargo.mx/author/ruben-martin/

4 comentarios "9/11 y el declive de Estados Unidos"

  1. Un declive como nación del sueño americano permite otro «no declive»: El narcotráfico, que crece, crece, crece…

  2. Un ataque de falsa bandera que perpetró, una vez más, el estado siniestro que es el «país sin nombre» para dar inicio a la «primavera» en el Medio Oriente. Lo hizo en Vietnam, en Pearl Harbor, en Libia e Irak —gracias, precisamente, al miedo provocado por el autoatentado del 9/11—, en Tlatelolco, con Echeverría fungiendo de agente de la CIA, cuando era presidente. Estos son solo algunos de los muchos atentados que ha cometido a lo largo de su infame historia. A este país no le interesa sacrificar a propios, menos a extraños, con tal de lograr sus insanos propósitos.

    Lo último fue esta p[l]andemia. Su economía se desmoronaba y, para no derrumbarse solo, decidió arruinar a las demás economías, soltando un «boomerang» que ha traído desgracia y tragedia a sus ciudadanos y a los pueblos del mundo.

    ¿Cómo el país más endeudado del planeta puede hacerse pasar por poderoso?
    ¿Por adalid de la libertad y la democracia, cuando tiene a sus ciudadanos maniatados y adormecidos?
    ¿Y todavía tiene el descaro de darnos lecciones de moral, ética y buenas costumbres?

    Para hipócritas, el número uno.

    Si no fuera por la complicidad y cobardía de sus aliados, hace tiempo hubiera caído. Cuando el dólar deje de ser moneda de intercambio mundial, ahí lo veremos dar manotazos de ahogado.

    Mientras tanto, que continúe hundiéndose solo.

    Pero sin arrastrar al mundo consigo.

    1. Si hubiera sido auto-atentado, los rusos, chinos, árabes, etc… hubieran protestado. Igual con el alunizaje de 1969. No lo han hecho ni lo harán. Son los consipiranoicos tipo paty-navidad como tú comprenderás los que viven en la fantasía. Fíjate en el tamaño de los ejércitos y $$$ de EEUU, China, Rusia… Ahí está la fuerza, ciudadano del mundo del juguete.

      1. Cada quien ve lo que su entendimiento le permite ver.

        Las torres fueron demolidas. Fue algo controlado. Nada más basta mirar cómo se derrumbaron. Pero además están los informes realizados por expertos en la materia que lo confirman: fue una demolición controlada. Las fotografías y vídeos también lo demuestran. Vigas de acero en la base, perfectamente cortadas en diagonal. Metal fundiéndose y explosiones en los pisos inferiores justo antes de derrumbarse cada torre. ¡Ah! Y mientras un reportero anunciaba el derrumbe de un tercer edificio —la Torre 7, a la que no le cayó ningún proyectil—, no se percató que el edificio lo tenía a sus espaldas. Estaba todavía en pie. Al terminar de dar la «primicia», recién la mencionada edificación comenzó a caerse. Todas las televisoras estaban sincronizadas. Fue un burdo montaje al mejor estilo de Hollywood. Y los principales testigos, convenientemente, ya no están para contarlo.

        Fue un ataque de falsa bandera.

        Uno que costó cerca de 3 mil vidas. ¿Y para qué? Para iniciar la escalada de terror en Medio Oriente.

        Las ideas se pueden debatir, mas los hechos no se pueden rebatir. Lo anterior son hechos, no es conspiranoia. Pero, como comprenderán, lo es para quien vive en el país de las fantasías.

        Con el miedo al «comunismo», los ingenuos europeos aceptaron que el «país sin nombre» sembrara miles de ojivas nucleares en sus territorios. Armas de destrucción masiva que pueden disuadir a extraños y a «propios». Se mencionan ejércitos, ¿quién tiene lo más avanzado en tecnología? —no es necesaria una respuesta—. «Ahí está la fuerza».

        Se hace referencia a la moneda que no vale ni el papel en el que está impresa. Es fácil tener infinitas cantidades de billetes verdes cuando se tiene a la gallina de los huevos de oro —la maquinita—. La economía es otra fantasía que existe por culpa de ilusos que la sostienen y defienden.

        La impertinente burla-descalificación con que se cierra el anterior comentario, además de poner en evidencia la incapacidad para interactuar alturadamente, de «motu proprio» se desvirtúa, pues…

        ¿A quién descalifica? ¿A quien va dirigida o a quien la dirige? ¿Tan difícil es conducirse civilizadamente?

        Que queden para la reflexión de cada uno las respuestas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *