Los investigadores revisaron documentación sobre eventos de superdifusión durante la pandemia. Descubrieron que todos los estudios mostraban sistemáticamente que la transmisión aérea es la vía de propagación más probable, no los contactos superficiales o el contacto con grandes gotas.
Redacción Ciencia, 26 ago (EFE).- El SARS-CoV-2 causante de la actual pandemia de coronavirus se propaga y contagia al inhalar aerosoles cargados con partículas virales que pueden acumularse y permanecer en el aire durante horas, algo que también ocurre con otros virus respiratorios como la gripe, el MERS-CoV, el sarampión o los rinovirus que causan el resfriado común.
Es una conclusión importante porque desde el siglo pasado se creía que los virus respiratorios (también el SARS-CoV-2) se propagaban a través de superficies contaminadas o con las gotitas que las personas infectadas expelían con la tos o los estornudos, una teoría que no explicaba ni los numerosos eventos de superdifusión observados en esta pandemia, ni las grandes tasas de transmisión y contagio detectada en interiores.
Para intentar entender los factores que han desatado la pandemia, un equipo multidisciplinar de investigadores de Estados Unidos, Israel y Taiwan, liderados por Chia C. Wang, de la Universidad Nacional de Sun Yat-sen (Taiwan), recopiló y analizó información científica sobre cómo se propagan el coronavirus y otros virus respiratorios.
Los detalles del estudio se han publicado este jueves en la revista Science.
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— Airborne Disease Transmission Research Cluster (@ADTRCluster) August 26, 2021
Los investigadores revisaron abundante documentación sobre eventos de superdifusión observados durante la pandemia, y descubrieron que todos los estudios mostraban sistemáticamente que la transmisión aérea es la vía de propagación más probable, no los contactos superficiales o el contacto con grandes gotas.
Además, en todos los eventos de superdifusión, los casos se produjeron al inhalar el aire de una misma habitación de lugares muy concurridos en los que permanecían una hora o más, que estaban mal ventilados y en los que las mascarillas se usaban mal o no se usaban.
También revisaron pruebas recogidas en otro tipos de estudios -muestras de aire, estudios basados en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y/o en cultivos celulares, análisis epidemiológicos, estudios clínicos y de laboratorio, y trabajos de modelización- y concluyeron que la transmisión por vía aérea es una vía de transmisión importante, o incluso dominante, para la mayoría de las enfermedades respiratorias, no sólo para la COVID-19.
«La transmisión por inhalación de aerosoles cargados de virus se ha infravalorado durante mucho tiempo. Toca revisar los modelos de prevención convencionales y adaptarlos a los aerosoles para proteger contra esta vía de transmisión», concluye el líder del estudio, Chia C. Wang.
Los modelos predominantes sobre la transmisión de enfermedades respiratorias se fijaron a principios del siglo XX, cuando Charles Chapin, una destacada figura de la salud pública, descartó de forma paternalista la transmisión por el aire para no asustar a la gente y evitar que esta creencia acabase con las prácticas de higiene establecidas.
Desde entonces, estas opiniones sin fundamento han marcado erróneamente el control de la transmisión de los virus respiratorios, según el estudio.
Los aerosoles respiratorios se forman en actividades respiratorias, como respirar, hablar, cantar, gritar, toser y estornudar. Pueden ser de 100 µm (micrómetros), lo que les facilita permanecer suspendidas en el aire quieto más de cinco segundos (desde una altura de 1.5 metros), viajar más allá de un metro de la persona infectada y ser inhaladas, apunta el estudio.
«La mayoría de los aerosoles producidos por las actividades respiratorias son de menos de 5 µm, lo que les permite viajar hasta las regiones bronquiolares y alveolares y depositarse allí. Además, los estudios han revelado que los virus se enriquecen más en los aerosoles de menos de 5 µm», advierte Josué Sznitman, fisiólogo pulmonar del Technion (Israel).
Pero los aerosoles tienen una ventaja importante: se pueden eliminar con sólo ventilar, filtrar y renovar el aire, una medida que reduce la transmisión aérea de los virus.
La investigación también analizó la utilidad de las planchas de plexiglás que se instalan en los espacios interiores para bloquear la pulverización de gotas de tos y estornudos y advierte que estas barreras pueden impedir la ventilación adecuada e incluso crear exposiciones más elevadas para algunas personas.
Respecto al uso generalizado de mascarillas -una medida por la que han optado muchos gobiernos y organismos nacionales para frenar las infecciones causadas por la variante Delta y los contagios en personas vacunadas con la pauta completa-, el estudio concluye que es una forma eficaz y económica de bloquear los aerosoles cargados de virus.
No obstante, es poco probable que una sola estrategia sea suficiente para eliminar la transmisión de las variantes emergentes del SARS-CoV-2, apuntan los autores.
El informe reconoce que los organismos de control internacionales «han tomado nota» de las evidencias de que la transmisión aérea del SARS-CoV-2 ha crecido y se ha hecho especialmente fuerte en los últimos meses, pero insiste en que, para mitigar la transmisión y acabar con la pandemia, habrá que aplicar medidas de precaución contra los aerosoles.
Controlar la transmisión aérea y asegurar el derecho de las personas a respirar un aire limpio y libre de patógenos «tendrá beneficios para la salud que se extenderán mucho más allá de la pandemia», concluye Wang.