«La pérdida de selva en la Amazonía puede provocar un proceso de sequía de la vegetación a larga escala y en ese caso no tiene como recuperarse, porque no tiene como revertir la lluvia», advirtió el coordinador general de Mapbiomas.

Por María Angélica Troncoso

Río de Janeiro, 23 ago (EFE).- Brasil perdió la sexta parte de sus áreas cubiertas de agua dulce en tres décadas, un indicador que para los expertos señala que la principal reserva hídrica del mundo «se está secando». La problemática pone bajo la lupa al Pantanal, el mayor humedal del planeta y el principal bioma afectado en el país.

En total fueron tres millones de hectáreas de aguas superficiales perdidas en el gigante suramericano, un área equivalente al tamaño de Bélgica, según un estudio publicado este lunes por la iniciativa Mapbiomas.

La superficie con agua dulce de Brasil pasó de 19.7 millones de hectáreas en 1991 a 16.6 millones de hectáreas en 2020, una reducción de 15.7 por ciento.

Los datos corresponden al análisis de imágenes satelitales de todo el territorio brasileño entre 1985 y 2020, un mapeo inédito de la dinámica de las aguas superficiales del país realizado por Mapbiomas, una iniciativa multidisciplinaria en la que participan varias ONG, universidades y empresas de tecnología.

Las aguas dulces superficiales -ríos, arroyos, lagunas, humedales, etc.- son las que se forman tras la escorrentía generada de las lluvias o por el afloramiento de aguas subterráneas.

Fotografía tomada en junio de 2020 en la que se registró a una pareja de indígenas del pueblo de Mayuruna cruiserinho, a las orillas del río Javari con un bajo caudal, en Palmeiras do Javari (frontera con Perú). Foto: Joédson Alves, EFE

Brasil, que vive su peor crisis hídrica en los últimos 91 años, posee el 12 por ciento de las reservas de agua dulce del planeta y el 53 por ciento de los recursos hídricos de Sudamérica.

Los cambios climáticos, la deforestación -especialmente la de la Amazonía brasileña, pues un tercio de las lluvias del país provienen de esa gigantesca selva tropical-, la construcción de hidroeléctricas y el uso excesivo del agua para el agronegocio, entre otros, son las principales causas de que el gigante sudamericano se esté secando, según los expertos.

Si bien, algunos de estos ecosistemas pueden recuperarse el proceso es «demorado» y en el caso específico de biomas como la Amazonía brasileña es irreversible.

«La pérdida de selva en la Amazonía puede provocar un proceso de sequía de la vegetación a larga escala y en ese caso no tiene como recuperarse, porque no tiene como revertir la lluvia», aseguró a Efe Tasso Azevedo, coordinador general de Mapbiomas.

Según datos oficiales, la deforestación de la mayor selva del planeta en 2020 fue de 10 mil 851 kilómetros cuadrados.

De acuerdo con el estudio, existe una «clara tendencia» de pérdida de superficie de agua en ocho de las doce regiones hidrográficas y en todos los biomas del país. No obstante, el Pantanal es el que ha sufrido el mayor impacto.

ALERTA ROJA EN EL PANTANAL

El gigantesco humedal, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y considerado uno de los ecosistemas más ricos del mundo en biodiversidad de flora y fauna, es compartido por Brasil, Bolivia y Paraguay, y de sus 250 mil kilómetros cuadrados de extensión, un 60 por ciento está en territorio brasileño.

El bioma registró su mayor extensión de aguas superficiales en 1988 (2 millones de hectáreas), pero en 2020 el área sólo sumaba 458 mil 903 hectáreas, lo que supone una reducción del 78 por ciento.

Las superficies de agua dulce en el humedal pueden reducirse aún más si continúan la devastación de la vegetación en sus cabeceras, las prácticas agropecuarias de las regiones limítrofes y si se da luz verde para un centenar de hidroeléctricas que quieren levantarse en los ríos que conforman este bioma, según explicó a Efe Cassio Bernardinho, coordinador de proyectos de la WWF Brasil.

OTROS BIOMAS AFECTADOS

Otros biomas y cuencas hidrográficas del país también se han visto afectados por las sequías e incendios producidos por la crisis climática, un efecto para el que la mano del hombre ha colaborado con actividades non sanctas como arrasar su vegetación nativa para comercializar madera de forma ilícita o practicar la minería ilegal.

En las últimas tres décadas, las pérdidas de áreas con agua fueron menores para biomas brasileños como la Pampa, la Mata (bosque) Atlántica y el Cerrado, con una reducción de entre uno por ciento y dos por ciento, pero en la Amazonía las pérdidas fueron de 10 por ciento y en la Catinga, de 17 por ciento en ese mismo periodo.

Fotografía de una plantación de maíz en las tierras indígenas de la etnia Paiter Surui el 8 de diciembre de 2017, en Cacoal, estado de Rondonia (Brasil). Foto: Beethoven Delano, EFE

No obstante, si se analizan las pérdidas en la Amazonía desde 1999 -cuando registró la mayor superficie de agua- la reducción es más fuerte.

En ese lapso, las pérdidas fueron de 16.3 por ciento de su superficie de aguas, que se redujo de 11.9 millones de hectáreas en 1999 hasta los 10 millones de hectáreas en 2020, una extensión algo mayor que el área de Portugal.

El principal impactado en la selva fue el gigantesco y caudaloso río Negro, el principal afluente del río Amazonas en su margen izquierdo, pues la cuenca por donde corre perdió el 22 por ciento de su superficie de agua.