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El rendimiento de un deportista olímpico depende de varios factores incluyendo su salud mental. La psicóloga deportiva Ana Luisa Sánchez expone cómo la pandemia y otras presiones influyeron en el medallero de la delegación mexicana en su paso por los Juegos Olímpicos de Tokio.

Ciudad de México, 10 de agosto (SinEmbargo).– En el marco de la pandemia, que retrasó un año la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio y cambió la rigurosa dinámica de entrenamiento, la delegación mexicana ganó cuatro medallas de bronce, menos que las cinco preseas de Río 2016 y las ocho de Londres 2012.En esta competencia, siete atletas mexicanos se quedaron en el cuarto lugar.

Aunque el rendimiento y la causa de los resultados fue multifactorial. Al igual que la resistencia y la ejecución, el bienestar físico-mental de los deportistas profesionales también influyó en el medallero, como se vio con la gimnasta estadounidense Simone Biles quien se retiró de algunas contiendas para «trabajar en su mindfulness» o con la decisión de la ciclista mexicana Jessica Salazar de no participar porque el conflicto en el proceso de selección la «destruyó física y mentalmente«.

Ana Luisa Sánchez González, psicóloga deportiva de la Universidad Anáhuac ha participado en la preparación psicológica de deportistas desde Sydney 2000 a las recién clausuradas en Tokio. En entrevista con SinEmbargo expuso que esta ciencia, que surgió en México desde 1999 a la par del cancelado Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar), ayuda a los atletas a controlar su nivel de ansiedad frente a presiones como la personal, del Gobierno, del entrenador, de la prensa, y en este periodo específico, la COVID-19.

«[A raíz de la pandemia] hubo un cambio por primera vez en la manera en que se entrenaron, hubo una manera distinta de comunicarse con los grupos multidisciplinarios. No dudo que esto haya provocado niveles de ansiedad muy altos, porque aunque quisieran entrenar no podían […] Hubo un momento en que el deporte se detuvo, todas esas preparaciones se detuvieron», planteó.

«El deportista es un ser integral, es una persona que no sólo es deportista, sino también convive hacia el exterior. De pronto nos quitaron todo y nos metieron a una nueva realidad. Y el deportista no es ajeno a esto», añadió la especialista.

Pareja de competidoras de nado sincronizado. Foto: Conade.

Después de la participación en el evento deportivo y el regreso a México, Sánchez ha visto cómo los deportistas de alto rendimiento se sienten «fracasados» por no haber ganado la medalla de oro e incluso una deportista sigue siendo presionada por la prensa.

«Tenemos la presión de los gobiernos, de los entrenadores, de las becas y, sumado a todo esto, tenemos una presión donde la prensa tiene comentarios hacia ellos o preguntas que pueden inquietar a algún deportista previo a una competencia», aseguró. «Ahorita está el caso de una chica que, aún después de que compitió, sigue la prensa haciendo comentarios hacia ella».

La titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), Ana Gabriela Guevara, pronosticó al arranque de los Juegos Olímpicos en Japón que México ganaría al menos diez medallas, incluyendo clavado sincronizado varonil de plataforma de tres metros, softbol, golf y tiro con arco, pero esos favoritos quedaron en cuarto lugar.

Al final, se obtuvo cuatro bronces en tiro con arco, clavado sincronizado femenil de plataforma de 10 metros, levantamiento de pesas y futbol varonil. Pese a ser menos preseas frente a las cinco en Río 2016 y las ocho en Londres 2012, incluyendo una de oro en fútbol varonil, para la exatleta fue un «balance positivo» porque mostraron competitividad.

«El número de medallas que se estipularon es el reflejo de los cuartos lugares que se obtuvieron. Hay que darle el valor merecido que tiene cada uno de esos cuartos lugares», dijo al medio especializado Récord la exvelocista cuya dirección en la Conade ha sido cuestionada desde el 2019 por el recorte de becas, falso antidoping, amiguismo y opacidad que le valió una denuncia por presunta extorsión y observaciones de la Secretaría de la Función Pública (SFP) y de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).

La gimnasta Alexa Moreno. Foto: Conade.

La psicóloga deportiva Ana Luisa Sánchez comentó que es «una lástima» que el FODEPAR haya desaparecido porque «muchos deportistas a raíz de que quitaron las becas desistieron del deporte» y, aseveró, se ha hecho a un lado el apoyo multidisciplinario basado en la ciencia que se requiere para detonar el potencial y pasar de los cuartos lugares al podio.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció en la conferencia matutina del martes a los deportistas olímpicos, con quienes se reunirá y entregará un reconocimiento. Aseguró que el Gobierno federal seguirá apoyando al deporte civil y de alto rendimiento por ser una «medicina preventiva».

«Los resultados tienen que ver con una serie de factores, no se puede culpar a los deportistas; repito, ellos se aplicaron», defendió y les mandó abrazos. «Es una competencia; a veces se gana, a veces no. Lo importante es seguir practicando el deporte, no rendirnos. Son procesos».

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–¿En qué consiste la psicología del deporte?

–La psicología del deporte es una ciencia que, como su nombre lo dice, está aplicada al deporte. El objetivo que busca es maximizar el rendimiento deportivo. Un deportista ya tiene un entrenamiento físico, técnico, táctico. Y el área psicológica viene a dar el plus que detonará su rendimiento.

–¿Qué importancia se le ha dado en México a esta ciencia?

–En México la psicología del deporte surge en 1999 a la par de lo que fue el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento, con el objeto de dar el apoyo multidisciplinario. Se empezaron a dar cuenta de que las grandes potencias no sólo contaban con un entrenador, sino que cada vez más empezaron a involucrar a las ciencias. Buscaban una manera de dar una idea distinta del rendimiento. Ahí es donde se empezó a involucrar la medicina deportiva, la nutrición y la psicología.

Clavadistas. Foto: Conade.

–El fondo surgió en 1999 y al otro año usted empezó a preparar psicológicamente a los deportistas para Sydney 2000, como lo hizo también en Atenas, Beijing, Londres, Rio y Tokio 2020. ¿Cuánto tiempo lleva esta preparación para que alcancen su máximo rendimiento?

–Se necesita por lo menos un año de entrenamiento cuando el deportista está consolidado. Nosotros nos insertamos cuando el deportista siente que ya no puede dar más, que hay algo que le falta para mejorar a pesar de que ha entrenado mucho, pero no sabe cómo. Lo ideal es que la preparación se dé desde edades tempranas, donde los deportistas puedan aprender habilidades psicológicas como el planteamiento de objetivos, la visualización, la concentración, la atención. De acuerdo al perfil competitivo y al deporte se deben ir desarrollando estas variables y técnicas. Cada uno de los deportistas de acuerdo a su deporte irá generando modelos de intervención y esto es lo que les permite dar el famoso ‘empujón’ que necesitaban.

–La delegación mexicana obtuvo cuatro medallas, menos de las cinco de Río y de las ocho de Londres. ¿A qué presiones están sometidos los deportistas que llegan a alterarlos e influir en su rendimiento?

–Las presiones son múltiples. Parte del entrenamiento mental es aprender a controlar los niveles de ansiedad. De entrada, en México se tiende mucho a ‘colgar medallas’ a los deportistas cuando en realidad no sabemos qué va a suceder. Se van a enfrentar a una presión donde ellos consideran que su autoestima está puesta en un resultado. ‘Si yo gano tengo un valor, pero si pierdo, soy un fracasado’. Y eso lo que hemos visto infinidad de veces en estos momentos, donde deportistas a pesar de haber ganado una plata o un bronce sienten que ha sido el fracaso total de sus carreras. Una presión es la personal que van instalando en ellos desde que son muy pequeños, tenemos la presión de los gobiernos, de los entrenadores, de las becas y sumando a todo esto tenemos una presión donde la prensa tiene comentarios hacia ellos o preguntas que pueden inquietar a algún deportista previo a una competencia. Inclusive hasta después. Ahorita está el caso de una chica que aún después de que compitió, sigue la prensa haciendo comentarios hacia ella.

Gimnasta artística. Foto: Conade.

–¿Se puede saber qué deportista?

–No, una de las dinámicas con las que trabaja la psicología del deporte es la confidencialidad. En ningún momento puedo hablar de ninguna historia de vida mencionando el nombre de ellos.

–Claro. Recordando que ha ayudado a deportistas desde Sydney 2000 a la fecha, ¿qué diferencias notó respecto a Tokio 2020, un año de pandemia y crisis económica?

–La pandemia vino a hacer un movimiento muy interesante en el deporte. Los deportistas por lo general se preparan con programas de entrenamiento muy precisos, donde nosotros buscamos picos de rendimiento. Dividimos lo que son las competencias preparatorias de las priorizadas. En el momento en que ellos están preparándose para un 2020 con una fecha específica y les dijeron que ya no iba a ser esa fecha, probablemente los planes de entrenamiento se modificaron. Esos estados de forma que nosotros vemos en los Juegos Olímpicos llevan toda una base científica para poder llegar a ellos y, cuando se modifican, obviamente hay alteraciones. Un deportista no se va a mantener al 100 por ciento del rendimiento. Solamente son momentos cumbres que duran una cierta periodicidad.

La pandemia es un factor que debemos considerar. Hubo un cambio por primera vez en la manera en que se entrenaron, hubo una manera distinta de comunicarse con los grupos multidisciplinarios. La gente de natación estaba entrenando y todas las albercas se cerraron, cómo iban a mantener un rendimiento. No dudo que esto haya provocado niveles de ansiedad muy altos, porque aunque quisieran entrenar no podían. Casos específicos donde el contacto y la retroalimentación constante del entrenador era priorizada o el hecho de que todos partimos con la idea de que todos teníamos en casa internet y una computadora, pero probablemente no era así. Hubo una modificación.

Y si a eso le sumamos que cada uno de los deportistas también son hijos, tienen mamá, tienen familia… No he escuchado, pero seguramente ocurrió en algunas de sus familias la muerte de seres queridos cercanos, lo cual también influye en el rendimiento. El deportista es un ser integral, es una persona que no sólo es deportista, sino también convive hacia el exterior. De pronto nos quitaron todo y nos metieron a una nueva realidad. Y el deportista no es ajeno a esto. Ellos vivieron lo que se conoce como una segunda pandemia, que son todos estos trastornos que están asociados con la depresión, estados de ansiedad o fóbicos. Tendremos que esperar estudios que nos hablen sobre cómo les afectó. La pandemia no sólo marcó un giro en la sociedad, sino también en la parte del deporte. Llegó un momento en que el deporte se detuvo, todas esas preparaciones se detuvieron. Obviamente está teniendo repercusiones.

Tiro con arco. Foto: Conade.

–Para terminar, la Conade ha sido muy cuestionada por el recorte de becas y opacidad. Desde su campo, ¿qué recomendaciones haría a las autoridades deportivas de cara a los Juegos Olímpicos de París 2024?

–Es una lástima que el FODEPAR haya desaparecido porque era el soporte de muchos deportistas. Es de mi conocimiento que muchos deportistas a raíz de que quitaron las becas desistieron del deporte y muchos otros se quedaron sin el apoyo multidisciplinario. Si la Conade no pone en consideración el retomar grupos multidisciplinarios que tengan por un lado personas competentes y con una parte de persistencia, no va a funcionar esto. Necesitamos retomar la parte de utilizar la ciencia a favor de los deportistas. Necesitamos volver a investigar las razones y las causas de por qué no se ha mejorado el rendimiento y por qué muchos se quedaron en el cuarto lugar.

–¿Alguna idea de por qué siete deportistas se quedaron en el cuarto lugar?

–Hablar del alto rendimiento es muy complicado y la gente considera que es un nivel fácil adonde los deportistas llegan. Para que un deportista llegue a los Juegos Olímpicos le lleva 10, 15, 20 años de entrenamiento. Estos deportistas que se quedaron en el límite realmente es nada. Necesitamos detonarlos para el siguiente ciclo olímpico, darles herramientas para que puedan potenciar su rendimiento. Necesitan apoyo desde una base científica, no el apapacho o darles dinero porque eso no funciona. Al contrario, lo estanca.

Dulce Olvera

Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.

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