De acuerdo con los resultados del estudio, en lo que respecta a las habilidades de lectura de personas de los cachorros, las diferencias se hicieron evidentes entre perros y lobos.

Londres, 29 de julio (EFE).- La domesticación del perro cambió su apariencia pero también su mente, de acuerdo con un estudio estadounidense que ha comparado a canes con cachorros de lobo, informó la revista científica Current Biology.

La investigación, a cargo de la Universidad Duke (EU), señala que la habilidad que tienen los perros para comprender los gestos humanos puede parecer poco notable, pero es una habilidad cognitiva compleja que es rara en el reino animal.

Los parientes más cercanos al hombre, los chimpancés, no tienen esa habilidad, ni tampoco los lobos, agregan.

Los perros, que llevan cientos de años conviviendo con el hombre, tienen lo que se conoce como habilidades de «teoría de la mente», o habilidades mentales que les permiten inferir lo que los humanos están pensando y sintiendo en algunas situaciones.

El estudio ha comparado 44 perros y 37 cachorros de lobo que tenían entre cinco y 18 semanas de edad y ha apoyado la idea de que la domesticación cambió la apariencia del perro y su mente.

En el Centro de Ciencias de la Vida Silvestre en Minnesota, los cachorros de lobo fueron probados genéticamente por primera vez para asegurarse de que no fueran híbridos lobo-perro.

Los cachorros de lobo fueron criados con mucha interacción humana, incluso alimentados con las manos, durmieron en las camas de sus cuidadores cada noche y recibieron atención humana casi las 24 horas del día desde pocos días después del nacimiento.

En el análisis, los investigadores escondieron una golosina en uno de dos tazones y luego le dieron a cada perro o cachorro de lobo una pista para ayudarlos a encontrar la comida.

En algunos ensayos, los investigadores señalaron y miraron en la dirección en la que se ocultaba la comida, mientras que en otros, colocaron un pequeño bloque de madera al lado del lugar correcto, un gesto que los cachorros nunca habían visto antes, para mostrarles dónde estaba escondida la golosina.

Los resultados fueron sorprendentes, según los expertos, ya que sin un entrenamiento específico, los cachorros de perros de tan sólo ocho semanas de edad entendían a dónde ir y tenían el doble de probabilidades de hacerlo bien que los cachorros de lobo. Foto: Pedro Puente Hoyos, EFE

Los resultados fueron sorprendentes, según los expertos, ya que sin un entrenamiento específico, los cachorros de perros de tan sólo ocho semanas de edad entendían a dónde ir y tenían el doble de probabilidades de hacerlo bien que los cachorros de lobo de la misma edad que habían pasado mucho más tiempo con personas.

No se trata de qué especie es «más inteligente», dijo la experta Hannah Salomons, estudiante de doctorado en el laboratorio de Brian Hare en la Universidad de Duke.

Los cachorros de perro y los cachorros de lobo demostraron ser igualmente hábiles en las pruebas de otras habilidades cognitivas, como la memoria o el control de los impulsos motores.

Sólo en lo que respecta a las habilidades de lectura de personas de los cachorros, las diferencias se hicieron evidentes.

«Hay muchas formas diferentes de ser inteligente. Los animales desarrollan la cognición de una manera que los ayudará a tener éxito en cualquier entorno en el que vivan», añadió Salomons.

Otras pruebas mostraron que los cachorros de perro también tenían más probabilidades que los cachorros de lobo de acercarse a una persona desconocida. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

Otras pruebas mostraron que los cachorros de perro también tenían más probabilidades que los cachorros de lobo de acercarse a una persona desconocida.

«Con los cachorros de perro con los que trabajamos, si entras en su recinto, ellos se juntan y quieren acercarse a ti y lamer tu cara, mientras que la mayoría de los cachorros de lobo corren a la esquina y se esconden», dijo Salomons.

El autor principal del análisis, Brian Hare, dice que la investigación ofrece algunas de las pruebas más sólidas hasta ahora de lo que se conoce como la «hipótesis de la domesticación».