La postura de México contrasta con la del Gobierno de Estados Unidos que por años mantuvo un programa encubierto que investigaba a estos objetos, el cual ahora ha sido ubicado dentro de la Oficina de Inteligencia Naval para estos fines, llamado Fuerza de Tarea de Fenómenos Aéreos No Identificados.
Ciudad de México, 2 de julio (SinEmbargo).– La Fuerza Aérea Mexicana avistó en marzo de 2004 unos 16 objetos circulares y luminosos que volaban a gran velocidad dando virajes bruscos cuando surcaban los cielos del estado de Campeche, los cuales fueron calificados como Objetos Voladores No Identificados (OVNIS), y cuyo material no fue estudiado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), de la cual depende la Fuerza Aérea, sino entregado a un particular que publicó en televisión abierta el contenido.
La decisión tomada en ese entonces por el Gobierno mexicano, que era encabezado por Vicente Fox Quesada, generó críticas dentro de la comunidad científica del país a la que no se le dio acceso al material alegando que estaba “clasificado» –como reportó La Jornada en mayo de ese año– y que aseguró que lo avistado era un fenómeno meteorológico conocido como centellas, que se forman por burbujas de gas ionizado.
La postura además contrasta con la del Gobierno de Estados Unidos que por años mantuvo un programa encubierto que investigaba a estos objetos voladores, el cual ahora ha dejado la oscuridad para dar paso a un un programa ubicado dentro de la Oficina de Inteligencia Naval para estos fines llamado Fuerza de Tarea de Fenómenos Aéreos No Identificados. Su objetivo es buscar “estandarizar la recolección e informes” sobre avistamientos de vehículos aéreos no explicados, según reportó The New York Times que ha dado un seguimiento puntual al caso.
La razón del Gobierno estadounidense para reconocer que investiga estos objetos es doble. Por un lado, el genuino interés de los científicos sobre si existe evidencia de vida exterior, pero la segunda causa se basa en los temores de que existan tecnologías más avanzadas desarrolladas por países extranjeros y que puedan facilitar el espionaje.
Una nave tripulada o no que tenga capacidad de no ser identificada a simple vista no sólo podría representar un riesgo de seguridad nacional, sino que con las tecnologías adecuadas podría sustraer información de instalaciones y desarrollos estratégicos.
No obstante, ninguna de estas razones fueron consideradas por el Gobierno mexicano que simplemente dio el material al periodista Jaime Maussan, conocido por su programa «Tercer Milenio», donde transmite supuestos avistamientos del llamado fenómeno OVNI.
«No veía la utilidad de que se quedara eso grabado ahí, guardado. Tomé la decisión de que se le diera a una gente que ha estado trabajando toda su vida con esto para que hiciera buen uso de ella. Por eso se le dio a Maussan», explicó al respecto el entonces Secretario de la Defensa, Clemente Ricardo Vega García, en una entrevista con W Radio con el periodista Carlos Loret de Mola.
Sobre la transferencia de este material no hay ningún documento que dé constancia, como lo reconoció la propia Sedena en la solicitud de transparencia con folio 0000700119116 con fecha del 8 de agosto de 2016, la cual puede ser consultada en la Plataforma Nacional de Transparencia. “No se cuenta con información escrita de la entrega del video, toda vez que fue proporcionado de manera personal al C. Jaime Maussan Flota”.
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La versión de Maussan —reseñada por el investigador de la UNAM Raúl Trejo Delarbre el 17 de mayo de 2004 en el diario Crónica— refiere que el día 20 de abril de ese año Jaime Maussan fue llamado a las instalaciones de la Defensa Nacional, para un primer encuentro con “altos mandos de las Fuerzas Armadas” para darle los pormenores del caso. Dos días después, se le entregó copia en video del encuentro de la Fuerza Aérea Mexicana “con la finalidad de llevar a cabo la investigación pertinente y su posterior conocimiento a la opinión pública en los diversos medios de comunicación”.
Todo esto tuvo la aprobación del Secretario de la Defensa, el General Clemente Ricardo Vega García.
EL AVISTAMIENTO
El 5 de marzo de 2004, el avión Merlín C-26A de la Fuerza Aérea Mexicana captó con un video infrarrojo y con su radar una serie de objetos brillantes que volaban a más de 3 mil 500 metros de altura, aceleraban bruscamente y cambiaban de rumbo repentinamente sobre el cielo del estado sureño de Campeche.
El equipo sólo detectó la emisión de calor de objetos, pero no permitió definir su forma y tamaño, según se consignó en un cable de la agencia Associated Press de mayo de 2004. La grabación fue hecha mientras los tripulantes de la aeronave realizaban una vigilancia cotidiana de combate al narcotráfico.
Los objetos no fueron visibles a simple vista y en un momento rodearon el avión a una distancia mínima de dos millas, según narraron tres miembros de la tripulación en entrevistas grabadas y difundidas junto con el video del avistamiento por Jaime Maussan.
El General Clemente Ricardo Vega García dijo en ese entonces, en entrevista con W Radio, que después del avistamiento, el video fue analizado en las instalaciones de la Sedena y se llegó a la conclusión de que había dos caminos: archivarlo como secreto o entregarlo a alguien que estudiara ese tipo de fenómenos.
El General señaló en ese entonces que su primera impresión al ver el video fue que se trataba de aviones que transportaban droga, «pero cuando comencé a discernir junto con ellos [la tripulación] que traían esas luces, dije, ya no pueden ser tantos aviones».
En la misma entrevista, el titular de la Sedena aclaró que prohibió a su personal que «se hablara de ovnis o de platillos voladores, porque ahí comienzan las dudas”, a la par que se desmarcó de lo comunicado por Maussan en la rueda de prensa del 11 de mayo 2004. «Es el punto de vista de Maussan, para eso se le dio [el video], para que pudiera sacar él sus conclusiones”, comentó.
LA EXPERIENCIA DE EU
A diferencia de lo sucedido en México con este caso, el Gobierno de Estados Unidos ha llamado la atención de la comunidad internacional cuando en días pasados publicó un esperado informe elaborado por su departamento de Inteligencia sobre Fenómenos Aéreos No Identificado, el cual decía no tener respuesta para explicar cientos de avistamientos inusuales captados por sus pilotos militares entre noviembre de 2004 y marzo de 2021.
El informe es consecuencia de una lucha interna dentro de Washington para tomar en serio o no lo que han calificado como Fenómenos Aéreos No Identificados. Incluso, el Gobierno de ese país ha creado un programa para estos fines llamado Fuerza de Tarea de Fenómenos Aéreos No Identificados que busca “estandarizar la recolección e informes” sobre avistamientos de vehículos aéreos no explicados, según reportó The New York Times, diario que ha dado un seguimiento puntual al caso.
Altos funcionarios de la administración de Joe Biden dijeron en este esperado informe del Gobierno, según The New York Times, que “la gran mayoría de más de 120 incidentes en las últimas dos décadas no se originaron en ningún ejército estadounidense ni con alguna tecnología avanzada del Gobierno de Estados Unidos”.
Los especialistas revisaron 144 incidentes inexplicables presenciados por el personal militar entre 2004 y 2021, y lo único que han podido concluir es que en la mayoría de los casos se trató de “objetos físicos”, ya que fueron registrados por los sensores y radares infrarrojos y electro-ópticos, además de la percepción visual.
En 18 casos, se observaron patrones de movimiento o características de vuelo inusuales. Algunos ovnis “parecían permanecer inmóviles arriba en el aire, moverse contra el viento, realizar maniobras bruscas o moverse a una velocidad considerable, sin medios de propulsión discernibles”, indicó el documento.
Si bien se reconoce que algunas observaciones de los ovnis podrían estar relacionadas con los “programas clasificados de entidades estadounidenses”, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional no pudo confirmar que fuera el caso. Otra suposición es que podría tratarse de “tecnologías desplegadas por China, Rusia u otra nación o entidad no gubernamental”.
Mientras tanto, la inteligencia concluyó que los ovnis, sean lo que sean en realidad, “suponen un peligro para la seguridad de vuelo y podrían suponer un peligro más amplio si en algunos casos representan una recolección de datos sofisticada de un Gobierno extranjero dirigida contra las actividades militares de EU o demuestran un avance tecnológico aeroespacial de un potencial adversario”.
Los funcionarios estadounidenses entrevistados por AP bajo condiciones de anonimato, a su vez, señalaron que no había “indicios claros” de que los avistamientos pudieran estar relacionados con la vida extraterrestre, como tampoco se pudo establecer vínculos definitivos con tecnologías desconocidas de otro país, como Rusia o China.