Las muestras del estudio se recogieron en varios sitios del Atlántico, entre ellas las costas del sureste de Estados Unidos, incluido Miami y los Cayos de Florida, como también Belice, en Centroamérica, y varios puntos del Mar de los Sargazos.
Por Ivonne Malaver
Miami, 3 jun (EFE).– Un «inesperado» exceso de nitrógeno en el sargazo como resultado de la actividad humana ha hecho de esas algas color pardo un hábitat tóxico de naturaleza muerta que invade las playas de Florida y las del Caribe en niveles como no se habían visto hasta ahora.
Este verano, las playas de Miami Beach tienen días con gran saturación de esta macroalga de olor nauseabundo y otros con arenas más limpias, pero a simple vista se ve en el mar una larga franja oscura del sargazo que se aproxima a las costas.
Un reporte científico de la Universidad del Sur de Florida (USF) y la agencia espacial NASA confirmó que el sargazo siguió en aumento en el Atlántico Centro-occidental y el Mar Caribe durante mayo pasado, lo que estableció «un nuevo récord histórico» para ese mes.
«2021 será otro año importante de sargazo y la cantidad en el Mar Caribe es probable que aumente de forma continua durante el verano», advirtió esta semana ese boletín mensual.
El sargazo pasó de ser un organismo vital para cierta fauna marina, un refugio para peces, camarones y tortugas, a un área tóxica de naturaleza muerta compuesta por una gran cantidad de nitrógeno, según un nuevo estudio a cargo de varias universidades, entre ellas la USF y la Florida Atlantic University (FAU).
Los científicos, entre ellos el profesor de la FAU Brian Lapointe, compararon un total de 488 muestras del alga recogidas en el Atlántico Norte en los periodos 1983-1989 y 2010-2019 y hallaron «un aumento del 111 por ciento de la relación nitrógeno-fósforo».
«Fue una gran sorpresa», manifiesta a EFE Lapointe, líder de la investigación, al detallar los dramáticos cambios en la química y composición del sargazo, un alga descrita por primera vez por Cristóbal Colón y sus marineros en 1492.
«Es un gran problema», explica Lapointe, uno de los científicos que identificaron en 2019 el Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico, que se extiende desde África hasta América y se esparce con las corrientes marinas.
El estudio detalla que una mayor disponibilidad de nitrógeno de fuentes naturales y antropogénicas está contribuyendo a su crecimiento.
«Necesitamos reducir la contaminación por nutrientes de origen terrestre, tanto en Florida como en los principales ríos que desembocan en la cuenca del Atlántico», alerta Lapointe.
Una mayor disponibilidad de nitrógeno están apoyando las floraciones de sargazo y convirtiendo un hábitat importante en floraciones de algas nocivas con «impactos catastróficos en los ecosistemas costeros, las economías y la salud humana», reseña la investigación.
«Las actividades humanas han alterado en gran medida los ciclos globales del carbono, el nitrógeno y el fósforo, y las entradas de nitrógeno se consideran ahora de ‘alto riesgo’ y por encima de un límite planetario seguro», se lamenta Lapointe.
El sargazo que prolifera a lo largo de las playas «puede resultar en altas concentraciones de gas de sulfuro de hidrógeno tóxico», que «huele a huevos podridos» y afecta especialmente a personas con asma, dicen las autoridades sanitarias.
Lapointe recuerda que esta alga también tiene «altas concentraciones de metales tóxicos, como cadmio y arsénico», y también materia fecal, lo que «representa un riesgo elevado para los bañistas».
Sólo en el condado Miami-Dade la remoción del sargazo ha implicado gastos por más de 45 millones de dólares anuales, mientras que la limpieza en todo el Caribe en 2018, un año récord de sargazo, costó unos 120 millones de dólares, sin contar la disminución de los ingresos por la pérdida de turismo.
UN MAR DE PROBLEMAS
El crecimiento de la población y los cambios en el uso de la tierra han aumentado la contaminación por nitrógeno y la degradación de los estuarios y las aguas costeras desde al menos la década de 1950, precisa.
Esta polución apoya el crecimiento del Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico, que recibe aportes de nitrógeno y fósforo de una variedad de fuentes, incluidas descargas de los ríos Congo, Amazonas y Mississippi, indica Lapointe.
Subraya que también ayudan a su crecimiento los afloramientos frente a la costa de África, el polvo sahariano y la quema de biomasa de la vegetación en Sudáfrica.
Según la investigación, dicho cinturón se repite anualmente desde 2011 y se extiende hasta ocho mil 850 kilómetros desde la costa oeste de África hasta el Golfo de México, alcanzando su punto máximo en julio de 2018.
«Se necesita urgentemente más investigación», manifiesta Lapointe.
LAS AMENAZAS DEL FÓSFORO Y NITRÓGENO
En Florida, además del sargazo, el nitrógeno y el fósforo están contribuyendo a la proliferación de otras algas dañinas en ríos y lagunas que están matando peces aves y especialmente sus emblemáticos manatíes.
A partir de esta semana y hasta septiembre, en la época de lluvias, varios condados y ciudades de Florida prohíben el uso de fertilizantes con nitrógeno y fósforo.
Estos componentes han contribuido al crecimiento de la putrefacta y espesa alga azul-verdosa, conocida como «guacamole», así como el alga tóxica llamada marea roja, que ha causado mortandad de peces, especialmente en la costa oeste de Florida.
Las lluvias de junio a septiembre aumentan la probabilidad de llevar fertilizantes a las zanjas y arroyos que conducen a los canales, lagunas y ríos, donde las algas se acumulan.
Las floraciones resultantes pueden matar los pastos marinos y los animales marinos que dependen de esta flora, como los manatíes.
Este año, estos mamíferos acuáticos están muriendo de hambre a un ritmo récord. Al menos 761 murieron entre el 1 de enero y el 28 de mayo, según la Comisión de Conservación de Vida Silvestre y Pesca de Florida. El récord fue de 830 para todo 2013.